Batman regresa de la mano de Matt Fraction y Jorge Jiménez

Debo reconocer que con esta nueva etapa de Batman tenía unas expectativas muy altas, después de todo Matt Fraction es uno de mis escritores favoritos y Jorge Jiménez un dibujante espectacular que no deja de superarse a sí mismo. Y con este primer número, que es poco más que un prólogo de lo que está por venir, y que es un tanto tramposo, en el buen sentido, esas expectativas de momento se están cumpliendo y a lo grande. Así que con el aviso de SPOILERS de rigor, vamos a ver qué nos ofrece esta nueva etapa de Batman que en algunos aspectos afortunadamente no es tan nueva.

Pese a que Batman es uno de mis personajes favoritos desde que tengo memoria, con los años me ha cansado cierto enfoque que se le ha ido aplicando cada vez más durante las últimas décadas y que han provocado que ocasionalmente sienta hartazgo hacia él. Básicamente no soporto ese SuperBatman, esa copia mal entendida de lo que hizo Grant Morrison con él en su JLA, que durante demasiado tiempo ha provocado que este parezca más una máquina que una persona, alguien frío, distante y tan perfecto en todo que acaba resultando aburrido. Y aunque es cierto que en los últimos años distintos equipos creativos han ido dando marcha atrás en ese aspecto, con desiguales resultados, yo ya me enfrento a cada nueva etapa del personaje con una mezcla de curiosidad y pesimismo temiendo que cualquier avance en la buena dirección se habrá convertido en un nuevo retroceso y volveré a estar ante una etapa en la que no veré ni rastro del personaje que tanto me gustaba de crío.

Y con este primer número Fraction ha conseguido asustarme, ya que por un momento estuve absolutamente convencido de que iba a ir en la dirección radicalmente opuesta que yo esperaba. Cuando nos encontramos por primera vez a Batman aquí este se encuentra en lo que fue la habitación de Waylon “Killer Croc” Jones en las Torres Arkham (la nueva sede del asilo) y de la que este, quien ha seguido sufriendo mutaciones, ha escapado. Un Batman que lo primero que dice es que está cansado de esas cosas, que él prefiere pensar que Waylon Jones ya no existe, solo Killer Croc, ya que así no se decepcionará más con él y que la gente nunca cambia de verdad. En tan solo un par de páginas tenemos condensado todo lo que ha estado mal con Batman durante muchísimo tiempo, esa imagen distorsionada que para muchas personas es el auténtico Batman. Y en ese momento dudé de Fraction, pensé que este había llegado a la serie en piloto automático para hacer más de lo mismo y cobrar, pero no tendría que haber dudado de él.

Una de las cosas que más me gusta de Fraction es que no es simplemente un guionista muy bueno y bastante todoterreno, sino también muy inteligente, uno de los que disfruta subvirtiendo las expectativas para llevarnos a donde no nos esperamos. Por eso en las siguientes páginas nos encontramos por enésima vez a ese Batman efectivo como una máquina, frío, profesional y parco en palabras, que no duda en atropellar con su nuevo Batmóvil a una banda de criminales que estaban a punto de asaltar a unas chicas. Pero justo ahí vemos un atisbo del Batman de verdad, ese para quien su prioridad es proteger a los inocentes, no castigar a los criminales, disculpándose con ellas por no haber aparecido antes, interesándose por su salud y dejando al coche con ellas para que sus defensas automáticas las protejan hasta que llegue la policía y las ambulancias.

Pero el momento definitivo para mí, el que me ha ganado por completo, es cuando Batman por fin localiza a Killer Croc en un zoo, donde se ha estado comiendo a varios de los animales, y activa sus nuevos electro guanteletes para enfrentarse con él, ese momento que mucha gente ha debido estar esperando… pero que no llega.

Justo ahí Batman se da cuenta de que la doctora de Waylon tenía razón, este ha cambiado, ya no es el hombre que era antes de transformarse ni el monstruo inhumano que fue después, es alguien con la mentalidad de un niño asustado que no entiende el mundo que le rodea. Y para tratar con él no necesita ser un oscuro y violento vigilante, sino una mano amiga que le calme, por lo que se sienta a su lado, se quita la máscara y charla con él, llamándole por su nombre real, para calmarle, llegando incluso a sonreír ante algunos de los comentarios de este. Y ahí el cómic me desarmó por completo, porque ese Batman que yo temía encontrar no está, en su lugar tenemos al que para mí es el auténtico Batman, ese que cuando es necesario sabe ser compasivo y tremendamente humano.

Aunque aparte de ese pequeño momento tan significativo que me hace confiar en que Batman por ahora está en buenas manos, hay otros detalles de interés en este primer número. Por un lado tenemos a Vandal Savage, que sigue en su papel de nuevo comisario de la policía de Gotham y que ha introducido una nueva unidad de agentes provenientes de la seguridad privada, o sea, mercenarios, y dejando muy claro que piensan ocuparse de Batman. También nos encontramos con que el traje de Batman, que Jorge Jiménez ha rediseñado de un modo muy clásico y ha recuperado los colores azul y gris claros que tanto añoraba, es ahora poco menos que un cinturón utilitario en sí mismo, con gadgets por todas partes.

Pero lo más peculiar de todo es la presencia de Alfred, que sigue muerto, pero que aquí aparece constantemente al lado de Batman, aconsejándole como solo él sabía hacer y sin que nadie más parezca verle. Y aunque en DC los fantasmas no son ninguna novedad, el mismo Batman es buen amigo del más famoso de ellos, no creo que esto vaya a ir en esa dirección, sino que Batman, o mejor dicho, Bruce, está lidiando con el trauma de haber perdido a su segundo padre de una forma poco sana y probablemente apoyado por la tecnología, que si fue capaz de crear a Hermano Ojo, no creo que le cueste mucho programar una IA basada en Alfred. Un aspecto que tengo curiosidad por ver por dónde se desarrollará y sobre todo por ver cómo reaccionará el resto de su familia cuando lo descubran.

Y como no, tenemos que hablar del trabajazo que hace aquí Jorge Jiménez, quien se ha convertido en uno de esos extraños casos en los que el dibujante es una constante mientras van cambiando los guionistas, habiendo trabajado en los títulos de Batman junto a James Tynion IV, Chip Zdarsky y ahora con Matt Fraction, pero con la calidad de su trabajo no me extraña que no quieran soltarle. Dejando de lado todas sus cualidades a la hora de narrar, representar la acción, los momentos de pausa o crear atmósfera, que no es poco, con lo que más he disfrutado aquí es con el enfoque que le ha dado al diseño tanto de Batman como de lo que le rodea.

Así nos encontramos con que pese a que el traje de Batman parece llevar encima casi tantos cacharros como Iron Man, sigue pareciendo un traje de tela, uno para el que ha recuperado los colores y las líneas generales del Batman de los setenta y ochenta, con las únicas diferencias de que el cinturón utilitario es más abultado y plausible y que el emblema del pecho ha sido rediseñado y carece del óvalo amarillo, pero por lo demás es un traje prácticamente perfecto que espero que dure mucho tiempo.

Un clasicismo que se aprecia igualmente en el nuevo Batmóvil, que está a medio camino entre el que Batman utilizaba en los setenta pero con el color y algunos elementos claramente inspirados en el de la película de Tim Burton, y que da como resultado uno de los coches (coche, y no un puto tanque) más interesantes que ha tenido el personaje en los últimos tiempos. Por ello yo estoy encantadísimo con que Jiménez siga a bordo de la serie y espero que siga ahí todo el tiempo que quiera.

Y aunque prefiero ser cauto, este comienzo de etapa ha resultado muy prometedor, especialmente porque resulta evidente que Fraction y Jiménez buscan aquí un regreso al Batman más clásico, ese al que tan a menudo he echado de menos y al que solo encontraba de forma puntual en series como la nueva World’s Finest ambientadas en otras épocas. Pero nostalgia a un lado, además esto parece también el inicio de una etapa bastante interesante para el personaje, que continúa donde lo dejó el equipo creativo anterior sin hacer otro de esos borrones y cuenta nueva tan habituales (que hubiera estado feo que Fraction le hiciese eso a Chip) y que con algo de suerte marcará el rumbo de lo que será el personaje en los próximos años. Un rumbo que cruzo todos los dedos para que sea similar al que siga el Batman del nuevo DCU, que ya es hora de jubilar los trajes negros y ese mal llamado realismo.