Ésta es una de las de llorar a moco tendido. Es un manifiesto contra las madres que, subrepticiamente y con empeñó asesino, se meten en los cuartos de sus hijos y les tiran «los juguetes viejos que les sobran». Es todo eso, y es el final ideal para la historia.
Andy, el dueño de los juguetes de las dos películas anteriores, se ha hecho mayor y ya no juega con ellos. Lejos de hacer lo que a la industria juguetera le gustaría (contar no que Andy se ha hecho mayor, si no que ha sustituido los juguetes por la Nintendo DS o la Xbox) la gente de Pixar nos cuenta realmente una historia de gente de tercera edad que es mandada al asilo, en este caso, los jueguetes son donados a una guardería en la que supuestamente sí jugaran con ellos.
Y es ahí donde la película se transforma en un drama carcelario. Porque ni los niños son buenos (cualquiera que conozca a un niño de 3 años sabe como maltrata a sus juguetes) ni los juguetes de la guardería son tan «hospitalarios», porque enseguida se ve que tienen una jerarquía clara en la que son los dueños de la prisión, y se reservan a los niños formales para si mismos, dejando a los más psicópatas para los novatos.
No te fíes. Este oso es EL MAL.
A pesar de toda la carga emotiva del guión y que éste está muy bien plasmado en pantalla, no creo que Toy Story 3 esté al nivel de las últimas de Pixar, como Up o Wall-E. Tal vez sea porque la película tiene un ritmo un poco más irregular, pero la susodicha emotividad de la historia compensa los bandazos que pega, y la ansiedad casi psicótica por maltratar al espectador haciéndole temerse lo peor mantienen el interés de la audiencia. Pixar se ha aprendido muy bien la lección de Disney, y sabes que para que a los niños les guste una película, tienen que acojonarlos o directamente matar a la madre de Bambi. Lo cierto es que pocos habrían pensado que una película sobre juguetes iba a dar tanto de sí, y parece que Pixar guarda el cajón de los juguetes con estilo.
Y, ¿que quereis que os diga? Me alegro mucho de que el viaje acabe aquí. Tras la fusión con Disney, siempre hubo miedo de que Pixar tratara de exprimir la vaca y que todo esto acabara como Shrek, que mejor no hablar de su última película…