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X-Men ‘97 – Flipándome con la, ahora sí, nostalgia de la buena

Sé que lo lógico, coherente y razonable hubiese sido esperar a la semana que viene, a la emisión del último episodio de la temporada de X-Men ‘97, antes de ponerme a hablar de ella de nuevo. Pero es que tras haber visto el episodio de esta semana no me puedo contener, necesito soltar lo que he sentido, o dicho de otra forma, me he flipado y si no lo cuento reviento. Así que me voy a dedicar a desbarrar un rato, hablar de todo lo que me ha gustado hasta ahora y lo poco que no, y por razones obvias a partir de este punto hay unos cuantos SPOILERS, así que quien no quiera enterarse de nada que deje de leer aquí.

No me podía aguantar las ganas

Ya comenté en el momento de su estreno lo mucho que me había sorprendido esta secuela tardía y cómo la estaba disfrutando bastante más de lo que me hubiese atrevido a esperar, dos sensaciones que no han disminuido precisamente, sino todo lo contrario. Cada episodio ha sido todo un pozo de sorpresas, recuperando elementos del pasado del cómic, entremezclando historias clásicas, dándole nuevos giros y corrigiendo alguna que otra injusticia histórica de la serie original o algunas flagrantes omisiones. De esa forma me he encontrado con personajes como Gambito, quien en esta serie me ha resultado bastante más interesante de lo que ha sido en muchas de sus apariciones en los cómics. Con un Magneto increíble, puro Claremont, que trata de seguir el sueño de Xavier pese a que a cada momento vemos que bajo la superficie sigue estando ese Amo del Magnetismo habituado a resolver las cosas por la fuerza.

Que grande fue este momento

Dos personajes estos últimos que en esta serie han estado muy marcados por lo sucedido en Genosha, el heroico sacrificio del primero y la razón de que el segundo retome sus viejas costumbres. Una Genosha cuya destrucción ha funcionado aquí muchísimo mejor de lo que lo hizo al comienzo de los New X-Men de Morrison y Quitely, cuando me dejó un tanto indiferente, especialmente por cómo se lo quitaron de encima en apenas cuatro páginas que no nos permitían hacernos una idea de lo que había desaparecido. Pero en esta serie han sabido convertirlo en toda una tragedia de una forma tan sencilla como mostrarnos primero qué clase de sociedad se había construido allí, hemos visto una Genosha vibrante y llena de vida en la que los mutantes eran libres y podían expresarse como querían, en un refugio donde aparentemente estaban a salvo de la persecución de quienes les odian, y de esa forma su destrucción ha importado muchísimo más.

Una Genosha llena de caras conocidas

Y esto ha sido toda una constante a lo largo de la serie, han adaptado con muy buen tino muchos elementos de las grandes etapas del cómic y han arreglado cosas que no habían acabado de funcionar del todo bien, que han sido capaces incluso de que Bastión y su Operación Tolerancia Cero resulten interesantes, y eso tiene muchísimo mérito. La única pega es que lo han hecho a un ritmo endiablado, que aunque en parte se agradece esa sensación de que todo lo que sucede importa y que no hay relleno para alargar las cosas, se echa en falta que la temporada hubiese durado el doble para que hubiesen podido dedicar algo más de tiempo a algunas historias. Que entre otras cosas se han quitado de encima todo Inferno en un solo episodio, y aunque el resultado no ha sido malo, a veces hubiese preferido algo más de calma en el desarrollo.

No es que hayan pisado el acelerador, es que han saltado al hiperespacio

Pero dejando a un lado todas estas cuestiones narrativas que ya habrá tiempo de explorar más adelante (y asi tengo apañado un articulo para la semana que viene), toca hablar de lo que cada vez me está emocionando más de esta serie, de esa especie de publicidad engañosa con la que sibilinamente nos han metido… ¡NOSTALGIA DE LA BUENA! Y es que aunque la serie se llama X-Men ‘97, más bien debería llamarse X-Men 70’s 80’s por la forma en la que poco a poco han ido desapareciendo los aspectos más noventeros de la serie para abrazar la etapa buena de los personajes. Personajes que se han ido o que han pasado a un muy segundo plano, incorporaciones tremendamente necesarias y un cambio de vestuario mucho más emocionante que el de cualquier Hellfire Gala.

Y también hemos podido disfrutar de algún cameo inesperado que otro

Así mientras que Bishop se fue al futuro y Morpho ha ido teniendo cada vez menos relevancia, al grupo se ha unido Rondador Nocturno y en unos pocos episodios ha demostrado la tremenda falta que hacía su presencia. Un Rondador tremendamente clásico y cercano, con una relación fraternal con Pícara bastante mejor construida que en muchos cómics y que sigue siendo uno de los personajes visualmente más interesantes del grupo. Algo en lo que no me refiero solamente a su aspecto, que también (que Cockrum era muy grande por algo), sino a su forma de moverse y pelear, algo que aquí ha demostrado con creces combinando sus habilidades como espadachín con su poder de teleportación y que ha protagonizado una pelea espectacular junto a Lobezno de esas que dan ganas de ver una y otra vez.

En Garde!

Y ya que hablamos de Cockrum, su esencia y la de alguno de sus más notables sucesores se ha ido dejando notar cada vez más. Porque junto con la reintroducción de Rondador hemos tenido a esa Tormenta que pasó de vestir el traje horrible de los 90, aunque con la cresta punk que le dio Paul Smith, a recuperar sus poderes de forma espectacular y por el camino crear de la nada, como solía hacer en la etapa clásica reconfigurando las moléculas inestables de su ropa de calle, el traje con el que la diseñó Dave Cockrum. Un cambio del que estoy muy agradecido y que no fue más que el principio de lo que estaba por venir.

Ahora si que parece una Diosa

Porque en este final de temporada en el que ya hemos entrado (¡qué injusticia que vayan a ser solo diez episodios!) tras la destrucción de la Mansión, el regreso de Xavier a la Tierra, y los dos frentes abiertos contra un Bastion decidido a acabar con los Mutantes y un Magneto que de nuevo ha declarado la guerra de la humanidad, la Patrulla se ha trasladado a la Isla Muir y han tirado del fondo de armario e ir vestidos adecuadamente para la ocasión. Y aunque volver a ver a Jean Grey con su vestidito verde y su vieja máscara no me entusiasma demasiado, que Ciclope se ponga el rediseño de Cockrum del Giant Size X-Men, que Picara vuelva a llevar su viejo traje de villana que aun usaba cuando se unio a la Patrulla o que  Mancha Solar vista su uniforme de los Nuevos Mutantes es todo un placer. Y mencion aparte merece lo espectacular que luce Lobezno con el traje marrón que le diseñó John Byrne, que casi parece un sueño hecho realidad.

Snifs

Si es por cambiar hasta le han quitado a Cable el traje de Liefeld para ponerle aquel que comenzó a llevar a mediados de los 90 mucho más similar al que vestía su padre por aquella época. Un abandono de la estética de Jim Lee y Rob Liefeld que casi parece toda una declaración de intenciones y que aunque no sabemos si se mantendrá en las próximas temporadas o si ha sido algo puntual para esta batalla final, para mí ha sido toda una gozada.

Adiós Liefeld

La semana que viene ya podremos hablar en condiciones de lo que ha sido esta primera temporada, de ciertos elementos de este tramo final que al menos por ahora no me gustan demasiado pero que quizás vea de otra forma el miércoles que viene, e incluso habrá tiempo de especular un poco sobre el futuro. Porque no sé los demás, pero yo espero que esta racha de nostalgia de la buena se mantenga y en la próxima temporada nos traigan a Coloso y a Kitty y que se funden los Nuevos Mutantes, que hay que seguir exprimiendo las buenas historias.

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