Continuamos hoy donde lo dejamos ayer, con repaso al interesante documental Frank Miller: American Genius dirigido por Silenn Thomas, llegando a la parte que toca el peor momento de la vida y la carrera de Miller y lo que le costo sobreponerse a ello. Y como no, también toca hablar de mi breve pero emotivo encuentro con uno de esos autores cuyo trabajo he admirado durante muchísimo tiempo y que pensé que jamas tendría la oportunidad de tener delante.

Como no podía ser menor el documental también dedico su espacio a hablar de los trabajos independientes y mas personales de Miller, en los que contó con grandes colaboradores como Geoff Darrow (Hard Boiled) o Dave Gibbons (Give Me Liberty), y de sus primeras incursiones en el mundo del cine como guionista de Robocop 2 y 3 (aunque yo, personalmente, le sigo teniendo mucho cariño a Robocop 2). Sin embargo, estas experiencias no fueron muy agradables debido a la interferencia del estudio. Aun así, Miller volvió a trabajar con el personaje en la miniserie Robocop vs Terminator, para la cual llamó a su viejo amigo y compañero de estudio Walter Simonson para que se encargase del dibujo. Y, por supuesto, entonces llegó Sin City, el cómic en el que Miller abrazó con todas sus fuerzas otra de sus pasiones, el género negro, para crear una obra única que no dejó indiferente a nadie.

Allí, cuenta Miller, fue cuando comenzó a tratar de simplificar su estilo al máximo, buscando un minimalismo y abstracción diferentes en estilo, pero no en intención, a los de sus admirados Hugo Pratt y Alex Toth. Eliminó cada vez más las líneas y dejó que las manchas de negro contaran la historia. Un comic que le llevo a volver al mundo del cine gracias a Robert Rodríguez, quien tras descubrir el comic le propuso a Miller realizar una adaptación del mismo, algo a lo que Miller era reticente tras sus pasadas experiencias. Pero tras asegurarle Rodríguez que aquí no había interferencias de ese tipo ya que el era el dueño de su propio estudio y mostrarle una corta escena que había realizado para demostrarle lo bien que se podía trasladar el comic a la pantalla, Miller dio luz verde al proyecto y acabo co-dirigiendo la película.

Entonces llega uno de los momentos más duros del documental, un aspecto que me sorprendió que se abordara y, especialmente, de una forma tan directa y honesta por parte de Miller: su alcoholismo y todo lo que rodeó aquellos peores años de su vida. Miller recuerda cómo llegó a un punto en el que el consumo de alcohol ya no le permitía dibujar, pero creía erróneamente que le ayudaba a escribir. En aquella época solo podía pensar en cuándo abrirían de nuevo los bares de su barrio, y cada vez que pensaba que se estaba matando lentamente, bebía más para acallar esos pensamientos, porque no se le ocurría otra cosa que hacer.

Este problema coincidió con su rabia por los atentados del 11-S, que le afectaron profundamente como neoyorquino de adopción. Comenta que aún podía recordar el olor que quedó en el aire tras los ataques. Esa ira, combinada con su pésimo estado debido a la adicción y sus amistades con personajes siniestros como Andrew Breitbart y su entorno, desembocó en dos de los momentos más bajos de su vida. Por un lado, la publicación de Holy Terror, aquella lamentable fantasía anti-Al Qaeda, y por otro, sus durísimas críticas contra los manifestantes de Occupy Wall Street. Este último episodio lo recuerda en el documental con vergüenza, sin atreverse a mirar a la cámara del todo, reconociendo lo fuera de lugar que estuvo y que alguien como él, quien siempre había defendido el derecho a la libertad de expresión, no era quién para criticar a los demás por cómo ejercían ese derecho. Algo de lo que aunque Miller admite que se debia al mal estado en el que se encontraba, no elude su responsabilidad, y le honra reconocer de una forma tan publica uno de los peores momentos de su vida y carrera.

Pero, aunque el documental es bastante extenso y más exhaustivo de lo que esperaba, hubo algunas ausencias notables. Por un lado, no se habló de los proyectos actuales de Miller a través de su sello editorial Frank Miller Presents (FMP), donde colabora la propia Silenn Thomas y donde, entre otras cosas, se ha publicado una secuela de Ronin con guion de Miller y dibujo de Philip Tan y Daniel Henriques. Pero más llamativa fue la ausencia de algunas figuras clave en su carrera. Denny O’Neill, quien seguía vivo cuando se comenzó a desarrollar el documental, no apareció en él, aunque quizás falleció antes de que pudieran entrevistarlo y no consiguieron material de archivo donde hablara sobre su experiencia con Miller.

Tampoco apareció Lynn Varley, su exesposa y colorista de algunos de sus trabajos más memorables, de quien Miller habla con mucho respeto y admiración en varios momentos del documental. Y la última ausencia notable es la de David Mazzucchelli, con quien Miller realizó Daredevil: Born Again y Batman: Año Uno. Sin embargo, Silenn Thomas comentó en la charla tras la proyección que Mazzucchelli es una persona muy reservada, que les costó concertar la entrevista y que esta no llegó a tiempo para el montaje del documental presentado, aunque sí aparecerá como extra en la edición doméstica, aunque sin dejar claro si sucedió lo mismo con Varley.

Tras el documental, tuvo lugar un pequeño coloquio con la directora, Silenn Thomas, al que, poco después, se unió, de forma nada sorprendente, el propio Frank Miller (había una silla vacía en el escenario desde el principio, lo que dejaba poco margen para la sorpresa). Durante el mismo pude ver a un Miller muy entrañable y bromista, llegando a reirse de sus propios chistes cuando le tomaba el pelo a sus compañeros de coloquio o a algunos miembros del publico como ese chaval que le dijo que el queria ser autor de comics y que pasos deberia dar para ello, a lo que Miller le respondio con un sonoro DON’T! Acompañado de carcajadas y una respuesta mas serie sobre que lo mejor que podia hacer era leer mucho y leer de todo y vivir muchas experiencias. Una imagen radicalmente diferente de la que tenía del autor, a quien siempre había considerado alguien bastante más hosco y huraño.
No es el coloquio del documental pero podemos ver a Miller y Thomas hablando del mismo
Y finalmente, tras una espera cada vez mas tensa a medida que se acercaba el momento de tener a Miller delante, me llego mi turno. Dada la organización de esta sesion de firmas, y que Miller no realizaba dibujos, solo dedicatorias, el tiempo que pude pasar ante el fue minimo, y solo pude llegar a darle las gracias y decirle que habia sido un honor conocerle. Después de eso, me marché con mi ejemplar del número 165 de Daredevil, un cómic que, en su versión de Fórum (que no encontré, así que conseguí una copia en inglés), fue uno de los primeros del personaje que leí y releí hasta desgastarlo. Su portada siempre me encantó y ahora tengo que enmarcarlo para colocarlo en algún lugar de honor, como se merece.

Aunque fue una experiencia breve, para mí valió muchísimo la pena y será uno de esos recuerdos que me acompañarán durante muchísimo tiempo. No todos los días se tiene delante a alguien que ha sido tan importante para el mundo del cómic, no solo en el género de superhéroes, sino en general. Así que cualquier oportunidad de este tipo que uno pueda aprovechar, hay que hacerlo sin dudarlo. Y, de paso, animo también a quienes tengan la oportunidad de ver el documental a hacerlo, ya sea en algún festival o cuando salga en edición doméstica, ya que ofrece un retrato en profundidad de uno de esos autores que realmente se merecen el apelativo de genios.

Ahora ya tienes tu parte de Historia fetichista, en forma de trazo de bolígrafo.
Afortunado.
Miller es un bendito. por lo poco que se le ve, da una imagen de bondadoso, simpático y un poco pasado de vueltas de todo.
La foto haciendo promoción de Dark Knight ¿Hace cuantos millones de años fue?
La foto…cuando éramos jóvenes e ingenuos. Una eternidad.
Muy grande Lynn Varley también (nunca lució tan bien Miller como con su color).
No sabía que Miller había tenido problemas con el alcohol (le honra reconocerlo públicamente). Desde luego con Occupy se pasó tanto que sonaba casi a auto-parodia.
Sobre Robocop no guardo buen recuerdo de la 2 ni de la 3, aunque alguna escena me hizo gracia. Eso sí, la miniserie me sorprendió muy gratamente.
Me pregunto si Roger McKenzie sale mencionado en el documental.
Desde luego debería, pero de McKenzie se olvidan casi todos. La mini de Robocop vs Terminator (con Simonson!) estaba simpática (aquí la leímos tardísimo pero al menos sí se pudo leer en castellano).
Yo también tenía la impresión de que era medio hosco pero cuando lo conocí, aunque también con una interacción breve, me pareció una persona con muy buena actitud.
En mi caso, yo elegí que me firmara un tomo de la miniserie con Romita Jr. Curiosamente, cuando le lleve a JR el tomo para tener la su firma, se sorprendió de ver la de Miller y me firmó con su nombre completo en lugar de la JR JR que normalmente utiliza.
Nunca he entendido esa política de firmas limitadas con tickets o incluso pagando, ya no hablemos de EEUU. De hecho me resulta chocante que cuando esto no se hacía era cuando había más lectores de comics.
Recuerdo que la firma más agradable que he tenido fue con la ya fallecida Purita Campos, ilustradora de «Esther», justo cuando el personaje tuvo un «renacer». Yo lo había leído desde cria y le llevé un ejemplar muy antiguo para firmar. Purita era un encanto «Este es tan viejo como yo» me dijo sonriendo y hablamos un ratito, donde me desviví indicándole lo importante que ella fue para que yo leyera comics.
Creo que ahora solo haría cola «limitada» por Claremont.
Purita era muy maja. Su amigo Edmond (que continuó alguna de sus series para Holanda, y que ha acabado viendo al fin completo su Jan Europa, no como Purita, que no vivió lo suficiente para ver lo mismo con su Esther/Patty) también. Y Trini Tinturé (Emma es encantadora). Edmond Fernández Ripoll cumple años el día 29 (el mismo que mi hermano).
«A veces siento que desperdicié mi tiempo dibujando cómics, pero no sé hacer otra cosa.» (Frank Miller).
Felicidades a M, Rabo y envidia insana de ellos tengo. Por cierto, gran elección del comic a firmar, encuentro hasta raro que no le causará sorpresa, supongo acostumbrado a otros comics más «emblemáticos».
Y gracias también por devolverme mi admiración por él, que con su Daredevil me llevó de nuevo a comprar comics después de un parón de años, al revelarme su adicción, que también desconocía, no sé dónde me informó que nunca leí nada al respecto. Y no es que agradezca su problema, es que en parte «justifica» algún desbarre ya comentado aquí.
Un saludo.