Hace unos días recibimos un delirante email por parte de un nazi que básicamente nos culpaba de contribuir a que los nazis sean muy nazis por defender la ficción actual que es tan malvada y adoctrinadora por querer representar a todos los grupos que históricamente han estado poco o nada representados y por atacar a los putos nazis. Y como el que alguien así crea que nos puede convencer de que los malos somos nosotros y no ellos es una prueba de que igual no estamos haciendo del todo bien nuestro trabajo, quiero reseñar una película clásica del genero bélico que ha sido una de mis favoritas toda mi vida, Doce del Patíbulo. Pero para ser mas exactos no voy a reseñar la película en si, para ello tendremos tiempo mas adelante, lo que quiere reseñar es el clímax del ultimo acto de la película, un momento cumbre de la historia del cine que nos enseña medio siglo después de su estreno, como hay que tratar a según que gente. Y aunque hablamos de una película de hace cincuenta y cuatro años, yo por si acaso aviso de que hay abundantes SPOILERS.
A estas alturas no se cuantas veces habré visto Dirty Dozen/Doce del Patíbulo, pero han sido muchísimas. Ese clásico con mayúsculas del cine bélico que dirigió Robert Aldrich en 1967 y que contó con un reparto de lujo encabezado por un inmenso Lee Marvin y que se encontraba acompañado por gente como Ernest Borgnine, Donald Sutherland, John Cassavetes, Telly Savallas y Charles Bronson entre otros. Una película en la que un Mayor del ejercito estadounidense (Lee Marvin) tenia que entrenar a un comando formado por lo peor de los prisioneros del ejercito, hombres condenados a muerte o a pasar varias décadas en prisión, para realizar una peligrosa misión.
Una misión suicida en la Francia ocupada consistente en eliminar a un grupo de altos cargos del ejercito nazi para desbaratar la cadena de mando antes del Dia-D. Durante buena parte de la película seguimos el duro entrenamiento de estos hombres con poco respeto por la autoridad y no demasiada simpatía entre ellos hasta que finalmente saltan en paracaídas sobre Francia para infiltrarse en el chateau donde se celebra la reunión de los nazis.
Aldrich maneja la tensión a la perfección en este tramo de la película, alternando entre los hombres que se han infiltrado en el chateu haciéndose pasar por oficiales nazis y los que se encuentran ocultos dentro y fuera del edificio esperando la señal para ejecutar (en el sentido mas literal de la palabra) su misión. Una tensión que salta por los aires cuando inevitablemente uno de los hombres, Archer Maggott/Telly Savalas, se salta los parámetros de la misión. al dejarse llevar por los mismos bajos instintos que le llevaron a cumplir condena en una prisión militar, provocando que los nazis descubran que están siendo atacados y haciendo saltar por los aires la infiltración.
Y aquí es donde comienza la que para mi, y se que no soy el único, comienza uno de los mejores momentos de toda la historia del cine bélico. Las alarmas saltan por todo el chateau, los altos cargos nazis, sus acompañantes y simpatizantes se esconden como las ratas cobardes que son en el refugio antiaéreo mientras sus hombres tratan de atrapar a los infiltrados, y estos llevan a cabo de una forma algo mas acelerada y poco discreta de lo previsto su misión. El oficial al cargo de las comunicaciones es ejecutado sin piedad, la antena de radio vuela por los aires y comienza la diversión, la caza al nazi.
Maggott, demasiado inestable para dejarle suelto por ahí cae a manos de uno de sus “compañeros”, los nazis y compañía corren como alma que lleva el diablo a esconderse en el refugio, y cuando el Mayor Reisman (Lee Marvin) y Wladislav (Charles Bronson) se dan cuenta de que en el refugio antiaéreo se encuentra también el deposito de municiones, matan a los guardias de la puerta y la cierran desde fuera, atrapando a toda la escoria en un mismo lugar para ocuparse de ellos mas tarde…
Reisman se reúne con sus hombres, y tras darles instrucciones de que maten a los nazis que han quedado por fuera y que no le hagan nada al personal de servicio, les ordena buscar los conductos de ventilación del refugio antiaéreo y llevar consigo sus granadas…
Mientras tanto los nazis que habían quedado por fuera consiguen hacer algo de mella en el comando, asesinando a algunos de sus miembros, aunque pagando un alto precio por ello. Nazis que no pueden contar con la ayuda de los refuerzos que venían en camino ya que su llegada estaba prevista y son rápidamente emboscados y acribillados por los hombres de Reisman.
De pronto el obvio plan de este queda de manifiesto, llenar los conductos de ventilación del refugio antiaéreo de granadas de mano, para desesperación de las ratas nazis al darse cuenta de lo que esta sucediendo.
Pero para Reisman no es suficiente, ha perdido a varios de sus hombres a manos de esa escoria y quiere mas, por lo que ordena que le traigan gasolina y no tarda en verter esta por los mismos conductos de ventilación, llevando a la escoria nazi al histerismo, especialmente al darse cuenta de que ese refugio que iba a ser su protección se ha convertido en una jaula de la que no van a poder escapar.
Y una vez que Reisman se ha reunido con lo que queda de su unidad y se disponen a salir de allí en un camión, solo queda ocuparse de los nazis del refugio antiaéreo, por lo que uno de sus hombres debe correr como el viento lanzando granadas, esta vez sin seguro, en cada uno de los conductos de ventilación, para hacer explotar las que habían lanzado antes, la gasolina y las municiones almacenadas allí abajo. Algo que le encargan a Robert T. Jefferson, interpretado por el actor Jim Brown.
Esta es una elección interesante, porque tenemos que recordar que en el momento de estrenarse esta película en 1967 hacia solo doce años desde que Rosa Parks se había negado a sentarse en la parte de atrás del autobús, apenas siete desde que la pequeña Ruby Bridges se convirtió en la primera niña negra en acudir a un colegio hasta entonces solo para blancos, tres desde que se había aprobado la Ley de Derechos Civiles y solo dos desde que se aprobó la ley de derecho al voto que prohibía discriminar a los estadounidenses negros. Así que en ese contexto histórico que fuese un personaje negro el encargado de rematar a las ratas nazis que gritaban en el refugio, el héroe que acababa con los peores villanos, fue muy simbólico de como los tiempos estaban cambiando y de la forma en la que había que tratar a todos esos que odian a los demás por ser diferentes.
Por desgracia cuando Jefferson ya ha conseguido lanzar todas las granadas y corre como nadie (después de todo Jim Brown fue jugador de fútbol americano antes que actor) es asesinado por un nazi que quedaba por ahí escondido y que es rápidamente eliminado por los compañeros de Jefferson que no pueden hacer nada por el mas que contemplar el fruto de su trabajo, cuando las granadas comienzan a explotar, iniciando una reacción en cadena que hace saltar todo el chateu por los aires.
La huida de allí no es fácil, y los Doce del Patíbulo sufren algunas bajas mas durante su huida, aunque llevándose por delante a un buen puñado de nazis mas, quedando reducido el comando a tan solo tres hombres pero habiendo cumplido con creces su misión de librar el mundo de un poco de esa escoria nazi que tanto sobra en el mundo, terminando así una de las mejores películas bélicas que se han hecho jamás y todo un clásico del cine en general.
Doce del Patíbulo es una película que ha envejecido la mar de bien y que hoy en día es tan disfrutable como entonces y de la que podemos aprender alguna que otra cosa, como que con los nazis no se dialoga, no se trata de entender su punto de vista ni se les trata como si fuesen personas, se les aparta de la sociedad, aunque quizás no con métodos tan expeditivos y definitivos como los de los Doce del Patíbulo, aunque no estaría mal poder hacerlo.