Absolute Flash – Jeff Lemire y Nick Robles se lanzan a la carrera con Wally West

La línea Absolute de DC Comics sigue a buen ritmo y manteniendo un nivel de calidad medio bastante alto, por lo que no es de extrañar que se le vayan añadiendo nuevos títulos. Y el que ha debutado esta semana, protagonizado por uno de mis personajes favoritos y con un equipo creativo bastante potente, promete seguir por el mismo buen camino. Porque este Absolute Flash, protagonizado por el mejor Flash de todos, Wally West, y a cargo de Jeff Lemire y Nick Robles, ha comenzado con muy buen pie, siendo uno de esos cómics que saben a poco (en el buen sentido) y que nos dejan con ganas de más.

Hacia años que DC no se encontraba en tan buena forma

La existencia de Wally West, vagando con su padre de una base militar a otra y sin establecer raíces en ninguna parte, es de lo más solitaria. Algo que parece que va a cambiar cuando conoce al doctor Barry Allen, un científico que trabaja con su padre en un proyecto ultrasecreto y que, viéndose reflejado en él, trata de sacarlo de su depresión invitándolo a ser su asistente en el proyecto. Y, pese a que su padre se opone a dicha idea, Wally busca la compañía de Barry, ya que este es la única persona que muestra algún interés en él. Pero cuando Wally visita a este mientras uno de sus experimentos se convierte en una catástrofe, su vida cambiará para siempre y tendrá que correr por su vida como no ha corrido jamás…

Esto es un poco mas espectacular que un rayo derribando unos productos quimicos

Después de lo bien que está funcionando la línea Absolute y el nivel de calidad de la misma, que de momento no decae sino que va a más (aunque yo aún no he conseguido conectar del todo con Batman), era lógico que la línea se expandiese con nuevos títulos. Y este Absolute Flash era uno que esperaba con muchas ganas, ya que se reúnen aquí un personaje y unos autores que me encantan y que, encima, me permiten disfrutar de una segunda versión de Wally tras un montón de años de sequía editorial. Pero, como sucedía con Wonder Woman, Superman y Batman, aunque se trata de una nueva versión en la que sus circunstancias personales son muy diferentes en muchos aspectos, Lemire y Robles han conseguido, como el resto de sus compañeros en sus respectivas series, que este nuevo Wally no sea algo radicalmente diferente y del que solo se mantiene el nombre, sino que sigue siendo un Wally West perfectamente reconocible en todo lo que importa.

Incluso sin Iris de por medio se han vuelto a encontrar

Este Wally sigue siendo un chaval que mantiene una relación tensa con su padre, que en Barry encuentra a alguien que le muestra que lo valora y que, durante una visita a su laboratorio, ocurre un accidente que le cambia la vida dándole el poder de la supervelocidad (no creo que eso cuente como spoiler tratándose del cómic del que se trata). Pero, como en las otras series Absolute, los pequeños detalles marcan las diferencias. Este Wally perdió a su madre y, de momento, no parece que haya una tía Iris alrededor, lo que, combinado con ese padre siempre ausente por su trabajo, ha hundido a Wally en una depresión de la que no ve salida. Barry, por su parte, no es un científico forense de la policía, sino alguien que está desarrollando tecnologías para el ejército que sabe que se utilizarán como armas, pero que él espera poder utilizar también para beneficio de la humanidad. Y, además, hay una especie de fuerzas especiales del ejército, dotadas de armas avanzadísimas, lideradas por un tal Capitán Snart que tienen a Wally en su punto de mira.

Rudolph West nunca es un gran tipo en ningún universo

Esa mezcla de elementos familiares con otros que no lo son tanto, o que han sido enfocados de una manera diferente, funciona igual de bien que en el resto de títulos Absolute, consiguiendo que esto sea más que un simple lavado de cara y evitando que nos encontremos con unos personajes “nuevos” usando los nombres de los que ya conocemos. Y de esos elementos casi nuevos, uno de los que más interesante me ha parecido es el de la salud mental de Wally, algo que ya habíamos encontrado en el pasado ocasionalmente, con este acudiendo a terapia, pero en el que aquí parece que se van a volcar al máximo. Algo que Jeff Lemire ya ha comentado que se debe en buena medida a sus problemas personales con la depresión y la ansiedad, que en el momento de desarrollar este título eran bastante serios, y que utilizó a Wally a modo de válvula de escape para afrontar y procesar lo que le estaba sucediendo. Y, aunque afortunadamente Lemire ya ha dejado lo peor atrás, su proceso para conseguirlo nos ha dejado con un cómic que sin duda tratará estos temas con la seriedad que merecen.

Esto no va a ser solo acción superheroica

Por si todo esto fuese poco, contamos en este cómic con la presencia de un grande como es Nick Robles, un dibujante que no se prodiga tanto como me gustaría, pero con cuyo trabajo siempre es un placer reencontrarme. Aquí nos ofrece unas composiciones de página poco clásicas, pero muy imaginativas y que refuerzan las situaciones que tiene que afrontar Wally, sin que ello entorpezca en ningún momento el buen ritmo narrativo de la historia. Pero, sin duda, lo que más me ha gustado de su trabajo es la forma de mostrarnos los poderes de Wally, ya que refleja su supervelocidad y el desacostumbrado efecto que esta tiene sobre él de una forma bastante original. Así que me muero de ganas de ver de lo que será capaz cuando Wally ya sea un Flash en condiciones y pueda lucirse a gusto.

Robles es muy bueno

Y, aunque es cierto que este primer número ha sido poco más que un largo prólogo que nos ha presentado a los principales protagonistas y sus, en ocasiones, nuevas circunstancias, la trayectoria tanto de Lemire y Robles como de la propia línea Absolute me hacen tener bastantes esperanzas en esta serie. Y es que, al final, esta nueva línea ha sido toda una sorpresa, ya que no tenía ninguna ilusión por este proyecto y algunos de sus títulos han terminado convirtiéndose en los cómics de DC que con más ganas espero leer cada mes, por lo que confío en que este Flash se convertirá en otro de ellos y que con ese Absolute Green Lantern, a cargo de Al Ewing y Jahnoy Lindsay, que está a la vuelta de la esquina, sucederá lo mismo.

Suscribirse
Notifícame de
guest

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

4 Comments
más antiguos
más recientes más votados
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios
Roger
Roger
14 horas han pasado desde que se escribió esto

En la versión original, su padre es un gañán y su madre una harpía, que no debieron casarse. En los 80 ya jugaron con que se divorciaron ambos (con Wally ya Flash) y le tocó al hijo apechugar con ellos (que además el padre era espía del Culto Manhunter, y su madre se entremetía en sus relaciones y le gritaba a Fidel Castro).
Creo que se han olvidado de los padres de Wally en 20 años.

Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
10 horas han pasado desde que se escribió esto
Responde a  Roger

La familia West ya estaba jodida cuando Rudolph era crío (sus padres también tenían lo suyo), lo que no es excusa, que Iris salió normal (no como Rudy y su hermano).

Jesús Manuel Martínez Otero
Jesús Manuel Martínez Otero
10 horas han pasado desde que se escribió esto

Bueno, se nota que con estos cómics quieren hacer algo que sea un poco distinto y parezca nuevo (aunque no lo sea tanto) pero respete a los personajes y su esencia. Y no un Ultimate (algo que simplemente parezca nuevo y modernete y sirva de reclamo de ventas …y menos mal, porque es algo que hoy en día ya ni sirve tanto como reclamo comercial como en los noventa o en los primeros dosmiles).

Zatannasay
Zatannasay
3 horas han pasado desde que se escribió esto

En el fondo no deja de ser volver a contar lo mismo para una nueva generación. El tema es como de bueno les salga. Sin ir más lejos, el tema de que seas un portal a otra dimensión debería ser muy explotable. O la enloquecida percepción del tiempo que alguien como Wally tendría.

Messner-Loebs había apuntado el detalle, de que Barry no subía a aviones porque si cayese el avión, él entraría en modo superlento de percepción del tiempo, pero no podría hacer nada para evitar la caída. Serían horas de angustia esperando lo inevitable.

Luego en la magia del cómic encontraría una manera de salvar el avión. Pero es un apunte real dentro de la irrealidad del género.