Lakota es un western crepuscular que transcurre allá por 1900, cuando todo el territorio del estado está en manos de EEUU y los escasos supervivientes del genocidio de los nativos americanos están relegados a las reservas. Sin embargo, un joven guerrero sioux escapa de una de ellas y sobrevive como mercenario, centrando su actividad en pueblos de la frontera con México. Alquilando sus servicios al mejor postor, pronto se pone en contacto con otros cazarrecompensas de los distintos pueblos nativoamericanos que lo ponen en contacto con una espiritualidad más fundamental y un intenso odio hacia los líderes que traicionaron a su pueblo y lo vendieron al «hombre blanco».
Durante el arranque de la segunda temporada y tras sus primeros enfrentamientos con el ejército de EEUU, nuestro protagonista conoce al mismísimo Caballo Loco, que lejos de haber sido asesinado en un campo de prisioneros decadas atrás se ha pasado todo ese tiempo organizando un movimiento de contraataque con agentes a lo largo de todo México y las reservas del otro lado de la frontera. Cada vez más consciente de que no puede vivir alejado de los suyos ni ignorar el sufrimiento de todos los que aún siguen en la reserva, nuestro cazarrecompensas decide unirse a él y tratar de unificar a todos los pueblos nativos para contratacar contra el enemigo imposible de derrotar. La historia de Lakota deja de ser sobre un solo lakota para convertirse en la de Los Lakota y una última batalla que no fue…
Que también podría haber hablado de que adopta a un pequeño monete llamado Gro’gu, pero creo que la idea ya ha quedado bastante clara en estos dos párrafos, ¿no? Tiene narices que una historia tan dirigida como The Mandalorian sea tan criticada por seguir su camino natural, solo por las ideas preconcebidas de muchos espectadores que confunden sus deseos con valorar objetivamente una serie de televisión. El Mandaloriano, mal que les pese a algunos, no es Las Aventuras de El Hombre Sin Nombre por mucho que ésa sea una de sus inspiraciones; desde un principio se dejó claro que Djinn Djarin era un tipo compasivo, que lo despiadado de su personaje era en buena parte impostado y que su verdadera identidad peleaba por salir al exterior tras una armadura de fanatismo religioso y algunos complejos de inferioridad serios. Allá donde va, Mando tiene carisma y consigue ganarse a todo el mundo, es un líder de muy pocas palabras pero sigue siendo un líder, con lo que es lógico que la serie haya empezado con el personaje siendo un fanático del montón hasta que conoce a un renacuajo adorable y éso le cambia la vida, haciendo que se enfrente a quien sea con tal de proteger a su hijo adoptivo y que su «familia» vaya creciendo poco a poco.
Porque claro, si aparece el sable oscuro al final de la primera temporada de la serie es «fan service». Si aparece Luke Skywalker o el jodido capitán Pellaeon también es fan service. Da igual que sea una serie llamada El Mandaloriano en la que vamos aprendiendo poco a poco que ha sido de los mandalorianos, que salga Bo Katan Kryze, el último miembro de la familia real mandaloriana que está tratando de reunir a su pueblo y vengarlo, éso es fan service. Porque joder, ¿cómo se les ocurre sacar a Luke Skywalker sin ninguna razón más que para llamar la atención? ¡Seguro que hay multitud de jedis que podían haberse inventado que en ese momento estuvieran entrenando jedis, no les cuesta nada inventarse uno! Nadie en su sano juicio podía pensar que una serie que transcurre cinco años después del Retorno del Jedi podría acabar presentándonos al tipo azul que en las novelas de Star Wars se presentaba cinco años después del Retorno del Jedi tratando de acabar con la Nueva República y vengar al Imperio. ¿Boba Fett? Fanservice, por supuesto, ¡nadie podría esperarse que un tipo vestido con armadura de mandaloriano saliera en una serie sobre mandalorianos! Y así todo…
Me está gustando la tercera temporada, y me está gustando mucho. Dave Filoni sigue siendo como un guión de Alan Davis, toma los cabos sueltos de otros guionistas y les saca petróleo, sacándole lustro a historias que en su momento decepcionaron o directamente eran lamentables. Lo hizo con las precuelas durante Clone Wars y lo está haciendo con las secuelas con el Mandaloriano y, seguramente también, con Ahsoka. Y si, ha salido Andor para demostrar que se puede hacer una serie de la Guerra de las Galaxias mejor todavía, ¿pero de verdad hace falta despreciar todo lo que hagan los demás porque haya algo mejor? Algo que no nos engañemos, es un género distinto a lo habitual con Star Wars, con lo que es lógico que llame más la atención si hace bien su trabajo mucho más que una gran historia sobre señores en bata con palitos de colores. Andor es rara, y si no hubiera sido buena los espabilados de turno habrían corrido a soltarnos sus «yadecíayo» sobre lo innecesario que era contarnos los orígenes de Cassian Andor. Y de la misma su revisionismo insoportable habrían atacado la pobre Rogue One, que en el momento en el que apareció fue un soplo de aire fresco en toda regla.
Así que no, no entiendo que al personal le saque tanto de quicio que aparezca Zeb o un mísero X-Wing en el Mandaloriano, que lo desdeñen diciendo que es «fan service». No señor, calificar eso como fanservice es como decir que no puede aparecer el Doctor Muerte en Los Vengadores. O que Superman no puede enfrentarse al Joker o aparecer en la serie de Blue Beetle. Son personajes y elementos de una época determinada que conviven en el mismo universo, es lógico que si se dan ciertas situaciones acaben haciendo acto de presencia. Que sí, que la galaxia se hace muy pequeña, ¿pero quién en su sano juicio puede esperarse que si el Imperio Galáctico asoma de nuevo su fea cabeza, la Princesa Leia no saque su blaster del arcón de los trastos rebeldes y Chewbacca tire a Han Solo de las orejas hasta que por fin se junte toda la banda y entre todos consigan salvar la galaxia?
Así que sí, si os quejabais de «fanservice», veréis hasta dónde puede llegar la nigromancia de Disney, ILM y la madre que los trajo. Que os lo aseguro, ésto solo acaba de empezar y yo estoy encantadísimo de disfrutarlo…