Mientras veo por la tele con envidia a aquellos afortunados que ya han pasado de fase yo sigo aquí atrapado con Diógenes, quien lentamente con el pasar de los días se ha ido convirtiendo en un monstruo irreconocible (mas aun de lo que solía serlo). Por ello me he sentido tan identificado con el cómic que reseñamos hoy por aquí, Capitán América: The End de Erik Larsen, en el que el patriótico héroe tiene que hacer frente a una horda de monstruos sin fin, victimas de una epidemia mundial (como no podía ser de otra forma) y contra quienes la victoria parece imposible.
El Capitán América ya ni recuerda cuanto tiempo lleva luchando esta guerra en solitario y sin fin que se desató cuando la muerte de Cráneo Rojo provoco la difusión de su “polvo de la muerte” mutando a todo quien entrase en contacto con el y transformando a sus victimas en copias de el mismo con un solo objetivo en su mente, extender la infección a cualquier precio. Pero pese a tenerlo todo en contra el Capitán América se niega a rendirse, a perder la esperanza, y mientras le queden fuerzas seguirá luchando para liberar a la humanidad de esta plaga…
Yo estuve apunto de no leer este especial básicamente por la manía que le tengo a todos estos proyectos de “The End” que tan de moda estuvieron hace unos años y que solían ser tremendamente deprimentes. Es cierto que había excepciones como ese enorme Fantastic Four: The End de Alan Davis que rebosaba optimismo por los cuatro costados, pero en general esta linea de cómics no me dejo un buen sabor de boca. Pero no hizo falta demasiado para convencerme de que leyese este especial, básicamente Diógenes (cuando aun le quedaba algo de cordura) solo tuvo que decirme dos palabras para hacer que corriese a leerlo, Jack Kirby.
Y es que Erik Larsen, un mas que ferviente admirador de Kirby, a quien artísticamente le debe muchísimo, ha aprovechado la premisa de estas historias de “The End” para crear una historia que el propio Kirby podría haber firmado. Cualquiera que se haya leído su etapa en solitario en Capitán América en los 70 se encuentra aquí con un cómic que casi podría ser un numero perdido de esa etapa, con una amenaza de esas mas grandes que la vida, y un Capitán América desatado que parece mas un ejercito de un solo hombre que el propio O.M.A.C. Un ritmo vertiginoso que casi no da respiro al lector, golpes que casi parecen salirse de la pagina y un héroe imbatible que no sabe lo que es rendirse (aunque como cualquier humano tenga sus momentos de duda) Algo que se aprecia también en su estilo artístico, que aunque no esta a la altura del Rey (aunque ¿quien lo esta?), es imposible negar lo muchísimo que le debe a este.
Pero homenajes merecidisimos a un lado, con lo que mas he disfrutado de este cómic es con el nada disimulado doble mensaje del mismo. Por un lado tenemos esa lucha implacable contra toda forma de fascismo al que hay que derrotar como sea, reflejado aquí en esos Cráneos Rojos que odian a todo al que es diferente y para quienes los débiles son solo alimento. Una lucha que nos afecta a todos, pero que en el país de Larsen parece mas necesario que en ninguna otra parte. Y por otro lado tenemos ese optimismo (casi) inquebrantable del Capitán América que le impide rendirse y le hace seguir luchando hasta el final, sin perder la esperanza aunque la victoria parezca imposible, otro mensaje que tal y como esta el mundo también es muy necesario.
Así que tanto si uno es fan de Kirby, de Larsen o del Capitán América o simplemente quiere pasar un rato entretenido, este cómic es perfecto para ello, que aunque no es algo que vaya a pasar a la historia o a revolucionar el medio, es un cómic muy divertido que cumple a la perfección con su objetivo y encima nos transmite un bonito mensaje ¿Que mas se puede pedir? Quizás se podría pedir que Diógenes dejase de ser como es y abandonase esos lamentos reclamando su derecho al carajillo, las porras y el domino en el bar de la esquina, pero creo que para eso ni el Capitán América podría mantener la esperanza. Yo por mi parte seguiré escarbando en mi carpeta de “pandemias de ficción” que de forma sorprendente no parece mermar nunca y preparar algo para el resto de la semana, que hay que seguir manteniéndose fiel a la cuarentena.
No sé que películas te montas, pero lo más parecido a una porra que he probado en mi vida fue aquel día en el que los churreros se pelearon y tiraron todo el género al contenedor de basura de aquí al lado. Que por cierto, fue culpa tuya, ¡que ya hay que tener mala sombra como para meterles una rata en la freídora!
Yo lo que saco de todo esto es que sois madrileños.
Eh, sin faltar! Lo que sí que tienes que sacar de esto es que M’Rabo miente más que habla!
Llamáis porras a los churros, ¿qué quieres que piense?
Él los llama porras, pero eso es porque es un jodido degenerado!
A mi no me mires, yo soy de Wakanda
por la descripción creo que son mas de Badalona que cuando fui de turista caray creí que no iba irme nunca, textual
Larsen es supercrítico con la derecha americana, y no tuvo empacho en sacar a su Savage Dragon promoviendo a Barack Obama como candidato. Y ahora denuncia a Trump y sus disparates.
Aunque quizá ese comic debería venir en un mensaje que dijera: niños, ninguna epidemia se cura zurrando a los enfermos, no hagáis como el Capi en eso.
Yo personalmente prefiero como historias del Capi en un futuro distópico la de CAP IS ALIVE! o del famoso What if 44. En la primera los nazis han ganado la guerra y en la segunda el Capi despierta en los 80, cuando la derecha más rancia gobierna suprema.
No creo que el pobre Larsen supiera lo que se nos venía encima cuando escribió este cómic, como para ocurrírsele un mensaje adecuado a los tiempos que corren.
Que agradable queda el dibujo de Larsen en esta historia.
P.D: alguien sabe que le paso a Ian Rogers? el hijo de zola adoptado por Rogers en la etapa de Remender? se quedo en el limbo??
Apareció por ultima vez en la miniserie Hail Hydra de Secret Wars y nunca mas se supo de el, ni siquiera le han vuelto a mencionar. Supongo que querían promocionar tanto a Sam Wilson como nuevo Capitan America que no les interesaba que pudiese haber otro heredero al escudo dando vueltas por ahí.