Ahora que ya hemos acabado con la semana de Wonder Woman, vamos a volver a lo de siempre, a recordar todos los cómics que publicó DC en el mismo mes en el que Alan Moore empezó a trabajar para ellos. Hoy nos toca decir que Roy Thomas es un tío que admiramos y al que el mundo del cómic le debe grandes historias, pero que a veces… A veces…
Arak es un primo de Conan al que, según esta portada de Ron Randall, es el Langui cimmerio.
Para hablar del número 29 de «Arak, Son of Thunder» primero tenemos que hacer un poco de historia. Allá por finales de los 70, Roy Thomas ha renunciado a ser el gran heredero de Stan Lee en Marvel y ha dejado que otros (Wolfman, Wein, Conway…) manejen la editorial. Más o menos le han dejado hacer y deshacer a su gusto trabajando en Conan o en Star Wars, escribiendo lo que le iba apeteciendo. Sin embargo, la llegada de Jim Shooter al poder cambia un poco las cosas, los viejos capos del lugar pierden su poder y ocurre la gran espantada de autores a DC. Uno de los autores que se fugan es Roy Thomas (aquí teneis la versión de Jim Shooter de la historia) que pretende seguir escribiendo Conan mientras hace otras cosas en DC. Marvel no consiente tener las «migajas» de la competencia y le deja sin Conan, con lo que Thomas decide crear su propio Conan en DC, Arak.
Arak sigue teniendo los brazos deformes, pero no tanto.
Dejando de lado el estropicio que es esta portada de este número 29 en el que no se salva ni el logotipo de la serie, en el cómic en sí Arak es un pelín confuso; Tenemos a un indio (Arak) rodeado de amazonas que lo estan proclamando el nuevo defensor vitalicio del altar de Artemisa. Pues… ¿Vale?
Blablabla, nombres raros, blablabla…
Resulta que Arak esta todo loco en un ardor divino o no se qué, y que por eso está de sacerdote/protector de Artemisa. Sigo sin entender nada…
Ah vale. Ahora lo entiendo todo, ¡haber empezado por ahi!
Mientras tanto, nos cuentan como un señor ciego tiene en arresto domiciliario a un sátiro. Un sátiro de esos de patas de cabra y que tocan la flauta, vamos. Resulta que es un amigo de Arak, que no sabe que ha sido de él y mientras tanto se gana un dinerillo exhibiendose en la casa del ciego. Sin embargo, el negocio se va al cuerno cuando les atacan estos:
El Conde Drácula, Mefisto, el Barón Mordo… Todos los magos siniestros son iguales, asi que este lo lleva escrito en la jeta.
El tío raro (el más raro de todos, vaya) es un tal Máximus, un mago de cientos de años que busca la inmortalidad. Por lo visto hace un par de siglos alguien le corto la cabeza y eso le resulta un poco molesto a la hora de mover el cuello, asi que piensa sacrificar un sátiro a Artemisa para conseguir la inmortalidad esa y arreglar su pequeño problema de cervicales. Tras una pequeña bronca, se carga al viejo y captura al sátiro, dejándolo atado en medio del monte como sacrificio a Artemisa:
Amazonas, Dyanna… ¿Intenta Roy Thomas decirnos algo?
Arak es el nuevo verdugo de Artemisa y el encargado de realizar los sacrificios, asi que ya sabemos lo que le toca…
Arak, así no vas bien para resultarme simpático y darme ganas de comprar tu próximo número…
Poca cosa nos han contado en este número, ¿no? Lo peor de Arak es que es un clon de Conan que no es fácil de leer. Desde un primer momento vemos como apesta a copia de Conan, pero a diferencia del cimmerio, Arak no es muy comprensible, tirando de referencias medievales totalmente deformadas por el propio Thomas que nos marean un poco. No acabamos de saber dónde se desarrolla la historia o que esta pasando, aunque lo mismo es mejor que no lo sepamos.
En Arak, Roy Thomas era su propio editor, pero todos los derechos de lo que creaba se iban para DC. No es que la serie mereciera mucho la pena, pero teniendo en cuenta que lo había creado todo el solito, creo que el trato era poco justo.
Por lo visto, Arak es hijo de un dios indio de la tormenta que, escapando de niño de un enemigo de su padre, es enviado a los vikingos para que cuiden de él, que lo cuidan hasta la mayoria de edad. Buscando sus orígenes, Arak viaja por toda Europa, Asia y América para encontrar a su pueblo y ponerlo a salvo. Una historia completamente lógica e interesante, con un personaje a juego dentro de toda la desfachatez que es esto. Llegados a este punto, lo normal es que os cuente que fue del personaje pero, ¿a quién le importa? Roy Thomas volvió a Marvel tres o cuatro años después y pudo volver a su añoradísimo Conan, John Buscema dibujó otro montón de sus guiones y el universo volvió a estar en su sitio, sin acordarse de Arak ni en lo más mínimo. Y bien que hace.
¡Por fín algo de Batman! Porque seguro que mola, ¿nooo?
La semana que viene nos toca el número 367 de Batman, en el que Doug Moench intentará enseñarnos si copiar a Bruce Wayne con Marc Spector merece más la pena que contar historias del propio Caballero Oscuro.