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La muerte de Jean Grey: La saga de Fénix original

Esta semana se estrena Dark Phoenix, última película de los X-Men de Fox -sin contar New Mutants, que a saber si se estrenará- y su segundo intento de adaptar la Saga de Fénix Oscura, uno de los pilares fundamentales de la franquicia mutante y obra maestra de la historia del cómic que siempre ha sido adaptada fatal a otros medios. Ante la perspectiva de que volvamos a encontrarnos ante otra catástrofe, me vais a perdonar que os refresque la memoria y nos volvamos al año 1975, cuando X-Men era una serie que languidecía en el mercado a base de reediciones y el Editor Jefe de Marvel, Len Wein, trataba de relanzar el grupo cambiando a casi todos sus miembros en un especial que ya es todo un clásico, el Giant Size X-Men número 1.

 

Pocas revoluciones han salido tan bien en esto de los superhéroes.

Pero para Jean Grey el relanzamiento fue todo lo contrario, porque después del Giant Size X-Men 1, ya no era nadie. Era la novia de Scott Summers, líder del grupo y el único miembro original que permanecía en la serie, pero ya no parecía contar para los planes de Len Wein y Dave Cockrum. Sin embargo, Wein no tardaría en dejar la serie en manos de uno de sus ayudantes, Chris Claremont, que finalizaría la primera historia que Wein tenía planeada -sin Jean- para retomar el personaje de Jean Grey a la mínima oportunidad. Y es justo en esa historia, en ese primer contacto del número 98 de X-Men, donde podría decirse que empieza la historia de Fénix y de la transformación de X-Men en la franquicia principal de Marvel durante casi treinta años.

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El plan original de Claremont y Cockrum era el de recuperar a Jean Grey y transformarla en el peso pesado del grupo, en el equivalente a Thor en los Vengadores. Desechan rápidamente su alias de «Marvel Girl» y su traje, ni siquiera llegando a usarlo a lo largo de esta primera historia -aunque lo que es usar si lo usan, pero en la figura de un duplicado robot malvado- usando para ello la excusa de que Jean y Scott son atacados por centinelas cazadores de mutantes y claro, Jean solo lleva ropa de civil porque ya ni se plantea retomar su identidad superhéroica. Lo que viene a continuación es una historia revolucionaria en el género de superhéroes -de la que por cierto, ya hice un par de posts aquí y aquí– en la que Claremont y Cockrum demuestran un mimo insólito en aquellos tiempos a la hora de dotar de personalidad propia a cada uno de los personajes del grupo, haciendo patentes algunos de los rasgos que convertirían a personajes como Rondador Nocturno, Lobezno o la propia Jean Grey en algunos de los personajes favoritos de los lectores en los años venideros.

En unas pocas viñetas Jean ya había recibido más caracterización que en los 66 números de autores anteriores. Y de paso, Logan también.

La cuestión es que la bronca con los centinelas acaba terminando en una pelea dentro de una estación espacial a punto de estallar, por lo que los aguerridos mutantes tienen que escapar a bordo de un transbordador espacial completamente agujereado y que tiene que ser pilotado manualmente por lo que, aunque la nave tiene una cámara aislante de radiación, uno de los miembros tendrá que pilotar y acabar frito en una de las peores tormentas solares que se recuerdan. Consciente de que sus escudos telekinéticos la permitirán sobrevivir durante tal vez el tiempo suficiente como para devolver la nave a la tierra, Jean Grey decide sacrificarse por el grupo, a pesar de las quejas de Scott o el propio Lobezno, que no tardaría mucho en hacer patente su interés por la chica.

Y así se hacen amigos Jean y Logan oiga, que Ororo ya era su amiga.

Aquí me gustaría que hiciéramos una pausa y nos diéramos cuenta de que la historia de gente que va al espacio en una nave sin protección contra la radiación ya se ha contado en Marvel, y en lo que Claremont y Cockrum están pensando en ese momento no es en entidades cósmicas que poséen a jovencitas mutantes, si no en los 4 Fantásticos; la idea en realidad es la mar de simple, ¿qué pasa cuando un mutante tiene un accidente que le da más poderes? ¿Que le pasaría a Jean Grey si una lluvia de rayos cósmicos -o de radiación solar- potenciara sus poderes hasta límites insospechados? Si uno lee el cómic original -y no retconeos posteriores o la reedición de Classic X-Men- verá que eso es exactamente lo que refleja el cómic, Jean Grey se pone a pilotar la nave hasta que la radiación empieza a inundarlo todo con una onomatopeya que no se había vuelto a usar desde el Fantastic Four 1: TAC TAC TAC TAC TAC. Y así acaba el cómic, el número 100 de X-Men.

Arriba el accidente en Fantastic Four 1, abajo Jean Grey dándose su baño de radiación en X-Men 100.

El número siguiente empieza desde el punto de vista de sus compañeros de grupo, que se estrellan en la Bahía de Jamaica -al sur de Nueva York, no en Jamaica- y tratan desesperados de buscar el cuerpo de su amiga, que justo en ese momento reaparece vestida con un traje nuevo, autodenominándose «Fénix» y soltando un discurso sobre que ahora es vida y fuego encarnados, un monólogo muy de tebeo que acaba con la muchacha desmayándose al tomar conciencia sobre su situación. Durante los siguientes números Jean estará internada en el hospital recuperándose y al cuidado de Scott y Xavier, cosa que Claremont y Cockrum aprovecharán para centrar una historia en la figura de los nuevos miembros del grupo en la que saldrán leprechauns de esos, duendecillos irlandeses y el Juggernaut; eran otros tiempos sí, y las historias no tenían que ir forzosamente sobre como oprimían a los mutantes y esas zarandajas.

Jean demostrando que va sobrada de poderes.

Fénix no volvería a la carga hasta el número 105 de X-Men, y se estrenaría precisamente con una pelea contra un ex heraldo de Galactus, el Señor del Fuego que no dudaría en comparar su poder al del propio Thor. Es el principio de la recta final de una saga sobre una guerra civil galáctica que ya había empezado en los primeros cómics de Claremont, y que tendrá su culminación con la incorporación de John Byrne como dibujante regular. Es en esa misma historia en la que Jean salva al universo entero con sus nuevos poderes y X-Men pasa por fin a ser una serie mensual, porque hasta entonces había sido un experimento bimestral del que no se esperaba un gran recorrido. Jean Grey se había convertido en el miembro más poderoso e importante del grupo, y la leyenda de Fénix acababa de empezar…

Jean y Logan, siempre llevándose bien.

En 1977 y tras una pelea con Magneto, por una cuestión de una montaña que se les cae encima el grupo da por muerta a Jean y Jean a ellos, por lo que durante casi todo ese año las aventuras de unos y otros discurren por caminos diferentes, cosa que facilita bastante el poder contar historias tranquilamente sin justificar la razón de que Jean no barra el piso con cualquiera que se les pase por delante. Fénix volverá en 1979 con el enfrentamiento contra Proteo, un mutante capaz de manipular la realidad y que es un enemigo ciertamente a su nivel. Sin embargo, es justo en ese momento cuando Jean Grey empieza a tener alucinaciones en las que se ve transportada a otra época, al cuerpo de una de sus antepasadas que parecía estar enamorada de un tal Jason Wyngarde; es el principio de la Saga de Fénix Oscura…

Sí, lo de la manipulación de Wyngarde tenía un rollo muy degenerado.

En aquel momento X-Men ya era la serie más importante de Marvel, solo por debajo de licencias gigantescas como Star Wars. Tanto Claremont como Byrne no empiezan la historia de corrupción de Fénix con la idea de matar a Jean, si no como una forma de bajar un poco su nivel de poder y de paso explorar el viejo aforismo de que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente; en aquel momento ya ha quedado claro que Fénix es un personaje demasiado poderoso y eclipsaba al resto del grupo, por lo que parecía juicioso el bajar un poco la potencia del personaje. Así que la historia más o menos se resumiría en contarnos como el tal Wyngarde -que no es otro que Mente Maestra, antiguo miembro de la Hermandad de Mutantes Diabólicos y uno de los enemigos más viejos del grupo- usa sus poderes de manipulación mental para volver loca a Jean para convertirla en su esclava, pero lógicamente el experimento se sale de madre y ella tremendamente desquiciada, asumiendo la identidad de Fénix Oscura; para entendernos, las manipulaciones de Wyngarde provocan que todo el autocontrol de Jean salte por los aires, por lo que sus poderes están completamente desquiciados -ya no se corta en leer la mente de nadie- y hasta los utiliza a un nivel subconsciente, con lo que hasta la propia Jean se horroriza cuando de repente y para alimentar semejante derroche de poder devora una estrella entera, aniquilando así un planeta entero lleno de vida inteligente. Y aquí es donde entra Jim Shooter.

Y deján claro que los Hombres Espárrago eran pacíficos y buena gente, para que joda más.

Contándolo todo rápido y mal -sí, se que algún día tengo que acabar mi ya infame serie de posts sobre Shooter- Jim Shooter en aquel momento es el jefazo editorial de Marvel y no debería haber tenido un papel tan directo en la serie, pero como decíamos para entonces X-Men ya se ha convertido en la joya de la corona. Aun así, si hasta entonces habían tenido editores de la talla de Archie Goodwin o Roger Stern, para cuando llega la Saga de Fénix el encargado es Jim Salicrup, que por lo visto se encontró en el cargo así de sopetón y dio por bueno todo lo que le llegaba porque supuestamente ya le había dado el visto bueno su antecesor -Stern- y porque Claremont y Byrne todo lo que tocaban parecían convertirlo en oro. Shooter, viendo que Jean había aniquilado un planeta entero se interesó por conocer el desenlace de la historia, y al descubrir que Byrne hasta había terminado de dibujar el cómic en el que, tras una pelea contra la Patrulla X y la intervención de una autoridad extraterrestre, Jean era lobotomizada psíquicamente y se quedaba sin poderes, exigió la pena máxima para el personaje: no valía con una reducción de poder, no cabía ningún tipo de artimaña exculpatoria, el crimen de Jean Grey era monstruoso y por ello debía morir.

Jean se suicida para evitar que el poder vuelva a corromperla, así de simple.

Ni a Claremont ni a Byrne les hizo la menor gracia, y de hecho una de las razones por las que Byrne acabó dejando la serie estuvo en ese conflicto. Sin embargo, ambos acataron las órdenes de su superior y Jean Grey moría en el número 137 de Uncanny X-Men. Era el final de la Saga de Fénix Oscura, y con el tiempo hasta el propio Claremont reconocería que era un mejor final de lo que tenía pensado, más redondo, más apropiado para el personaje. Durante los siguientes años se juguetearía con la idea de resucitar al personaje -no en vano llevaba el nombre del pájaro que resurgía de sus cenizas- pero el buen juicio se impondría durante cinco o seis largos años, hasta que en 1986 ocurrió el accidente de Chernobil y también, Kurt Busiek. Pero esa es otra historia y debería ser contada en otra ocasión.

Me cago en mi vida…

¿Os parece que es una historia fácil de contar en una película de dos horas? No, a mi tampoco. Cuando hace trece años Fox ya lo intentó con X-Men 3 iba con la ventaja de que ya habían expuesto la «subida de poder» de Jean a lo largo de X-Men 2, con lo que para esa película tocaba contar como Jean hacía gala de sus nuevos poderes hasta corromperse y morir. Sin embargo, en X-Men 3 Jean ya aparece corrompida y transformada en una especie de monstruo psicópata que es manipulado hasta por el propio Magneto, con lo que el impacto emocional de la muerte de Jean es pequeñisimo -eso obviando que la película es mala a secas, para que negarlo-. Dark Phoenix, la película que se estrena esta semana, parece querer contar en una sola película desde el sacrificio de Jean en el transbordador hasta su muerte, con lo que probablemente vuelva a saltarse pasos intermedios y tengamos el mismo problema. Sin embargo, no tengo ganas de ser un bocazas y voy a esperarme a verla, así que ya os contaré.

Vete a saber, igual la Chastain es Lady Mastermind…
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