Para terminar este repaso sobre cómo era empezar a leer X-Men durante los últimos 50 años, me gustaría volver a los orígenes y rescatar un documento publicado por Tom Brevoort en el que Stan Lee hacía un retrato a grandes rasgos de los miembros originales del grupo. A más de uno le va a resultar curioso, vamos con ello:
Lo primero que nos salta a la vista es ver que Lee indicaba voces de actores de Hollywood para sus personajes, indicando en parte su personalidad. Así, Charles Xavier sería Leslie Howard -actor británico famoso por sus papeles en La Pimpinela Escarlata o Lo que el Viento se llevó, fallecido durante la Segunda Guerra Mundial-, Scott Summers Anthony Perkins -y sí, ya había hecho Psicosis en aquel momento- Hank McCoy Tony Randall -seguramente por su papel de secundario cómico en Pijama para Dos/Lover Come Back-, Warren Worthington un joven Gene Barry -por la época hacía bastante televisión en programas como La Hora de Alfred Hitchcock- y Jean Grey/Bobby Drake se quedan sin actor, siendo definidos como la voz de una hermosa jovencita de diecisiete años y la de un típico quinceañero, pero no una voz molesta; es un buen chico.
Respecto a las características de cada uno, Lee describe a Xavier como la mente mutante más brillante del mundo, confinado a la silla de ruedas «por un accidente de juventud» y calvo a lo Yul Brinner. Serio, inquieto e intenso, se toma muy en serio su papel del líder del grupo y es un telépata de tremenda inteligencia. Por su parte, Scott Summers es «un Hamlet de hoy en día», un líder de campo del grupo serio y retraido, preocupado por sus propios problemas y con unos ojos que sin protección pueden crear un daño tremendo. Hank es tremendamente extrovertido, usa palabros rarísimos siempre que puede, su cuerpo y gestualidad de gorila se contradice con el hecho de que es un empollón en toda regla. Tiene un gran sentido del humor y es simpático, además de ser tremendamente agil como un mono. Y ya pasando a Warren Worthington tenemos el polo opuesto en lo físico, un pijo extremadamente guaperas capaz de volar con sus enormes alas.
Finalmente las descripciones de Bobby Drake y Jean Grey son las más vagas y tópicas de todas, siendo Bobby el más joven del grupo y «normal», capaz de congelar su cuerpo y tirar bolas de hielo y formar toboganes de hielo a partir de su propio cuerpo, mientras que Jean… Oy Jean, Jean es tremendamente enamoradiza -está colada por el Profesor, Cíclope, Ángel y dios sabe quién más- y es telequinética, capaz de levitar y mover objetos con su mente. Termina Stan lee con una nota especificando que todos los miembros del grupo son mutantes y viven en secreto en una escuela para «jóvenes talentos» tratando de defender a la humanidad de los mutantes malvados. Y esto eran los X-Men en 1963.
Claro, la situación ha cambiado un poquito. Dejando de lado los típicos retconeos como la causa de la lesión medular de Xavier, personajes como Jean Grey ya fueron otra cosa en tiempos de Roy Thomas y no digamos ya en la época de Chris Claremont, en la que llegó a ser la protagonista de la mayor parte de su etapa inicial. Y hablando de aquellos cómics suyos junto a John Byrne, también nos encontramos que en la parte posterior de uno de sus originales venía escrito lo siguiente:
Esto viene a ser una hoja de ruta de que era lo que tenían planeado Claremont y Byrne para la serie entre 1979 y 1981, siguiéndose más o menos a rajatabla hasta el final de la saga del Club Fuego Infernal y la primera manifestación de Fénix. Por lo que se ve, la idea original era que la historia acabara con Xavier derrotando a Fénix, pasando a que el grupo se separara casi cada uno por su cuenta mientras el Ángel, Kitty y el Hombre de Hielo guardaban el fuerte en la mansión. Esto nos habría dado probablemente la historia del Wendigo de Lobezno y Rondador en Canadá e historias de Tormenta, Coloso y Cíclope en solitario, además de una saga de Cíclope en la que aparecería «un robot» y en la que aparecerían el Doctor Extraño, Ultron y los Vengadores, para finalmente reunir el grupo al final de 1980 con un probable enfrentamiento contra La Mole. Y los planes para 1981 son ya los más difusos, con un supuesto enfrentamiento entre Lobezno y Dientes de Sable que conllevaría la muerte de este último y la de Mariko Yashida, la pareja de Lobezno por aquellos tiempos, dejando para mediados de año con el número 150 de la serie el regreso de Fénix y el segundo round de su enfrentamiento con Magneto. Y aquí se acaba todo.
Si algo nos dicen estos documentos es que las historias cambian hasta el último momento, y con las propias historias cambian las identidades de los personajes. Kurt Busiek en 1977 le exigía a Claremont que mantuviera la serie como en tiempos de Stan Lee -la pelirroja enamoradiza- mientras que yo mismo le exigía a Morrison en 2001 que mantuviera las identidades de los personajes tal y como las había dejado Claremont. Y me equivocaba, porque lo que Morrison tenía que haber hecho era construir sobre lo anterior y no pasar por encima de ello, porque la «creación por derribo» puede funcionar muy bien para atraer nuevos lectores que buscan el borrón y cuenta nueva, pero… ¿Y si el nuevo lector se ha enganchado dos o tres números antes del reboot? Si ya le costaba en aquel momento entender ciertas cosas, con el reseteo saldrá corriendo. Respetar las historias que contaron tus antecesores -por malas que sean- forma parte del trabajo de editores y guionistas, e incluso deshacer las barrabasadas de Lobdell o Ellis -sí, el Excalibur de Ellis es muy olvidable- puede dar pie a muchas historias la mar de interesantes. Como lectores, el ignorarlas puede darnos cierta satisfacción, pero lo suyo es apañar, remendar y reconstruir como es debido.
Y ésa precisamente es la gran lección que saco de toda esta serie de post, que al final lo importante no es recapitular, no es decirle constantemente a los lectores quién es quién en la serie ni lo que llevan haciendo los últimos doscientos números. No creo que sean necesarias ni siquiera las añoradísimas cajetillas-resumen de los 70 o los dramatis personae clásicos de DC, lo importante es que la historia esté bien hecha. Que los personajes sean consistentes consigo mismos, que el mundo este bien construido y se mantenga sólido, un todo coherente y verosímil. Tanto guionista como dibujante tienen las suficientes herramientas de caracterización como para que en 24 páginas el lector sepa quienes son los personajes sin necesidad de estar leyéndose un resumen, de conocer el conflicto sin echar en falta conocerse al dedillo veinte años de continuidad. Empezar a leer zutanito man por el número trescientos quince debería ser una labor de descubrimiento, de entrar a un nuevo mundo, y nunca debería empezarse con la actitud de «mira lo que me he perdido, es imposible que me ponga al día». Joder, ni puta falta hace que te «pongas al día».
Y sin embargo Chris Claremont se pasará sus quince años en la serie recordándonos que «se llama Tormenta y controla el clima», que las garras de adamantium son «capaces de cortar el acero como la mantequilla un cuchillo caliente» y demás frases introductorias que son hasta motivo de burla hoy en día, pero en su día era lo que provocaba que la gente pudiera empezar a leer X-Men y sentirse uno más, subirse al culebrón de culebrones en marcha y querer quedarse. Cosa que no, no daban ganas de hacer con los X-Men de Lobdell, los de Morrison o los de Brubaker, porque a los primeros se enganchó el personal por la serie de animación, a los segundos sólo vino la gente por Morrison y como vino se fue y a los terceros… Joder, con lo bueno que es Brubaker y lo mala que es su etapa. Lo más importante para que un cómic sea accesible a los nuevos lectores es que el cómic sea bueno, lo más importante para que un cómic haga que los lectores se queden es mantener la intriga del qué pasará después. Tristemente hace mucho que ambas cosas se perdieron para X-Men, porque para destruirlo hizo falta muy poco, pero para reconstruirlo se necesitarán muchos años. Y por eso, repito, el verdadero problema nunca estará en hacer que los cómics sean accesibles para los nuevos lectores, está en hacer tebeos los suficientemente buenos como para que les interese comprar los siguientes números.
Me da lástima que M’Rabo volviendo a los Nuevos Mutantes por Cable se lleve por delante la conclusión de la serie de posts. Esos cómics son objetivamente malísimos pero durante al menos media década Marvel publicó cómics que eran buenos porque tenían «arte dinámico», un personaje misteriosos venido del futuro y un culebrón patético rozando lo surreal, o eso dice Harras (y no me vengan con Heroes Return; que Busiek y PAD le salvaran los horrores que los de arriba le obligaban a hacer no lo redime de nada)
Bueno es subjetivo. Tanto que hasta puede provocar divisiones en sitios de WordPress (Remender hizo tanto daño que ya nadie recuerda como eran las cosas por aquí antes de la Civil War de Brainstomping).
La cosa es que está el Universo Marvel (Tierra-616) y en el están lo bueno y lo bien hecho.
Que Claremont levantara una franquicia de la nada es testamento a su talento (lo bueno), que pudiera hacerlo es testamento al trabajo de sus editores; Wein, Goodwin, Stern Simonson, Nocenti (lo bien hecho). Y que eso no fuera a costa del universo Marvel es testamento a la visión de esencialmente dos personas Stan Lee y Jim Shooter (antes de 1985, puto X-Factor. También mencionaría a Len Wein pero se marchó a DC a potenciar a Wolfman).
Hoy en día no tenemos esa confluencia de talento, trabajo y visión.
Sufrieron una década en que no existía ninguno de esos tres y luego se renació pero pareciera que siempre a costa de una de esas tres. Quesada te hacía Marvel Knights, Jemas te hacía Ultimate, y la filosofía Vertigo es malentendida y copiada. Así que o tienes talento (MK), o visión (Ultimates, BMB), o trabajo (mal trabajo editorial, pero trabajo al fin). Y la confluencia es la excepción o al menos lo es para quienes pensamos en el universo Marvel como algo más que un producto que vender a como de lugar (lo que es pasar de las «constricciones de la continuidad» a las «constricciones del mercado»).
¡Y VIVA PAUL SMITH!
No sé que tiene que ver lo de M’Rabo -más allá de su divismo, para no variar- pero si te diría que los dibujantes también juegan un papel importantísimo para que alguien se quede o vuelva una serie; cuando Neal Adams se puso a dibujar X-Men -y Green Lantern, y lo que fuera- arrastraba a un montón de lectores, pero también contaba con guionistas como O’Neil o Thomas que tenían el oficio suficiente para que en la colaboración entre ambos te dieran una historia a la altura.
Que claro, con Liefeld solemos decir que la especulación fue la que lo hizo reventar, pero dejando eso de lado, el que Liefeld u otro dibujante llegue a una serie y la ponga patas arriba no hace que el interés del lector sea «perdurable». Si hablaba de que Morrison trajo lectores a X-Men que se fueron con el propio Morrison, con los dibujantes es hasta peor todavía, porque siempre tenemos un pico de ventas al principio de la etapa pero que no suele consolidarse si el guión no está a la altura.
Vamos, que a pesar de que es el dibujante el que carga con el grueso de la narración y en muchos casos lo que hace que el lector se acerque a una nueva serie, es la historia la que hace que se quede.
A lo que venía es que son temas distintos la accesibilidad y la permanencia. Son dos cosas diferentes un buen cómic y uno comprensible. A ti la Saga del Oso Místico te parece un buen cómic y te enganchó a Los Nuevos Mutantes; pero para M’Rabo en su juventud (que también es un ejemplo de lector) esa saga no era tan accesible como si lo eran Los Nuevos Mutantes con Liefeld. Buen cómic vs mal cómic; ambos validos puntos de entrada con validos legados (la película que aún no sale de Los Nuevos Mutantes vs. Deadpool 2). Aquí bueno por lo tanto no define nada.
Luego tomo en cuenta los otros puntos y divido entre el Universo Marvel: la regla general de que por sobre todo se mantenga la coherencia del universo Tierra-616. Lo bueno: los Steve Englehart, los Jim Starlin, los Steve Gerber (exacto, es subjetivo), los Chris Claremont, los Frank Miller, los John Byrne, etc. Y lo bien hecho: comenzaste con un cómic de Gary Friederich; ¿dirías que es un cómic mal hecho? ¿dirías que es malo el de Steve Seagle? ¿o los de Kirby o los de Neal Adams? Aquí es donde cae Liefeld; sus cómics no solo son malos si no que también son mal hechos.
Se podría decir que expandía porque soy muy pesado con la semántica incluso cuando soy el mayor pecador cuando se trata de generalizar y no ser especifico por la tontería.
Y sí, el tema de la colaboración en los cómics es que el arte es importantísimo pero sin historia que contar se quedan en nada. Por eso digo que Ditko y Kirby hicieron a los personajes icónicos mientras que Stan Lee los hizo perdurables (con su idiosincrasia, con su talento como escritor/editor y sí, con eso de tirarse de Walt Disney y ser la cara de Marvel). De todos modos, la verdadera perdurabilidad viene de la coherencia del relato como dices, que el universo sea creíble como un todo, que es lo que elevaba estas historias por encima de «simples historias imaginarias».
No me vale M’Rabo como ejemplo porque él no es un nuevo lector, es un tipo que se reengancha a la serie porque ve un dibujante (y una campaña de publicidad) que le llama la atención lo suficiente como para volver a leerla. Y para colmo de males estamos hablando de un lector que en aquel momento ya estaba fidelizado con los mutantes hasta el punto de que se compraba absolutamente todo lo que sacaba Marvel de mutantes, así que me parece que es un ejemplo en las antípodas de lo que es un «nuevo lector».
Que ojo, hay gente que empezó a leer cómics con Spawn, con los X-Men de Lobdell, con tebeos malísimos, pero aun así que un cómic sea considerado «bueno» o «malo» es una cuestión de perspectiva; los cinco primeros números de Spawn tienen un coloreado, maquetación, entintado, dibujo o hasta guión mejor que la media de lo que edita Zenescope. Los dos pueden parecerte horrendos, pero es que es indiscutible que uno tiene una calidad mayor. Pero claro, tanto el cómic de Zenescope como Spawn beben del trabajo de autores mucho mejores, de constructos inventados por grandes pioneros del género, y hasta copian/repiten historias ajenas que pueden llamar la atención a alguien que no los conoce en absoluto. Pero por supuesto -como no- a la larga se les ve el cartón y el lector acaba dejándolo porque ha conocido algo mejor; y puede que le siga guardando cariño a Spawn por ser su primer cómic y tal, pero en realidad sabe que Predicador le da doscientas vueltas pese a que te diga barrabasadas como que no le gusta el dibujo de Dillon.
Y ahi está el meollo del asunto: Si un cómic es bueno se lee bien, se entiende, funciona. Si un cómic es malo hay cosas que no entenderás y según te guste o no tu cerebro rellenará los huecos de forma positiva o negativa, con lo que a medida que vayas leyendo los siguientes números y esos huecos se vayan rellenando con algo que no sea tu imaginación, te darás cuanta de que el cómic no es tan bueno como tu pensabas y pasarás a otra cosa. Y sí, eso es algo que a todos nos ha pasado un millón de veces.
Bueno, elegí mal el ejemplo pero la idea sigue siendo la misma; debe haber una cantidad no menor de nuevos lectores que eligieron a Cable por sobre Sienkiewicz (bien a la primera?). Pero como ya comenté en lo de Seagle; accesible y buen cómic no son lo mismo (estoy seguro que muchos cómics de Cary Bates son perfectamente entendibles). Y la ecuación «buen cómic = accesible» se puede poner en duda con La Saga del Oso Místico (que aunque nos duela mucho, hizo casi lo contrario a atraer nuevos lectores) porque la accesibilidad también tiene lo suyo de perspectiva.
Por eso separar «bueno» y «bien hecho», porque no digo que Los Nuevos Mutantes de Sienkiewicz estuvieran mal hechos pero son obviamente experimentación sobre normas de narración que deben ser aprendidas. Y Liefeld si es directamente mal hecho, pero el nuevo lector no sabe mejor y se lo traga porque a primera vista parece más un cómic convencional que los collages y cosas de esas (y lo digo yo que me enganchó una portada de Dave McKean). Y como ya dijimos el que sea «bueno» o «malo» es un tema de perspectiva.
Y si, ya luego puedes darte cuenta que Liefeld es basura y La Saga del Oso Místico es dos creadores increíbles haciendo una gran historia; pero a esa altura ya no eres un nuevo lector.
Si quieres accesibilidad no basta solo con «bueno», necesitas también el «bien hecho». Y si quieres un lector que vuelva a por más necesitas «bueno», «bien hecho» y ser coherente con lo contado como ya se ha dicho tanto.
Estas tres cosas son las que luego vuelvo a poner como «talento», «trabajo» (editorial) y «visión». El autor es el talento que hace al cómic bueno, el editor trabaja en pos de que el cómic sea bien hecho (ya sea en lo más básico o impulsando a los creadores a ser mejores) y el EiC tiene la visión y el poder de veto porque su responsabilidad es para/con el universo al completo. Que al final era ir un poco más allá de «bueno» para poder echar las culpas luego.
Yo es que vi en la portada a un tipo que parecia Arnold Schwarzenegger con un escopeton enorme y pense que eso tenia que molar tanto o mas que una peli de la Canon, y si, encima la epoca en la que me reenganche a todo lo de mutantes asi que la hubiera comprado igualmente.
Y por eso eres un degenerado!
Si contara esas confesiones que me has hecho de madrugada sobre tus gustos!! si hablase!!!
Cuando he dicho yo que la saga del Oso Místico no fuese accesible para mi? Yo lo que he contado por aquí, y a Diogenes le gusta restregarmelo por la cara, es que a saga con el origen de Legión me echo para atrás porque estéticamente no me gustaba como dibujaba Sienkiwickz, pero lo que es entender la historia la entendí sin problemas y eso que empece por el final, pero simplemente no me gustaba como dibujaba igual que por aquel entonces Ditko me parecía el dibujante malo del Spiderman clásico, simples preferencias que evolucionaron con el paso de los años.
Y obviamente la llegada de Liefeld, siendo el comienzo de una nueva etapa y enfoque era un buen punto de acceso (aunque un mal comic) pero sencillamente porque era eso, el comienzo de algo diferente.
WordPress se comió el comentario donde digo que no eres el mejor ejemplo. Sinceramente, era más por usar lo que cuentan aquí para los ejemplos, porque la idea es que un nuevo lector igual se dejaría engatusar por Liefeld antes que por Sienkiewicz y aquí mis puntos que WordPress se niega a mostrar:
Prefiero separar bueno de bien hecho, porque no digo que Los Nuevos Mutantes de Sienkiewicz estuvieran mal hechos pero son obviamente experimentación sobre normas de narración que deben ser aprendidas. Y Liefeld si es directamente mal hecho, pero el nuevo lector no sabe mejor y se lo traga porque a primera vista parece más un cómic convencional que los collages y cosas de esas (y lo digo yo que me enganchó una portada de Dave McKean). Y como ya se ha dicho el que sea «bueno» o «malo» es un tema de perspectiva.
Si quieres accesibilidad no basta solo con «bueno», necesitas también el «bien hecho». Y si quieres un lector que vuelva a por más necesitas «bueno», «bien hecho» y ser coherente con lo contado como ya se ha dicho tanto.
Estas tres cosas son las que luego vuelvo a poner como «talento», «trabajo» (editorial) y «visión». El autor es el talento que hace al cómic bueno, el editor trabaja en pos de que el cómic sea bien hecho (ya sea en lo más básico o impulsando a los creadores a ser mejores) y el EiC tiene la visión y el poder de veto porque su responsabilidad es para/con el universo al completo. Al final era ir un poco más allá de «bueno» para poder echar las culpas luego.
Te lo resumiré para no extendernos demasiado: Si un cómic es bueno, tiene sentido, todo en caja. Si es malo hay partes que no cuadran, que no se entienden. Un cómic superficialmente puede ser más sencillo que el asa de un botijo y pero esconder tras esa fachada una realidad más aberrante que una boda entre hermanos. El cómic que compra un lector primerizo no suele ser de usar y tirar, es algo que compras de cara a pasar un rato y quieres que te cunda el dinero que te has gastado; si te encuentras un cómic que no se entiende te puedes cabrear y quemarlo, pero si empiezas a hacer un esfuerzo y empiezas a entenderlo… Joder, se te puede abrir un mundo. En cambio, si haces un esfuerzo y el cómic es malo o, si directamente el cómic se entiende a la primera y ya ves que no hay más cera que la que arde… El cómic no te cunde y no vuelves.
Al final con accesible nos referimos fundamentalmente a que la carga de continuidad no haga incomprensible seguir la serie sin comprarse 300 números o tirar de la wikipedia, y la conclusión final a la que llegamos es que un cómic no tiene por qué contartelo todo o simplificar la historia para poder atraer nuevos lectores, una buena caracterización es mucha mejor carta de presentación de un personaje que soltar que se llama Tormenta y controla el clima.
Por más que esto último fuera lo único que tranquilizaba a los editores de Claremont.
Tu ten cuidao que como le modifiques Matrix a M’Rabo te revienta, que otra cosa no, pero para el sus recuerdos de los 80 son sagrados! Hasta los que se inventa!
A diferencia de ustedes que tuvieron la dicha de ver los cómics desde «etapas tempranas» hacia adelante.
Y en México. De Adelante hacia atrás.
Puedo sugerir que el relativo éxito de liefeld fue por el diseño toon de blevins.
Qué si bien no digo que fuera malo. Como que no cuajuaba con el tipo de historias que a veces se contaban.
Y por eso Rob fue un boom. Obviamente blevins le pasa por encima.
Por cierto. Sí es Blevins verdad?
No creo, el público que vino con Liefeld en su mayoría era gente que no había leído la serie en su vida, los fieles nos bajamos del barco con Rob porque aquello ya no era la serie que conocíamos.
¿Se puede ser más elegante que Paul Smith?
Ya lo decía Claremont «yo no entendía que nos dejara Paul, es el dibujante que mejor entendía lo que queríamos hacer en X-Men».
¿Tienes enlace a eso?
Estuve esta semana en Croacia y en Zadar conocí a un americano clavado a Claremont. El decía que no era él, pero me quedé con la mosca detrás de la oreja.
Citaba de memoria, pero creo que lo dijo en esta conferencia que dio en Columbia junto a Louise Simonson hace unos seis años, aquí la tienes:
No me la he vuelto a ver para comprobarlo porque son casi 2 horas, pero VAYA DOS HORAS!
NO.
Es que es ver esas páginas y se ponen los pelos como escarpias.
Fantástico artículo. No puedo estar más de acuerdo con sus conclusiones.
Hay que decir que Paul Smith también tuvo la suerte de que le tocara una etapa de la serie en la que se empezaban a cerrar muchos de los hilos narrativos -arcos que dirían hoy en día- de varios personajes que llevaban en marcha desde que antes de que Byrne llegara a la serie, con lo que su etapa impresiona mucho más.
Claro que Paul Smith también estaba que se salía y por eso funcionó tan bien esa etapa, aunque luego los merluzos de siempre digan que sólo lo de Byrne estaba bien.
http://www.blastoffcomics.com/wp-content/uploads/2014/11/paul-smith.-dr-strange.-056.-p002.jpg
Es complicado serlo mas
¿Y se puede ser más puto amo que Terry Austin? Terry Austin es dios.
Ya me parecía que faltaba una conclusión a esta serie de artículos.
La verdad, más o menos estoy conforme con todo lo expuesto.
Y además añado, que una de las razones por la que debe perdurar el cómic frente a todos los agoreros que pronostican su final casi como deseandolo, es que ofrece una experiencia narrativa única que enriquece al mundo.
Otra cosa es querer pasar el laborioso proceso de acumulación de historias. Al contrario de lo que afirman muchos de sus detractores, leer comics no es una lectura fácil y poco exigente.