En inglés se llama coloquialmente «cockblock» al acto de detener a un hombre en mitad de una relación sexual. En español debería llamarse sida de ojos al presenciar cierto tipo de actos sexuales. En aquel momento M’Rabo seguía sintiéndose como si tuviera sida de ojos:
Si en las oficinas de DC en Nueva York aún quedaban los ecos de glorias pasadas, en California sólo quedaba el hedor de New52.
-Te has follado a Diane Nelson, ¡Diane Nelson! ¡Podría ser tu madre! ¡Podría ser tu abuela!
-Di lo que quieras, pero ella es la mujer de mi vida -Diógenes hizo una pausa para disfrutar de la suave brisa de la noche de Californiana- Jamás había tenido algo tan claro, Diane y yo estamos hechos el uno para el otro.
-¡Y disfrazada de Wonder Woman!
-Ella me ha abierto los ojos a realidades que era incapaz de ver, a sensaciones que…
-¡Cállate! -se revolvió en el asiento del coche de policía en el que los llevaban detenidos- ¡No tenía que haberte pegado tanto en el pasado, te has quedado demasiado gilipollas!
-¿Pero tú cuando me has…? -pero aquel momento el coche se detuvo, y unas luces blancas les dejaron completamente cegados:
-Venid conmigo si queréis vivir -dijo la voz que los sacó del coche- Sé lo peligrosos que son los barrios de Los Angeles.
-¡Empiezo a hartarme de que me jodan los ojos! ¿Que cojones os habéis creido? -mientras M’Rabo seguía de pie y gritando a la voz, fuera quien fuera, Diógenes se dejó caer como un saco de patatas sobre aquel suelo extrañamente metálico:
-Si no hubieras montado tanto escándalo yo habría podido quedarme con Diane… -sollozó.
-Bienvenidos al año 2099, soy el fantasma de las navidades futuras y estos son mis dominios.
-¡Pues tu reino no parece haberse dado cuenta de la subida de la luz!
-Oh, eso -la intensidad de la luz bajó poco a poco y M’Rabo pudo ver a su alrededor:
Bueno, bueno, tampoco nos pasemos…
-¿Qué coño es esto? ¡Está todo tan blanco que parece el armario de Matrix!
-Bueno, es que… -el desconocido iba encapuchado, llevaba gafas de sol y un guardapolvo negro- Verás, no podemos contaros como es exactamente el futuro porque lo iríais contando por ahí, y así no tiene gracia.
-Echo de menos su pelo, sus labios… Sé que ella me necesita, sé que…
-Si estais aquí es porque tenéis que recuperar vuestro espíritu navideño y recuperar la alegría en vuestros corazones.
-¡Diane y yo eramos muy felices hasta que el hijoputa este salió en el armario!
-¡Te estabas follando a Diane Nelson! ¡A Diane Nelson!
-¡Porque la amo!
-¡Porque estabas borracho!
-¡No, la amo!
-Lo que tu quieras…
El fantasma de las navidades futuras se sentía completamente ignorado. No había voluntad divina o poder mayor que uno mismo que pudiera meterles a aquellos dos algo de espíritu navideño. M’Rabo sólo pensaba soltar su ira contenida -sólo había que ver el saco de hostias que había repartido entre el personal de DC- y Diógenes… Diógenes tenía demasiados problemas mentales como para solucionarlos en una sola noche, y el no ser capaz de diferenciar de Diane Nelson a un Geoff Johns travestido era el menor de ellos:
-Mirad, como no veo forma de arreglar esto, ¿que tal si os dejo en el siglo XXXI y nos olvidamos de todo?
-No, yo quiero estar con Diane.
-Ya, pero…
-¡Ya está, se acabó! ¡Dejo Brainstomping!
-En cualquier caso… -trató de meter baza el fantasma.
-No, lo voy a dejar yo, no puedo seguir haciéndole daño a Diane.
-Pero…
-Ya sé lo que haré, -se entusiasmó Diógenes- me pondré de nombre Joe y empezaré a comentar los foros americanos, defendiéndola allá donde vaya.
M’Rabo empezó a sentir como sus ojos se inyectaban en sangre, como la tensión dominaba todo su cuerpo y el único impulso que dominaba su cuerpo era el de matar. Y estaba dispuesto a acabar con su patético opresor de una vez por todas, cuando el fantasma comenzó a hablar:
-¡Me tenéis hasta los huevos! -dijo, dejando caer la capucha que ocultaba su identidad- ¡Si voy al infierno por vuestra culpa o no me gano las alas me la trae al pairo! ¡Puta navidad de los cojones!
-Tu… ¡Tu eres Oliver Queen!
-Ay dios -se lamentó M’Rabo- ¡que si que lo he dejado tonto!
-No espera… -dudó- ¡Tu eres Bob Harras!
-¡Como si no lo pusiera en el título del post! -Harras parecía cada vez más irritado- Yo venía a contaros lo terrible que es el futuro, lo mal que van a ir las cosas bajo mi imperio de los trepas si no haceis algo más que quejaros, pero me venís con estas y… ¿Por qué me miráis así?
-Tú… -gruñó Diógenes- Tu pusiste a Liefeld a dibujar los Nuevos Mutantes. Tú pusiste a Lee y Portaccio a guionizar X-Men.
-Tú… -gruñó también M’Rabo- Tú te cargaste a la JSA, pusiste a Liefeld en Hawkman…
-¡TU CONTRATASTE A SCOTT LOBDELL! ¡DOS VECES!
A Lobdell y a Liefeld, sí. ¡Y a Liefeld hasta tres o cuatro veces!
Podría seguir hablando de la ira. De la furia. Del dolor y la sangre. Podría hacerlo, sí, pero no creo que el lector tenga ganas de leerlo con detalle, que para eso ya están 50 sombras de Grey y el dietario de Hannibal Lecter. Lo importante es que a la mañana siguiente Diógenes volvía a estar sentado en aquel banco, y M’Rabo descubría que se había dormido mientras meaba y tenía los genitales congelados. Que no habían conseguido algo de ese espíritu navideño que supuestamente lo cura todo, pero habían logrado recuperar el motor que une a todos los blogueros, a todos los críticos, a todos los que escriben en foros y redes sociales.
Que tal vez todo hubiera sido un sueño, la voluntad de Dios o cualquier otra chorrada de esas que se sueltan en el último episodio para joder la serie entera, pero los dos sabían ahora podrían aguantar un año más de Brainstomping, porque la fuerza que les daba el odio había vuelto.
O tal vez sólo había vuelto para Diógenes, porque en M’Rabo la furia es su estado natural. Tanto da, felices fiestas y todo eso.
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