Como paso de pronunciarme acerca de Crepúsculo porque, bueno, es momento de crecer y dejar atrás el horror, quiero comentar otra famosa serie. Una trilogía de Best Seller que, la verdad, no está mal. Aunque tampoco es que esté bien. Es extraña mi relación con esos libros ya que aunque no me gustan del todo tampoco me disgustan mucho. Son altamente adictivos, pero el nivel de adicción es el de una plácida Coca-Cola: sabe bien, tiene buen marketing, buen envoltorio. Bebes y bebes y bebes y cuando te das cuenta de has bebido la botella entera. La de dos litros. No es como Crepúsculo. Eso es el nivel de adicción de la cocaína. Es fea, sabes que contiene ralladura de ladrillo y laxante para bebés y encima de hace sangrar. Cuando te das cuenta lo has perdido todo, estás babeando en un lavabo y te has hecho polvo el cerebro.
Las metáforas son lo mío.
Hola, soy Lisbeth Salander, alias Mary Sue. Pero anda que no molo, cojones.
El señor Larsson escribe bien. Es capaz de meterte un ladrillo de veinte páginas acerca de la vida de un personaje que ni siquiera conoces ni ha actuado ni nada y que te sepa bien. El problema es que tienes que hacerte a su modo de presentar a los personajes. El principio de El hombre que no amaba a las mujeres es absolutamente infumable. Lo leí con mucha desgana. ¿Por qué me está contando este señor todo esto? ¿Acaso debería importante? ¿Y por qué Mikael me parece un tío tan gilipollas?
La respuesta es… porque… lo es. Y es que el libro es una mierda hasta que aparece Salander. Oh, Salander, hija de Superman. Patrona de los Asperger. Hacker de película de los 80. Superviviente del maltrato doméstico. Maltratadora de maltratadores. Tatuadora de hijos de puta. Bisexual por afición. Fantasía de pedófilos. Oh, Salander, mi Salander. Verdadera y casi única protagonista de la trilogía. Casi causa y consecuencia de todo lo que ocurre en ella. Y sobre todo: motivo por el cual Millenium puede llegar a brillar. En ocasiones, único motivo. Y esa es la pega.
El señor Larsson es un tipo majo. Era, perdón. Pseudosociata, feminista, crítico con la sociedad sueca y un buen narrador. El problema es que pone casi todo el peso sobre su chica, Salander. El resto de los personajes lo pierde todo en favor de ella. Ninguno está tan bien construido, ni tan detallado, ni tan multifacetado. Todos tienen una vida de lo más movida y, de hecho, no pierde momento en contarte un poco más de cada uno. Acabas descubriendo que una grabó un video porno con su marido, que otro pasó tantos años en la cárcel por tal motivo… pero ninguno llega al nivel de humanidad de Salander. Extraño, teniendo en cuenta que ella es casi una alienígena. Todos los demás caen en un estereotipo u otro. Mikael cansa hasta la nausea. Erika mejora en el tercero, pero en los dos primeros es un poco insoportable por su papel de mujer echada para adelante. Bublanski es el típico poli legal. Bjurman el hijo de puta sádico violador TM. Y ya está. No evolucionan. Todos se quedan igual o casi igual. La única que cambia un poco es Lisbeth porque aprende a tratar a la gente. Y por eso, a pesar de estar bastante cercana al espectro Mary Sue, mola.
Por otro lado están las tramas. La del primer libro es descojonante. Voy a hacer spoilers. Veamos: una chica desaparece, no hay cuerpo, no hay pruebas de su muerte. Nada de nada. De verdad, ¿Cuánto costaba pensar que se había ido por su propio pie? Larsson elimina esa posibilidad poniendo en los labios de Vanger el «no, Harriet no se iría». Y ya está. Punto pelota.
El segundo libro es mejor, pero al mismo tiempo peor. Si lo viéramos todo desde el punto de vista de Lisbeth la trama de misterio se iría al garete. Ella ya sabe todo lo que hay que saber. ¿Por qué le manda estúpidos mails a Mikael diciéndole que investigue? Para que las 600 páginas tengan un poco más de chicha, para eso. Larsson decidió que si IKEA no pagaba, pasaba de escribirles (más) catálogos. Eso sí, es el único libro en el que la trama se resuelve en el final, sin necesidad de un desenlace de doscientas páginas.
El tercer libro es, a mi juicio, el mejor escrito y el más interesante. Por una vez Salander (casi) no lo hace todo con sus superpoderes de Mary Sue y Mikael tiene que pringar e ir descubriendo «el misterio» sin que ningún otro personaje se las dé de sabelotodo y esté tirándole de la manta. Por otro lado, el personaje de Erika mejora, aunque su trama no va a ninguna parte en realidad. La escena del juicio a Lisbeth es realmente buena y dan ganas de aplaudir. Pero cuando termina… ¿adivinais? Un epílogo de cien páginas. Realmente NO necesitaba saber quién le administraba el dinero a Lisbeth en Gibraltar ni a qué alemán rosa se tira después, ni nada de eso. Salander se libra de la cárcel y arregla su vida. Y punto. ¿Por qué es necesario detallarlo todo TANTO, señor Larsson? ¿Por qué necesito saber cuánta RAM tiene el portátil antiguo de Lisbeth y el nuevo? ¿Por qué me importa la vida del camarero que la atiende cuando está borracha?
Son preguntas que me hago.
¿Se puede leer? Sí. ¿Se debería leer? Sí, ¿por qué no? Pero vas a pasar una semana intensa. ¿Me lo recomiendas? Sólo si no tienes inconveniente en leer interminables enumeraciones, sesiones de sexo intergeneracional, expresiones madrileñas en boca de suecos, feminismo, socialismo periodístico, violaciones, hombres calvos, personajes con el síndrome del Capitán Kirk, chicas rebeldes, patadas en la boca, tortura a animales y pasajes bíblicos.
PD – ¿Alguien se termina de creer el modo en el que Mikael averigua la contraseña de la casa de Lisbeth al final del segundo libro o sólo yo me he dado cuenta del flagrante Deus ex machina que se marca el pavo?
Amo a Lisbeth. Punto.
A parte de eso, si, coincido en bastante cosas de las que has dicho. La verdad es que me gustaron bastante los libros, aunque son intragables hasta que cogen marcha, y la única que les da vidilla es Lisbeth por eso, porque todo gira en torno a ella.
Pero bueno, son considerablemente mejores que Crepúsculo xD Es una lástima que el tio palmase. ¡Escribe más!