Estos últimos días me he dedicado a revisitar el Hellboy de Mike Mignola, un cómic cuyas primeras historias no había vuelto a leer desde hace casi dos décadas, cuando lo descubrí, y de las que había olvidado tantísimos detalles que esta relectura ha sido casi como leerlo por primera vez. Y no sé si es porque ya no recuerdo bien lo que sentí aquella vez que leí por primera vez este cómic, o por cómo han cambiado mis gustos como lector en todos estos años, pero he disfrutado muchísimo más de lo que esperaba con este regreso a los primeros pasos del investigador de lo sobrenatural más peculiar del cómic. Así que nada mejor para celebrar la ocasión que compartir con el público lo que me ha parecido este reencuentro.
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No tengo claro por qué he tardado tanto en releer Hellboy, pero por lo que recuerdo de aquella primera toma de contacto, el cómic me gustó, pero no me entusiasmó, y durante muchísimo tiempo pensé que la versión buena de esta historia eran las películas de Guillermo del Toro con Ron Perlman. Pero con esta relectura me he encontrado un cómic muy diferente a la vaga imagen que tenía en mi memoria, una historia interesante y prometedora que, pese a ser obra de un Mignola verde y primerizo como guionista (contando con la ayuda de John Byrne), a quien aún le faltaba pulirse en ese terreno, me ha parecido más atrayente que nunca.
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Algo que me ha sorprendido muy gratamente de este comienzo es cómo Mignola no tiró por el trillado camino de contarnos con detalle el origen de Hellboy y sus primeros pasos en el mundo. En lugar de eso, nos encontramos con un pequeño prólogo en el que se nos muestra cómo el pequeño Hellboy apareció en la Tierra sin que nadie supiese qué era exactamente o de dónde provenía, para a continuación dar un salto de casi cincuenta años en el tiempo. Así tenemos a un Hellboy cincuentón que lleva décadas trabajando para la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal (AIDP), donde se ha convertido en uno de los principales investigadores de lo paranormal a nivel mundial y cuya existencia es pública y aceptada desde hace muchísimo tiempo.
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Pero pese a no querer contar la historia de su personaje más icónico de forma cronológica, Mignola no tarda nada en ir dejando caer las piezas del puzle sobre el auténtico origen de Hellboy, la razón por la que está en la Tierra o el propósito de esa gigantesca e indestructible mano derecha de piedra. Algo que complementa haciéndonos conocer al personaje y sus secundarios de una forma muy natural, a través de conversaciones, de menciones a viejas misiones, etc. Todo ello sin hacernos un «infodump» de manual o saturarnos con infinidad de apéndices revelándonos todo lo que no le cabe en el propio cómic, sino dejando que poco a poco vayamos asimilando cada pequeño fragmento de información y tratando de hacerlo encajar en su sitio.
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Y esa forma de narrar, casi como si Hellboy fuese un cómic que lleva décadas publicándose y que hemos comenzado a leer con retraso, me ha encantado. Y quizás eso se debiese simplemente a que Mignola aún no tenía del todo claro en qué dirección quería llevar a su protagonista, que le aburría contar los primeros años de este o que realmente fuese una decisión creativa muy acertada. Pero fuese cual fuese el motivo, el resultado es un cómic que se disfruta muchísimo, incluso sabiendo exactamente lo que le depara el futuro a Hellboy, ya que resulta todo un placer ir encontrando las pistas que fue dejando caer Mignola y ver que no se trata de una de esas historias que dependen solo de la sorpresa final, en la que es más importante el camino que el destino.
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Donde no me he encontrado ninguna sorpresa es en su apartado gráfico, ya que la enorme habilidad de Mignola como artista es algo que no se me borra de la memoria. Para cuando este creó a Hellboy, ya llevaba una década y pico trabajando en la industria, y si como escritor estaba aún algo verde, su habilidad como dibujante ya la tenía más que dominada tras experimentar una evolución bastante rápida y digna de admiración. Aquí encontramos a un Mignola que ya ha abrazado del todo el minimalismo y el uso de la mancha, que hace que sus personajes se muevan por un mundo que parece estar permanentemente en penumbra y donde los fondos a menudo brillan por su ausencia. Pero todo esto, que en manos de alguien con menos talento serían trucos baratos para dibujar más deprisa, Mignola lo utiliza para darle una expresividad y personalidad singulares a su estilo.
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Siguiendo la estela de grandes como Breccia y Toth, entre otros, Mignola hace aquí todo un despliegue de las posibilidades que tiene el uso del claroscuro y la mancha, con multitud de momentos en los que personajes y escenarios se confunden con las sombras pero sin que ello entorpezca la narración. Pero a diferencia de aquellos, Mignola no recurre aquí al blanco y negro, sino que sus páginas se encuentran salpicadas de colores (los de Mark Chiarello y James Sinclair) que ni son naturales ni pretenden serlo, un coloreado de la vieja escuela por llamarlo de alguna forma. Algo que, además de reforzar esa personalidad del aspecto visual de este cómic, sirve también para que ese Hellboy, de un saturadísimo y vibrante color rojo, destaque en prácticamente cada viñeta como si poseyese luz propia. Unos elementos que le han valido a Mignola ser uno de los dibujantes más interesantes de las últimas décadas y que su Hellboy sea todo un placer para la vista.
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Yo, por mi parte, seguiré con esta relectura cronológica de Hellboy y su mundo, poniéndome al día con las diferentes historias y spin-offs que me he perdido por el camino, y espero que seguiré disfrutando de todo ello como he hecho con este redescubrimiento. Y por eso quiero aprovechar la ocasión para animar al público a retomar algo que en su momento no pareciese gran cosa, porque el paso de los años, las experiencias vividas y demás hacen que apreciemos de forma muy diferente muchísimas cosas, para lo bueno y para lo malo.
Y viceversa. Hay que cosas que en su momento nos epataron y, releídas, no nos parecen para tanto. Pero centrándome , como haces tú, en lo bueno, haré un listado así, a grosso modo, de cosas que me han aguantado una o varias relecturas: Watchmen, la etapa de Moore en La Cosa del Pantano, el Escuadrón Supremo de Gruenwald y cia, los primeros 10 álbumes o así , de Superlópez, casi todos los álbumes de Tintín (excepto quizás los dos primeros), la Patrulla X y derivados de Claremont (cualquier etapa y con cualquier dibujante, las Ligas de Giffen , De Matteis y cia, el Capitán Torrezno, el Spiderman de Lee y Ditko, …..así, a bote pronto, que seguro hay más .
Releer, casi siempre para mí, ha sido una grata experiencia, y con libros también me pasa : La Conjura de los Necios, El Nombre de la Rosa, el Quijote, varios libros de Eduardo Mendoza, Rafael Reig o Pio Baroja, etc…. y ya si hablamos de pelis la lista sería interminable, pero creo que el record de re-visionadas serían «Alguien voló sobre el nido del Cuco», «Los Santos Inocentes», «Amanece que no es Poco» , «Crimen Ferpecto», varias de Scorsese o de Berlanga …..y ya en el apartado palomitero e inconfesable «Con Air» o «Torrente I»
Uf, Amanece que no es poco es mi peli favorita de toda la historia del cine español. Así a lo pronto suscribo todos los cómics que apuntas. Y me sería fácil quintuplicar los (demasiado vicio).
Batman de Englehart y Marshall Rogers, Dreadstar, las historietas de Makinavaja, V de Vendetta, Top Ten, las historias guarrindongas de Vazquez para Glenat, algún album de Thorgal, algunos episodios de Transmetropolitan (el de los clonados, o las entrevistas a «La bestia» y «El Sonrisas») ,Animal Man de Morrison, el crossocer vengadores/Liga de La Justicia……ya te dije que mi lista de «relecturas satisfactorias» es siempre ampliable
Y buen gusto con «AManece»
Capitán Torrezno todavía a descubrir por demasiados (que suelen escapar de las sagas largas si no son de USA o Japón).
sé de alguien que dijo que haría alguna reseña ejem.
Y sus spin off , «Sociedad Limitadísima» y, sobre todo, «El Lado Amargo» muy buenas también. El «Gabinete Salgari» es el que no he leido aún
Qué bueno que se hable de Hellboy; siempre me llamó la atención que no se hablara tanto del personaje por estos lares, y eso que hace más de diez años entro sostenidamente a este blog! (no es crítica, aclaro)
Curiosamente, encima, hace poco releí también algunos tomos de la edición omnibus. Dicho esto, si bien me gusta prácticamente todo Hellboy (de lo dibujado por Mignola, particularmente), la que «menos» me gustó es Seed of Destruction, justamente creo yo por la intervención de Byrne. Es un Hellboy que habla muchísimo más y que tiene muchos más globos de pensamiento. Acertadamente, Mignola, cuando se larga como autor integral y con más confianza, se amiga con el silencio y prescinde de varios diálogos y elimina esos globos de pensamiento para dejar que la narrativa hable por sí sola. La decisión que consolida a Hellboy como un cómic de muchísimo mayor nivel.
Y lo de la narración desordenada (como el Conan de Howard …No olvidemos la pasión de Mignola por el pulp, punto en común con Chaykin, Wagner, Brereton,…) acabó resultado ser una gran ventaja (y todavía más al ampliar tanto el pasado del personaje y de la A.I.D.P. como el del universo que habitan mediante spin-offs de distintos pelaje en el cabe casi de todo: historias de brujas, cazavampiros, «bárbaros», «monstruos», aliens, detectives, justicieros… vamos, el grueso de los lugares comunes de las revistas pulp, solo ha faltado alguna mini erótica o romántica ambientada en el Mignolaverso, y una de espías, vale que Mignola siempre a tirado más a lo que dejaba un regusto más a «old times», por eso también solo usa los componentes de bélico y SciFi levemente y siempre en crossover con otros géneros que sí le interesan)
Hellboy en el fondo es un personaje que unifica un tipo de historia deudora de las revistas tipo Warren.
Terror, pulp, ciencia ficción chunga.
Hellboy es la excusa para también traer mucho autor que está ansioso de probar ese experimento formal de variante de casa encantada, mounstruo en la sombra.
Lo que pasa, es que la historia que conecta todo se ha alargado tanto y tan pausadamente, que se te olvida de que iba.
Algún día tendré que volver a leérmelo todo a ver que se me ha olvidado.
Lo que más me gustaba era cuando esos mounstruos demostraban por diálogos, ser mucho más que un simple saco de boxeo de Hellboy.