Tom King es un guionista que me provoca sensaciones encontradas, hay cómics suyos que adoro y me parecen de lo mejor que he leído en mucho tiempo y otros que desearía poder borrar de mi memoria. Por eso cada vez que se anuncia un nuevo título escrito por él dudo un poco si probar suerte, ya que nunca sé qué me voy a encontrar. Pero dado que esta Helen of Wyndhorn está dibujada por Bilquis Evely, con quien King ya trabajó en la exitosa Supergirl: Woman of Tomorrow, la cosa cambiaba bastante. Después de todo hablamos de una dibujante espectacular cuyo trabajo no me canso de admirar, lo que sumado a que que este comic es una obra original de ambos, y por lo tanto no hay peligro de que se carguen la caracterización de algún personaje que me importe, no tuve demasiados reparos a la hora de darle una oportunidad a este cómic. Y lo que me he encontrado es una serie tremendamente prometedora e intrigante, con unas raíces muy clásicas, y que si mantiene el nivel de este primer número nos espera un apasionante viaje.
Cuando Lilith Appleton aceptó el encargo del Señor Cole de buscar a su nieta y traerla a su hogar familiar, esta no sabía en qué clase de mundo estaba a punto de adentrarse. Helen Cole era una adolescente rebelde que tras la muerte de su padre pasaba sus días emborrachándose y durmiendo en algún calabozo que otro, pero sin dinero y ningún otro lugar al que ir, no le quedó más remedio que acompañar a Lilith para conocer esa parte de su familia de la que su padre no le había contado apenas nada. Pero fuese lo que fuese lo que esta esperaba encontrar allí, sin duda no era algo como la Mansión Wyndhorn, un lugar inmenso, repleto de lujos que rivalizaban con muchos palacios y que escondía muchos secretos de los que su padre aparentemente se pasó toda su vida tratando de escapar…
Expandiendo un poco sobre lo que decía al comienzo, Tom King me parece un gran guionista capaz de realizar grandísimos cómics, pero esa tendencia suya de derivar casi siempre hacia el drama y de pasar a menudo por encima de las caracterizaciones de los personajes que escribe para contar su historia, han acabado provocando que me cueste plantearme el comenzar a leer cada nuevo cómic que saca. Problemas que aquí no existen al tratarse de una serie original, aunque una que le debe mucho a unos cuantos clásicos y no del cómic precisamente, en la que no me voy a encontrar con versiones irreconocibles de personajes que me encantan y cuya esencia se ha visto traicionada. (que King por desgracia es muy dado a eso)
Y también como decía más arriba, también ha ayudado y mucho que este cómic esté dibujado por alguien como Bilquis Evely. Esta es una artista, y con ella no utilizo ese apelativo a la ligera, con mayúsculas a la que desde que descubrí en el segundo volumen de The Dreaming no me he cansado de admirar. Su elegante, intrincado y detalladísimo estilo la convierte en una dibujante que provoca que nos recreemos casi con cada viñeta, analizando cada pequeño detalle de escenarios que parecen “vivos”, tanto cuando nos lleva a parajes de ensueño como a lugares más propios de una pesadilla. Cualidades que aquí destacan en cada página, sumados a su habilidad para recrear esos años treinta en los que se desarrolla la historia, y especialmente en cómo es capaz de crear una atmósfera cada vez más tenebrosa en torno a esa enorme mansión llena de misterios.
King y Evely realizan aquí un magnífico trabajo elevando la tensión de la historia poco a poco, comenzando con algo que podría estar sacado de una versión estadounidense de Downton Abbey para ir convirtiéndose poco a poco en algo muy diferente. Durante todo el cómic ambos juegan con las expectativas e ideas preconcebidas del público en torno a esa antigua mansión en medio de la nada y sobre su misterioso dueño, ese Barnabas Cole del que su propia nieta no sabía nada y que se encuentra ausente a su llegada. Algo que llevan a cabo jugando con las claves de los géneros del misterio, la fantasía e incluso del terror gótico, llevándonos en diferentes direcciones para que no tengamos nunca del todo claro en qué tipo de historia nos encontramos. Un juego con el que a ratos uno acaba casi compartiendo las incertidumbres de sus protagonistas, quienes también van descubriendo poco a poco que aquel lugar y su dueño no son exactamente lo que esperaban.
Un juego de engaños que confío en que se mantenga a lo largo de la serie, que nunca tengamos del todo claro qué esperar y que esta se siga guardando unas cuantas sorpresas, aunque sean como las de este comienzo que se intuyen si uno presta algo de atención a los detalles. Porque me da algo de “miedo” que en el segundo número ya se desvele del todo de qué va realmente esta serie, y que a partir de ahí nos encontremos con algo más convencional que se limite a seguir los caminos marcados por las influencias que han servido de inspiración a este cómic, convirtiéndose en un mero homenaje a aquellas viejas historias sin aportar nada realmente novedoso.
Pero pese a esos temores de momento me sigo reafirmando en lo dicho, estamos ante una serie con un comienzo más que prometedor y que a mí particularmente me ha enganchado por cómo toca determinados temas y géneros que me encantan, así que cruzaré los dedos para que esta Helen of Wyndhorn vaya a más y nos siga sorprendiendo número a número. Algo con lo que aún no estoy del todo convencido porque Tom King es para mí un guionista algo irregular capaz de lo mejor y de lo peor y ya me he llevado alguna decepción que otra con su trabajo. Con lo que sí que no tengo duda alguna es con el enorme talento de Bilquis Evely, una dibujante increíble de la que espero que obtenga todo el reconocimiento que realmente merece.
El arte me recuerda un poco a Alfredo Alcala, artista filipino con un estilo muy reconocible de dibujo (hacía muchas rayitas, ya saben las rayitas como en las nubes y lor árboles en la imagen de la mansión; no sé nada de arte no sé explicarlo mejor) y de “rotulador” (el estilo de los textos).
Lo que he leído de Tom King es como lo que he leído de Christopher Priest; es bueno hasta que no lo es. Pero a lo mejor no sería bueno si no fuera así. Se atreve y prueba cosas que son interesantes por lo que me sorprende lo aburridísimo que es este número 1; es un prólogo extremadamente largo (tan así que tiene su propio prólogo) y quiere que muerdas con algo que no tiene nada que ver con ese prólogo. Presenta un escenario (un buen escenario; que quede claro) con tanta parsimonia que adormece y la forma en que quiere hacerte saltar del adormecimiento te deja diciendo “me has dormido para despertarme para esto?” (el giro final no me gustó para nada).
Para mí es el mismo problema de siempre; no me gusta eso de dejar cosas sin contar para enganchar al lector (distinto de dejar cosas sin contar porque el lector no las necesita). Engancha con lo que cuentas o como lo cuentas pero no diciendo o dejando entender que lo vas a contar más tarde. Y lo que aquí se cuenta no engancha; porque está demasiado ocupado dejando cosas sin contar a cada paso que da.
Me gustó mucho su Omega Men (pese a convertir a los personajes a los que tenía cariño en una panda de cabrones), no puedo decir lo mismo de Adam Strange (es una buena historia pero no es una historia de Adam Strange porque ese no es Adam Strange …y mejor no hablar de su versión de la JLI en Blanco Humano). También me gustó si Supergirl. Y su Mister Miracle. No tanto su Batman (aunque alguna historia sí me parece buena). Tengo todavía sin leer su Superman…y Gotham City: Año Uno, que compre no hace tanto.
Es que es leer su Adam Strange y preguntarse “¿Por qué? ¿Por qué usas tus poderes para el mal?” pero a la vez no puedes negarle lo suyo; ojalá encuentre ese punto medio en el que sigue siendo distinto e interesante como en Mister Miracle pero sin romper tanto que pareciera no querer dejar nada detrás de su paso.
Yo por eso prefiero que siga haciendo comics como este, personajes que aunque tengan una inspiración evidente en obras anteriores vayan por su lado y pueda llevar sus historias a los extremos que hagan falta.
A mí no me molesta tanto el atrevimiento con los personajes como me molesta lo mal hechas que usualmente son esas historias. Prefiero un Jim Owsely que quiere sacudir las cosas que un Wacker que te quiere hacer un Redux del Spiderman “joven soltero en la gran ciudad”.
Su Adam Strange prefiero olvidarlo, y su Danger Street casi que también. En Wonder Woman esta bastante mejor, al menos ella esta reconocible, lo que me falla es que el villano y sus motivaciones me parecen ridículas, pero al menos tenemos ahi a un Daniel Sampere espectacular.
Siendo esto solo el primer capitulo de una historia a medio/largo plazo, es completamente lógico que no lo revele todo, que no es un comic de los sesenta.
Por eso digo que es el mismo problema de siempre que tengo con los cómics modernos. A algunos autores e historias se los perdono más que a otros pero es una de las cosas por las que prefiero leerme cosas de los ’70; te quieren decir algo y casi no pueden esperar a decírtelo en algunos casos.
Por eso digo que es el mismo problema de siempre que tengo con los cómics modernos. A algunos autores e historias se los perdono más que a otros pero es una de las cosas por las que prefiero leerme cosas de los ’70; cómics clásicos te quieren decir algo y casi no pueden esperar a decírtelo en algunos casos.
La brasileira es una dibujante excelente.
El mal de «vengo a contar mi historia» pasando por encima de los personajes es ya un mal inevitable en las grandes de superheroes.
Toca ver que hacen, preguntandose si conocen a los personajes o si les importa mantener sus personalidades.
El viejo guionista de la casa, conocedor de arcanas cronologias es una reliquia a conservar.
Le echo un vistazo. Pero sí. La dibujante es muy buena.
Ahí parte del problema son los editores, son quienes deberían frenar a los autores que quieran ponerlo todo patas arriba porque su historia es mas importante, pero a veces parece que editores así hay pocos.