Todos hemos pensado alguna que otra vez lo diferentes que hubieran sido nuestras vidas si hubiésemos tomado diferentes decisiones a lo largo de ella. Y leyendo este comic uno no puede evitar la sensación de que algo así se le debió pasar por la cabeza a Joe Kubert a la hora de escribir esta historia. Porque esta es la época en la que el creció, él fue uno de esos niños de clase baja de Nueva York que vivió los últimos años de la gran depresión viendo como los mafiosos vivían como querían. Y sin duda, en esos años, tuvo la oportunidad de ir por el mal camino y ganar un dinero fácil trabajando para la mafia como debieron hacer muchos de sus compañeros de colegio o vecinos del barrio. Por suerte para todos Kubert estaba demasiado ocupado dibujando y convirtiéndose en el gran artista que nos lego cómics como el Jew Gangster/Gangster Judío que hoy nos ocupa.
Y así podría haber sido la vida de Joe Kubert
Todo lo contrario es lo que le sucede al protagonista de Jew Gangster. Reuben “Ruby” Kaplan es el hijo de un trabajador de una fábrica de ropa y una cocinera, ambos inmigrantes Judíos Polacos, quienes junto con su hermana pequeña Rifke viven en un barrio de Brooklyn. O más bien debería decir que sobreviven, la vida no es fácil en la Nueva York de los años treinta y los Kaplan apenas ganan lo suficiente para vivir, pero tienen un techo sobre sus cabezas, no les falta la comida en el plato y son honrados. Pero eso no es suficiente para Ruby, el no quiere pasarse el resto de su vida en un trabajo de mala muerte ganando lo mínimo y pasando estrecheces, el quiere vivir a lo grande y conseguir que sus padres no tengan que volver a trabajar y que no le falte de nada a su familia.
Lo de ser pobre pero honrado no iba con Ruby
Pero pese a sus nobles intenciones el camino que escogerá Ruby para conseguir su objetivo de una vida mejor para su familia no es precisamente igual de noble. En aquellos años en los que la ley seca había hecho florecer los negocios de la mafia, había mucho trabajo para chicos que quisieran ganarse unos dólares haciendo de mensajeros para los pequeños jefes mafiosos. Y cuando en un par de horas podías ganarte el salario de media semana de un trabajo honrado, seguro que fueron muchos los jóvenes que se dedicaron a ello sin pararse a pensar en el camino que estaban empezando a recorrer. A lo largo de las páginas de este gran cómic veremos el ascenso de Ruby en el escalafón de la mafia y el precio que tendrá que pagar por querer abandonar una vida de penurias por el camino más fácil…
Y así es como entra uno en el mundo del crimen
A estas alturas no se que mas puedo decir de Joe Kubert que no haya dicho ya con anterioridad, simplemente era uno de los mejores en lo suyo y lo demostraba con cada cómic que hacía, y este no es una excepción. Esta historia además tiene el valor añadido de que no está basado en documentación o en historias contadas por otros, todo esto fue parte de su infancia. El Brooklyn que vemos aquí, con sus vendedores callejeros, sus comerciantes, sus mafiosos… es el de su niñez, es el barrio en el que Joe Kubert creció y del que salió para convertirse en una leyenda del cómic.
Y que esta imagen aun este de actualidad…
La pena es que no le dedicase más tiempo a esta faceta suya de autor completo que centro último tramo de su carrera y su vida, pero imagino que era difícil sacar tiempo para hacer cómics mientras se dirigía una escuela y se daban clases en la misma. Pero pese a que estas obras suyas más personales no son tantas como nos gustaría, si son más que suficientes para recordarnos que el mundo del cómic sufrió una gran pérdida con su muerte.
«Incluso a los aspirantes a mafioso les gustaba Superman»
Lo mismo sostenia el sabandija de Fredric Wertham.