Angry Birds: Cuando los juegos son peor que la droga

¿Puede un videojuego robarte el tiempo? ¿Puede hacer que te olvides de todo lo que te rodea como si no existiese nada más en el mundo? Pues para que engañarnos, la mayoría hacen eso, que se lo digan a los enganchados a los jugadores de mmorpgs… El caso es que normalmente eso a mí no me pasa, ya pueden estrenar un videojuego tras otro que mas allá de ver el tráiler del mismo no le hare mas caso. Pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, aparece algún juego que consigue hacerme eso. Lo que jamás pensé es que eso me pasaría con un juego para teléfonos móviles, y es esto precisamente lo que me ha pasado con el Angry Birds.

¿Heroína? Ja, esto sí que es una droga dura

La mecánica de este juego de los llamados «de asedio», como suele ser en los juegos para dispositivos móviles, no podría ser más simple. Tienes una serie de estructuras en las que se refugian los malos del juego y un arma con la que lanzas “proyectiles” contra esas estructuras con el objetivo de derribarlas y acabar con todos los enemigos para despejar el nivel y pasar al siguiente. Juegos así ha habido cientos en los últimos años, escenarios medievales en los que usas catapultas o ballestas para derribar castillos, escenarios bélicos en los que usas artillería para derribar edificios… ¿Pero por que donde estos otros juegos han fracasado y han sido olvidados casi de inmediato, el Angry Birds ha sido todo un éxito?

¿Cómo podía nadie engancharse a esto?

De entrada la mayoría de estos otros juegos solían ser feos como el demonio. Decorados pobres y gráficos con pinta de haber sido diseñados veinte años atrás eran lo que abundaba en casi todos estos juegos. A esto había que sumarle unos efectos de sonido de lo más simples, cuando no inexistentes. Esto provoco que pese a que de jugabilidad no andaban mal, no consiguiesen enganchar al público como deberían.

No, en serio, era imposible engancharse, eran jodidamente feos

En Angry Birds por el contrario nos encontramos con un juego en el que han cuidado con mimo todos estos detalles, gráficos coloridos y bien definidos con un aire muy de dibujo animado clásico que nunca te cansas de mirar. Pero no solo es en lo visual en donde este juego supera con creces a sus antecesores, el sonido también ha sido cuidado con esmero, y solo por escuchar los gritos que pegan los pájaros al ser lanzados te dan ganas de jugar una y otra vez, y eso por no hablar de una música que una vez que la escuchas ya no puedes sacártela de la cabeza.

Si es que es tan bonito todo que solo por verlo ya dan ganas de jugar

¿Pero de que va exactamente este juego? Pues su mismo título lo dice, de pájaros cabreados ¿Y qué es lo que más puede cabrear a un pájaro? Que les roben los huevos. Así de simple es la trama, unos cerdos malvados han robado los huevos de los pájaros y estos se han cabreado y no dejaran de luchar hasta recuperarlos. Aquí podemos olvidarnos de ese pseudo realismo de los otros juegos en los que asediamos construcciones con armas más o menos convencionales. Aquí solo tenemos un tirachinas gigante, unos pájaros que parecen mutantes y unos cerdos con tanta maña construyendo refugios como los dos hermanos tontos de los tres cerditos.

Nada jode mas a un pájaro que el que le toques los huevos

Pero los creadores no se han dormido en los laureles y no se han limitado a sacar secuelas del juego en las que lo único que cambia son un par de decorados y el añadir un pájaro nuevo. Con la última versión del juego, el Angry Birds Space, han rizado el rizo. La historia ahora se ambienta en el espacio, y a la hora de lanzar nuestros pájaros ya no hay que tener solamente en cuenta el ángulo y la fuerza del tiro, tenemos que tener muy en cuenta los campos gravitatorios de uno o varios mundos, los efectos que podemos dar a los lanzamientos aprovechando tanto la gravedad como la falta de ella. Y si, también han añadido pájaros nuevos. Con todo esto han conseguido que lo que antes era un juego adictivo ahora sea casi como una droga dura.

Ala, a calcular como coño aprovechar la gravedad de esos tres mundos para darle al último cerdo

Así que si, me he enganchado malamente a este juego y es raro el día que no corro a encenderlo buscando mi dosis de pájaros voladores y cerdos apaleados. Solo doy gracias de ser un tacaño que no cambia de móvil hasta que este se cae a pedazos y que no puedo instalarme en el este juego, que andaría por la calle jugando a esto a todas horas y a estas alturas ya me habría atropellado algún coche. Y si, Diógenes ya hablo en su día de este juego, pero si él puede aprovechar los festivos para reciclar tiras viejas y no trabajar, no voy a ser yo menos.

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