Seguimos con este repaso a Mad Men. Ayer nos habíamos quedado en como a lo largo de la serie podemos ver a los empleados de Sterling Cooper dedicar todo su talento a convencer al público de que debían adquirir los productos de sus clientes. Les veíamos retorcer la verdad hasta tal punto que ya ni siquiera mencionaban las características del producto en sí, sino que se limitaban a utilizar toda su retorica para convencer, engañar mas bien, de que esos productos son imprescindibles.
Y es que no podemos olvidar que si los publicistas destacan por algo es por ser mentirosos. Pero no solo en su trabajo, algo que quedo más que claro en un episodio en el que uno de ellos dijo una frase que se me ha quedado grabada a fuego “Eso que tu llamas amor lo invento un tipo como yo para vender medias”. Pero esto no se limita al ámbito profesional, nunca fue tan cierta esa afirmación del Doctor House de que todo el mundo miente. Mienten a sus amigos, a sus clientes, a sus mujeres… Que la cosa llega a tal extremo que si alguien en esta serie no le pone los cuernos a su mujer es porque aun está soltero.
Pero si alguien brilla con luz propia sobre todos los demás en esta serie, ese es Don Draper (Jon Ham), Director creativo de Sterling Cooper. Es el prototipo del perfecto triunfador. Los hombres quieren ser como él y las mujeres quieren acostarse con él. Un tipo alto, elegante, atractivo… de esos que inevitablemente caen bien a todo el mundo. Es además un héroe de guerra condecorado con el corazón purpura. Pero es todo fachada. Si hace un rato me refería a él como que brilla con luz propia quizás sería más acertado decir que Don Draper es todo sombras.
Pero que nadie me entienda mal, Draper no es alguien malvado, no es un villano. Es simplemente un hombre que ha tratado su vida como si fuese uno de los productos que vende, diseñando milimétricamente como quiere ser y como quiere ser visto. El perfecto prototipo de hombre hecho a sí mismo. Se podría decir que su inmenso talento como publicista es lo único real que tiene. Aunque de vez en cuando podemos atisbar como es realmente y sentir una mezcla de admiración y lastima por él.
En cuanto a la parte técnica de la serie solo se puede decir que es impresionante. La recreación que han hecho de la Nueva York de los sesenta es impecable, el vestuario, la ambientación… Un trabajo casi a la altura del visto en Boardwalk Empire. Esto sumado a los impecables guiones y al trabajo de los actores le ha valido a la serie el reconocimiento de la crítica, tres Globos de Oro y nueve premios Emmy. Incluyendo el Emmy a mejor serie dramática tres años seguidos y un globo de oro para Jon Ham. Buena parte del merito se lo debemos al creador de la serie, Matthew Weiner, quien venía de guionizar y producir las últimas temporadas de Los Soprano (Una de esas series que me avergüenza admitir que aun no he visto) y que ha demostrado de sobras que domina esto de la televisión como nadie.
Actualmente la serie está sufriendo un pequeño parón por lo que es posible que hasta el año que viene no podamos ver la quinta temporada de Mad Men. Lo que no viene mal para gente que como yo aun no había comenzado a verla y que tiene ahora cuatro años de serie para llenar el tiempo hasta su estreno. Aunque algo me dice que el síndrome de abstinencia que tendré al llegar al final de la cuarta temporada será de los gordos.