Podría empezar diciendo todo aquello de que llegó un día en el que los héroes más poderosos de la Tierra se juntaros para derrotar a un enemigo común, pero entonces estaría mintiendo y hablando de los Defensores -aunque a día de hoy casi todo el grupo original ya está en los Vengadores de una u otra forma-. Pero empezaremos por 1963, una Marvel en plena expansión y un Stan Lee mirando a su jefe Martin Goodman con ojos de cordero degollado.
Es el poster del 30 aniversario, pero también vale…
Tras veinte años de fracasos y tener una redacción compuesta de un solo hombre -Stan Lee-, Marvel parece empezar a remontar el vuelo. La salida de Fantastic Four ha puesto el mercado del cómic de superhéroes patas arriba y el trabajo de Stan Lee y Jack Kirby esta dejando en ridículo la doctrina Weisinger que plaga en esos momentos a DC y a sus vacas sagradas como Superman. De repente, el público ya no acepta las historias imaginarias de Superman, y hasta las historias que salen de la oficina de Julius Schwartz parecen cuentos troquelados cuando las comparas con la tragedia de un hombre forzado a convivir con la familia de su mejor amigo pese a que éste es el responsable del accidente que le ha desfigurado la cara. A los niños les gusta lo que publica Marvel, pero ni siquiera las buenas ventas pueden evitar que DC Comics les tenga agarrados por los testículos.
Así estaba Iron Man en el mes en el que salió Avengers #1.
Y es que Martin Goodman, el propietario de Marvel, tuvo que hacer durante los 50 un pacto con olor a azufre. Resulta que, tras un fallido intento de expansión editorial y de contar con su propia distribuidora, Marvel no tuvo más remedio que firmar con su competidora directa la distribución de sus propios cómics. La gente de DC, fieles a los orígenes de la empresa, establecieron cláusulas leoninas al acuerdo -al fin y al cabo, para Goodman era o aceptar el acuerdo o cerrar la empresa- siendo la más sangrante de todas ellas la que obligaba a Marvel a no publicar nunca más de ocho series al mes. En los 50 y con Marvel al borde de la bancarrota absoluta, sin ningún personaje de renombre y publicando comics de romance, monstruos y westerns sin ninguna relevancia, para Marvel no dejaba de ser un salvavidas. Pero con los bombazos que Stan Lee y Jack Kirby estaban produciendo en los 60, Marvel se ahogaba bajo ese contrato.
Y así estaba Thor. La verdad es que ninguno de los dos estaba en su mejor momento…
La forma en la que Stan Lee sorteó el acuerdo consistió en colocar a los nuevos personajes en historias de unas 12 páginas bajo cabeceras ya existentes; por ejemplo, Iron Man se publicaba en Tales of Suspense, Thor en Journey into Mystery y El Hombre Hormiga se publicaba en Tales to Astonish, siendo en aquel momento Fantastic Four y Amazing Spider-man las únicas series en las que los personajes tenían su propia cabecera. En DC no eran tontos, y a sabiendas de que el éxito de Marvel a corto plazo les venía bien, llegaron a permitirles la publicación de cuatro series más. Pero Stan Lee no las tenía todas consigo, sabía que el futuro de la empresa dependía del arraigo de los personajes en el lector, asi que necesitaba que se retroalimentaran entre ellos; las apariciones como «estrella invitada» en Fantastic Four o Amazing Spider-man ya no eran suficientes, los personajes que vivían «de alquiler» bajo cabecera ajena no podían correr la misma suerte que Hulk, el único fracaso de la editorial. Asi que, repitiendo la misma fórmula que veinte años antes había dado lugar a la Justice Society of America -la de crear una serie con todos los personajes que no tuvieran serie propia- Stan Lee se sacó de la manga a Los Vengadores. Que, por cierto, en aquel momento no tenían nada que vengar…
¡Igualico que en la película, tu!
Los miembros fundadores del grupo son los que ya conocéis, Hulk, Thor, El Hombre Hormiga, La Avispa e Iron Man, que se enfrentaban a Loki y después de encerrarlo en un tanque de plomo, decidían que no era mala idea eso de juntarse para apalear a pobres villanos solitarios. Sin embargo los roces entre personajes típicos de Stan Lee no tardaron en hacerse notar, y Hulk abandonaría el grupo en el siguiente número, iniciando una saga en la se daría un teamup de Hulk y Namor contra los Vengadores, unos esquimales adorando el cuerpo congelado del Capitán América y, por supuesto, el regreso del Capitán y su ingreso en el grupo -y lo del hombre espárrago derrotando a los Vengadores, mejor lo dejamos para otro día.
Ah, la inocencia racista de los cómics de antaño…
Sin embargo, la serie pronto empezaría a decaer en calidad. Tanto Lee como Kirby estaban más implicados en otros proyectos y el éxito de la serie y su posterior paso a una periodicidad mensual no dejó de ir mermándola poco a poco. Kirby dejaría la serie en el número 8 y la dejaría en manos de Don Heck, que aunque nadie puede negar que haga un buen trabajo, no es la fuerza de la naturaleza que es Kirby y durante toda su etapa se ve forzado por Lee a imitar el estilo de su antecesor, haciendo un trabajo que cae en los tópicos y que carece de frescura. Consciente de ello y harto de tener que cuadrar las agendas de sus personajes con serie propia -en aquellos tiempos eso de la «continuidad» se llamaba coherencia argumental-, Stan Lee decide sorprender al lector a base de volver a su idea original de hacer de los Vengadores un vivero de nuevos personajes y cambia el reparto de la serie por completo, haciendo que todos los miembros originales del grupo dejen la serie y poniendo en su lugar al Capitán América, Ojo de Halcón, Mercurio y La Bruja Escarlata; de repente la serie se ha convertido en un montón de exvillanos y el pobre Steve Rogers intentando no llevar el barco a pique mientras sus compañeros estan fuera.
El Capitán América era el único miembro del grupo con serie propia -compartida con Iron Man- pero como sus historias se desarrollaban en la segunda guerra mundial, no daba dolores de cabeza de continuidad.
Las cosas no le irían mal al grupo, y los nuevos personajes acabarían ganándose al público. Un año después ya volvería al grupo el Hombre Gigante y la Avispa, y tras un baile de entintadores, Don Heck empezaría a entintarse a si mismo y la serie empezaría a salirse de la sombra de Kirby. El otro creador de la serie, Stan Lee, empezaría a dejar la serie en el número 35, empezando a coescribir la serie con Roy Thomas a partir de ese número y hasta el 39, en el que Thomas figuraría como único escritor de la serie. Y llegados a este punto, toca hablar de quién es Roy Thomas y que significó para los Vengadores…
Algunos le conocen más por Conan, pero donde lo partió de verdad fue en Vengadores…
Roy Thomas era un fan de la JSA, de los cómics de DC de la edad de oro y el editor de su propio fanzine sobre el medio, y a mediados de los 60 consiguió cumplir su gran sueño: trabajar para DC Comics. Había trabajado en un guión de Jimmy Olsen y Mort Weisinger, el editor de Superman, le había contratado de asistente. Todo habría ido de maravilla de no ser porque Weisinger era un cretino y un miserable que trataba a sus trabajadores como basura, cosa que a un pobre chaval que acababa de salir del nido le hundió del todo, con lo que tras una semana dudaba si abandonar el puesto. Sin embargo y justo cuando las cosas parecían ir a peor, un Stan Lee desesperado por delegar labores editoriales le llamó y le contrató como su asistente. Claro, la comparación entre Lee y Weisinger era odiosa; Stan siempre había sido el encantador de serpientes, el tipo que quería llevarse bien con todo el mundo, asi que Thomas se quedó encantado con su nuevo jefe y mando al cuerno a Weisinger. Así y a lo largo de los años posteriores, Lee consideraría a Thomas como su heredero, y Los Vengadores sería una de las primeras series que le iría dejando en herencia. La importancia de Thomas es aún mayor todavía cuando nos damos cuenta de que es uno de los primeros guionistas de Marvel perteneciente a una generación criada en los cómics de superhéroes.
Los Vengadores de Thomas y Buscema, la Biblia de lo que debe ser un cómic de Vengadores.
La etapa de Thomas en los Vengadores sería muy larga, y acabaría siendo el trabajo por el que se consagraría como profesional. Si bien la etapa de Lee es la de creación y suele ser considerada como más primitiva, la de Thomas es la de consolidación de la serie y sus personajes, acabando de reafirmar el molde definitivo de cual es la serie y cuales son sus personajes; todas las series tienen un marco de referencia al que acaban volviendo a pesar de todos los cambios que se den en ella a lo largo de la serie, y es la etapa de Thomas la que funciona como esa referencia. Pero tampoco vayamos a darle todo el mérito, porque en el número 41 de los Vengadores haría su aparición un tal John Buscema, un dibujante de cómics de los años 50 que había dejado el medio para dedicarse a la publicidad y que, desencantado con los Mad Men, decidió volver a su verdadera vocación de dibujar cómics. Thomas y Buscema congeniaron rápidamente, y para el número 50 de Avengers ya podían considerarse lo mejor que había en el mercado después de Lee y Kirby.
Avengers 77, una crítica al capitalismo en la que los Vengadores ayudan a un fabricante de armas a salir de una crisis. Ver para creer.
Como cómic de estos primeros años de Vengadores podría haberme ido a la saga Kree-Skrull (con dibujantes como Barry Windsor Smith o Neal Adams, canela fina) o haberme quedado con la etapa Kirby. Sin embargo creo que es mejor reconocer la tarea de John Buscema en la serie en un número corriente, sin grandes fanfarrias, un número entre grandes historias de continuará que, sin ningún problema, podría haber pasado como algo realizado veinte años después. El número en cuestión es el 77, con fecha de portada de Junio de 1970 y en el… Los Vengadores trabajan en la demolición de edificios para pagar el alquiler. Literal.
Tony Stark pasó de las armas a las municiones, y luego directamente a fabricar ordenadores y radiocassettes. En la etapa de Busiek hacia navegadores web, y hoy en día… Yo que sé que hace…
La cosa se pone más complicada cuando nos enteramos de que el que ha contratado a Los Vengadores es un tal Cornelius Van Lunt, que ha machacado economicamente a Tony Stark con el único propósito de forzar a los Vengadores para trabajar para él. Tras pasarse todo el número diciendo lo malo que es Van Lunt e insinuando que es el responsable de varios actos criminales, en la resolución del cómic se descubre que es inocente de lo ilegal y culpable de lo inmoral, con lo que los Vengadores se despiden de Van Lunt diciéndole que algún día la justicia podrá caer sobre él… Cosa que más tarde si pasó con todo aquel follón del Zodiaco, pero esa es otra historia y mejor contarla otro día. Lo importante es que, para cuando Thomas deja la serie a principios de los años 70, los Vengadores son una de las series estrella de Marvel por encima de Fantastic Four y llevan casi una década a años luz de su competencia más directa, Justice League of America.
Thomas acabaría dejando la serie en el número 104, y su sucesor, Steve Englehart, no tardaría en enfrentar al grupo contra los Defensores por el título de Héroes más Poderosos de la Tierra…
«Algunos le conocen más por Conan…»
Thomas deberia figurar a estas alturas como «segundo» creador del personaje( junto con Buscema).
«Tony Stark pasó de las armas a las municiones, y luego directamente a fabricar ordenadores y radiocassettes. En la etapa de Busiek hacia navegadores web, y hoy en día… Yo que sé que hace…»
Nada. Vive de rentas.
No te lo voy a negar, pero aun así lo mejor de Thomas en Conan son las adaptaciones de historias originales de Howard. Pero dejando de lado a Conan, sus mejores trabajos fueron Vengadores y X-men, que están a años luz de su trabajo en los 80.
Pero después de derribar casas es cuando se ponen a destruir mundos y todo eso, no? Lo típico en los Vengadores…
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