Joe Straczynski ha dejado ya Marvel y DC para volver a Image, la editorial en la que empezó su carrera como guionista de cómics. La cuestión es que, como me resulta complicado leer una historia de ángeles y demonios que no sea de cachondeo después de leer Predicador, pasé de su gran regreso a su editorial, Ten Grand. Aun así, y como Joe suele compaginar más proyectos que Jonathan Hickman jarto de speed, no ha tardado casi nada en sacar otra serie, Sidekick, y esa sí que me la he acabado leyendo…
¡Anda que no tienen vicio en EEUU por dispararle a la gente que va en descapotable!
Sidekick recupera a Tom Mandrake -un veterano al que no se le veía mucho últimamente- para contar la historia de Barry Chase/FlyBoy, el sidekick del superhéroe de turno que siempre ha vivido a la sombra de su mentor, Red Cowl. La vida le iba bien en aquellos tiempos con su compañero millonario, y de vez en cuando hasta conseguía salvar la ciudad el solito y todo eso. Pero la cosa se va al cuerno cuando Red Cowl es asesinado al más puro estilo JFK y la única herencia que le deja es un montón de deudas. La historia empieza años después de la caida en desgracia de FlyBoy, cuando después de montones de intentos de ser un héroe por su cuenta han fracasado y es un perdedor que utiliza su condición de superhéroe para conseguir felaciones gratis.
Pues si esto le pasa a «Robin», imagínate como estará Alfred…
A falta de ver como evoluciona la cosa, Sidekick se me ha hecho una historia un tanto trillada a estas alturas. En los casi 30 años que han pasado desde Watchmen, el género de superhéroes ya ha explotado bastante el concepto del superhéroe caido en desgracia, y series recientes como el Irredeemable de Mark Waid han conseguido darle la vuelta de tuerca suficiente como para darle cierto interés. Pero eso no pasa con Sidekick, que a falta de un par de spoilers que he omitido -más que nada para no reventar lo mejor del primer número- parece un más de lo mismo al estilo del Nemesis o el Supercrooks de Millar, en los que se crea una idea supuestamente transgresora y luego no hay nada más allá de la superficie.
Creo que se ve claro que Barry Chase es más Jason Todd que Dick Grayson.
Pero habiendo salido hasta ahora sólo dos números, es pronto para juzgar a Sidekick. Aun así, y teniendo en cuenta también que Waid también ha tocado el tema de los sidekicks en Insufferable, Joe Straczynski tiene bastante complicado sorprender con esta serie. Pero tengo la sensación de que también esta bastante más centrado que en series de universo ajeno como «Superman: Grounded» -jamás podré tragarme la tontería de Superman dando paseos a pie por EEUU- o sus últimos trabajos en Marvel -con tostonazos como The Twelve o la enésima versión de Los Dioses Perdidos en Thor-. Sabemos que Joe es bueno, le hemos visto hacer grandes cosas -Babylon 5, sí-, pero uno empieza a preguntarse si es que este hombre no trabaja demasiado, o se curra cada cosa que hace demasiado poco. Afortunadamente, Sidekick no va a contar con los problemas que tuvo en Amazing Spider-man con las interferencias editoriales o su incapacidad para caracterizar personajes ajenos, con lo que esperamos que el Straczynski de principios de la década pasada este de vuelta. Personalmente, voy a ser optimista y creer que sí, que el Straczynski sin domesticar por un editor es lo mejor que le puede pasar. El dibujo de Tom Mandrake me ha recordado a ratos al de Brent Anderson para Astro City, y eso no deja de ser bueno, asi que si Joe espabila y demuestra lo que vale antes de que nos aburramos, Sidekick puede llegar a merecer la pena.
El mayor problema que le he visto a Straczynski aquí es que tras lo que han hecho con el genero Mark Waid y Garth Ennis todo lo que cuenta esta serie sabe a poco.