Tengo una teoría: Nos estamos volviendo gilipollas

Antes que nada tengo que decir que no soy psiquiatra, ni tengo capacidad alguna para diagnosticar o siquiera hablar con propiedad sobre medicina. No la tengo, punto. Voy a hablar de un transtorno médico, pero lo voy a hacer desde lo que estoy viendo últimamente y los estudios que he leído. Y no, por estudios no hablo de youtubers, hablo de papelotes de universidades. Y precisamente por eso tengo que aclarar que ahora mismo no hay estudios concluyentes al respecto… Porque no ha pasado el tiempo suficiente. Pero mi experiencia personal y la de mi entorno me han llevado a pensar que toca avisaros: dejad de ver tiktoks, reels, storys y demás porquerías de videos de consumo rápido. O lo que es lo mismo, el internet os está pudriendo el cerebro.

Y sí, seguramente los que leeis ésto seais las víctimas menos probables de todo esto, porque al final sois gente a la que le gusta leer textos relativamente largos que no repiten machaconamente la misma idea por la esclavitud al SEO de Google o, peor todavía, los ha escrito una IA. Hoy en día tenemos multitud de webs de noticias -de las generalistas, de periódicos «de verdad»- que hacen esa marranada, como para no hacerlo webs sobre tebeitos o videojuegos. Pero ése es el internet al que hemos llegado, el internet de los mensages de 280 caracteres -originalmente eran la mitad, no lo olvidemos- y el de los videos cortos de treinta segundos, uno tras otro. Y éso es lo que me preocupa, porque lo que provoca el consumo de estos contenidos es una estimulación inmediata del cerebro que lo vuelve adicto a esa estimulación constante, hasta el punto de que si no la tiene en todo momento se aburre, pierde el interés… Y la concentración en lo que se está haciendo. Y éso lo vemos constantemente si vamos al cine y vemos a alguien pagar una entrada para ver dos horas de película y en menos de una hora ya está mirando el móvil. Esas luces que antes nos parecían tan raras y maleducadas cada vez son más habituales, porque ya no es una cuestión de que les aburra la película en ese momento, es que son incapaces de mantener la atención el tiempo que dura una película; por eso nos estamos encontrando cada vez más a gente que no ve cine -dura dos horas- pero si series, porque puede asimilar cada capítulo sin perder el interés. Y no, no tengo un título ni un estudio que respalde mi hipótesis, pero para mi cada vez es más una certeza. Lo que es peor, como buen científico loco lo he experimentado conmigo mismo.

Que no es que yo fuera un adicto a los reels esos, ni siquiera tengo un tiktok o un snapchat de esos. Simplemente un día me di cuenta de que cuando veía una película o una serie a veces la dejaba a medias porque veía a un actor que me sonaba y me ponía a buscarlo por internet, dejándola parada y a veces dejando de verla porque la vida se mete por en medio o yo que sé. Que ojo, la vida se mete mucho por en medio cuando pasas de ciertas edades, pero maldita sea la gracia que no fuera capaz de verme una película del tirón y experimentarla como es debido no por fuerza mayor, si no porque me distraía. Y me pasaba también con libros o lo que es peor, con cómics. Y éso si que no. Así que oye, decidí forzarme a apuntar estas cosas y «mirarlas luego». A veces terminaba lo que estaba haciendo y ni siquiera me molestaba en mirarlo porque el mismo libro que estaba leyendo me lo había dejado claro, otras veces la duda seguía siendo legítima y buscar sobre el actor en cuestión enriquecía la película que había estado viendo. Entendámonos, intenté evitar las interrupciones evitables, el que te llamen por teléfono es algo que no es educado evitar en la mayor parte de los casos civilizados (los que no incluyen televenta y demás actividades ilegales y/o inmorales, vaya). Fue una especie de propósito de año nuevo, empezar a recuperar esa concentración de antes de la era de la información, forzarme a concentrarme y… Vaya, en estos ocho meses los resultados han sido sorprendentes; volvía a poder ver una película sin problemas y disfrutarla mucho más tranquilo sin hacer pausas constantes, llevar un tren de pensamiento durante la lectura de un libro o un ensayo ya no es algo que me impulse a verificarlo constantemente, si no algo a repasar más tarde, sin presiones. Es como si hubiera tenido un transtorno obsesivo compulsivo de leerme todas las notas a pie de página de un libro que no las tenía, como leerse From Hell y las notas de Alan Moore todo a la vez, pues no, ahora podía leerme From Hell y releermelo con las notas como me venga en gana. Volvía a ser libre.

Claro, no creo que yo sea un caso extremo. Quiero decir, nunca fui un consumidor compulsivo de reels de esos, ni he llegado al punto de ser incapaz de leer un libro o de supuestamente leer artículos/cómics en diagonal y luego criticarlos enfurecido por internet (éso hoy en día pasa muchísimo, de hecho más de una vez he hecho alguna trampa de ese tipo y no veas lo que pica la gente), algo que he visto muchísimo durante los últimos quince años de internet. Que puñetas, está la teoría de que el 51% del tráfico de internet son bots (lo cual probablemente es verdad) y está claro que la comprensión lectora de un bot da para lo que da. Pero aun así, lo importante de todo esto y lo que espero que se queden todos los que no tienen un transtorno de deficit de atención y todavía son capaces de leer sin perder el hilo, es hacer un aviso a navegantes de que sí, estamos perdiendo la capacidad de concentración porque, como decía Marty McFly, el futuro nos está volviendo gilipollas. Brainstomping tiene instagram -para spamear, no lo voy a negar- pero me niego en redondo a ver reels. He conocido a gente mayorcita haciendo reels, no solo famosos, que constantemente trataron de convencerme de sus bondades, del anonimato que supone el que se borren pasado cierto tiempo -cosa que me parece de una inocencia conmovedora, el creer que Mark Zuckerberg borra algo- y si algo tiene en común toda esta gente es que, cuando no directamente ya venían de casa con un transtorno de deficit de atención/hiperactividad genético, que ya se lo traían de casa, esos comportamientos se le habían agravado gracias a eso, introduciéndole más pensamientos intrusivos, ansiedad y sentir como que sólo conseguía mantener fácilmente los trenes de pensamientos basados en emociones fuertes como el miedo o la paranoia, cuando no otros más agresivos.

Y no, no soy médico. Ni he hecho un estudio, nadie ha podido hacer un estudio, ésta compulsión por los mini videos rápidos solo lleva existiendo menos de diez años, hasta el punto que cuando se lo he comentado a alguna gente -que espero que no lea esto, porque lo mismo me deja de hablar- hasta se lo han tomado mal, pero… Tened cuidado, ¿vale? Los estudios que hay hasta ahora ya dejan entrever que nuestro cerebro no está creado para recibir tanto estímulo constante, que los diagnósticos sobre transtornos de poca capacidad de concentración entre la chavalería y no pocos adultos cada vez son mayores, y aunque esté de moda autodiagnosticarse barbaridades -todo lo que busques en google es cáncer- no está de más recordar que leer un libro siempre fue relajante y te hace ser mejor persona. Odiaría modificar mi cerebro hasta el punto de ser incapaz de leer un libro, de disfrutar de una película que me agarre durante tres horas o de perderme en un buen cómic y tampoco os lo desearía a vosotros. Lo que es peor, mi otra hipótesis es que una «neurona impaciente» no es una neurona observadora, con lo que una persona que se aburra o se distraiga fácilmente es incapaz de leer matices, subtextos y de disfrutar realmente de una buena historia y se queda solo en la superficie. Y eso me aterra profundamente porque sí Marty, en el futuro nos volvemos gilipollas.
Para entendernos, podéis seguir viendo vuestros videos de mierda, pero todo con mesura, tened cuidado. Y por favor, seguid leyendo libros y cómics, que son lo que nos mantiene cuerdos…