Hoy toca uno de esos artículos en los que tras acabar de descubrir algo nuevo me he emocionado tanto que he sentido la necesidad imperiosa de compartirlo por aquí, tratándose en este caso concreto del anime de Dandadan (aunque también es posible que no supiese de qué hablar hoy y me haya venido de perlas este estreno). Un anime que, pese a que ya conocía a grandes rasgos de qué trataba, e incluso algunos detalles muy concretos de su comienzo, me ha tomado por sorpresa, resultando ser uno de los estrenos más divertidos que me he encontrado en mucho tiempo y que, de mantener este nivel, se convertirá sin problemas en uno de mis animes favoritos de este año.
Momo y Okarun son dos estudiantes que, tras un encuentro casual en el instituto y descubrir lo radicalmente opuestas que son sus creencias —Ayase cree en los fantasmas pero no en los aliens, y Okarun justo lo contrario—, deciden hacer una apuesta para comprobar quién tiene razón. Lo que ninguno de ellos esperaba es que ambos estaban en lo cierto, que el mundo está plagado de invasores del espacio exterior y de espíritus del otro mundo, que sus vidas no volverán a tener un atisbo de normalidad a partir de ese momento, y que lo que ha nacido entre ellos parece mucho más que una amistad.
Pese a que Diógenes llevaba tiempo muy pesado hablándome del manga de DanDaDan (e incluso escribió un poco sobre este), yo no le había hecho mucho caso ya que mi pila de lecturas pendientes siempre amenaza con sepultarme y no quería añadir más cosas. Pero cuando se anunció su adaptación al anime, me empezó a picar la curiosidad, ya que se habían terminado casi todas las series que seguía y me hacía falta añadir alguna que otra cosa que ver. Pero no estaba preparado para que esta serie fuese muchísimo más divertida y delirante de lo que me habían dicho y que, con tan solo un episodio, me dejase enganchadísimo a las desventuras de estos dos chavales cuyas vidas se han puesto patas arriba de la forma más imposible.
Dandadan es fruto de la demencial imaginación de Yukinobu Tatsu, un mangaka que, como tantos otros, comenzó su carrera profesional como asistente de otros autores, entre ellos Tatsuki Fujimoto, el creador de Chainsaw Man, serie en la que llegó a colaborar. Una carrera en la que, tras década y pico de compaginar su trabajo como asistente con el lanzamiento de numerosas obras propias que no lograron ganarse el favor del público, Yukinobu parecía estar a punto de tirar la toalla. Por suerte para él y para nosotros, su editor le animó a que se pusiese a dibujar sin pensar en ninguna historia concreta, que crease personajes y escenarios dejándose llevar para ver a dónde le llevaba eso.
Un consejo que dio de lleno en el clavo, ya que de ahí nació Dandadan en las páginas (digitales) de la Shōnen Jump+, sin que hasta el cuarto capítulo tuviese más o menos claro en qué dirección quería llevar la historia. Y el éxito de la misma lo prueba el que hasta la fecha se han publicado diecisiete tomos recopilatorios en Japón, que aquí en España está publicando Panini, quienes han publicado este mismo mes la duodécima entrega (y que tambien puede leerse legalmente en la web de Manga Plus). Un éxito en ventas que, como suele ser habitual, propició que en noviembre del año pasado se anunciase su adaptación al anime por parte del estudio Science Saru, que ha llegado a nuestras pantallas hace apenas semana y pico y que podemos ver por aquí en Crunchyroll o en Netflix.
Pero este largo recorrido ha merecido muchísimo la pena ya que, como señalaba antes, Dandadan ha sido uno de los estrenos con los que más me he divertido y promete llenar el vacío que dejó en mí 100 Psycho Mob o Mashle (aunque esta última, por suerte, aún no ha terminado). Y es que, al igual que en aquella, aquí nos encontramos con una mezcla de fenómenos paranormales, un humor que alterna entre lo absurdo y lo cafre, y unos personajes desquiciados que sin duda acabarán lamentando haber tenido razón en lo que creían. Una fórmula tremendamente familiar que, salvando las distancias, nos puede recordar también a uno de esos clásicos imprescindibles como es Lamu de la enorme Rumiko Takahashi y un poco también al tono que le daba Akira Toriyama a muchas de sus historias.
Aunque, dejando de lado a qué nos pueda recordar o cuáles sean o no sus influencias, lo que sí que tengo claro es que estamos ante una serie que no es solo divertida, sino en cierto modo “inesperada”. Porque, incluso conociendo de antemano buena parte de los giros argumentales presentados en este primer episodio, la forma en la que estos se han ido presentando casi me ha tomado por sorpresa, ya que no alcanzaba a imaginar hasta qué niveles tan extremos podía llegar el nivel de absurdo en esta serie. Situaciones que ya sabía cómo se iban a desarrollar me han provocado más de una carcajada al descubrir que todo era más ridículo y genial de lo que me había atrevido a imaginar, y que, como se suele decir, a veces es más importante el cómo se cuenta algo que lo que se cuenta.
Personajes como esa mítica Turboabuela que acecha en las profundidades de un túnel abandonado buscando un sencillo intercambio de favores, los invasores Serpa desesperados por salvar su raza a cualquier precio, y especialmente esa encantadora y exaltada pareja protagonista que parecen tener tan poco en común, pero que están destinados no solo a entenderse, sino a ser mucho más, me han ganado por completo en tan solo un episodio y me han dejado con unas ganas tremendas no solo de ver el siguiente episodio, sino de comenzar a devorar el manga, ya que necesito saber con urgencia en qué nuevos y divertidos líos van a acabar metidos Momo y Okarun y de qué formas disparatadas saldrán de ellos.