Tengo el archivo de texto en blanco y no sé por donde empezar. Hay algo en mi interior que tengo que verbalizar de alguna forma, pero en cuanto empiezo a escribirlo me doy cuenta de que es un spoiler, y no quiero empezar ya con un spoiler. O que lo que estoy diciendo no es del todo cierto, y no quiero ser un cafre igual que todas esas veces que hablo de Bethesda o de la propia Wonder Woman, porque quiero ser claro y directo. Sólo diré que Wonder Woman no es una gran película, pero sí es lo mejor que nos ha dado DC/Warner en los últimos diez años. Y eso es preocupante…
Porque alguno dirá que Wonder Woman es la película más marveliana que ha hecho DC desde Green Lantern, pero que esta vez les ha salido bien porque en vez de copiar a Tony Stark se han dado cuenta de cual es el referente común y se han basado en el original, el Superman de Richard Donner. Y sí, es cierto, la clave está en ese maestro llamado Richard Donner y en su enseñanza principal: La clave para hacer una película de superhéroes está en creerte a tu protagonista, en enamorarte de él y construir el mundo a su alrededor. Wonder Woman es una película sobre Diana de Themyscira y, al igual que el Superman de Donner, si no entras en su juego y amas al personaje protagonista, se te va a caer la película entera. El acto de fé de entrar al juego de que el plan de Lex Luthor es creíble por lo descabellado se repite aquí en Wonder Woman. Diana actúa por instinto, por el convencimiento de que tiene razón, y probablemente ése sea el mayor error de la película, que la determinación de Diana a ratos nos pide demasiado. Ella sale de Themyscira convencida de que Ares es el responsable de toda la guerra a pesar de que no tiene ninguna prueba que se lo indique, y si tú como espectador no eres un creyente, vas a empezar a torcer el morro muy pronto. Pero empecemos por lo importante…
Hay dos crímenes capitales que se cometen en esta película y es lo desaprovechadísimas que están Elena Anaya y Robin Wright. Wright muere en el primer acto y nos quedamos sin ella para posibles secuelas, siendo su muerte uno de los motivos que espolean la cruzada de Diana. Por su parte, Elena Anaya simplemente es la Doctora Poison, que originalmente era una de tantas «Dragon Lady» que tan de moda estaban en los años 30 y 40 y que en esta película es una científica que fabrica armas químicas y tiene media cara hecha un cristo. Su personaje es una víctima más de la guerra y ocupa mucho menos espacio en pantalla que el General Erich Ludendorff, el supuesto villano de la película que termina siendo también una víctima de las manipulaciones de Ares; y éste es para mí uno de los problemas más gordos de la película, que los tres villanos acaban totalmente desdibujados y ninguno consigue brillar como si lo hizo el Lex Luthor de Gene Hackman ante el Superman de Christopher Reeve en la película de Richard Donner. En Wonder Woman no pasa eso, porque Wonder Woman se lo come todo.
Claro está que Gene Hackman era mucho Gene Hackman, y que hasta en la propia Iron Man usaron a Jeff Bridges para plantarle cara al Tony Stark de Robert Downey Jr. Y es que el problema del «protagonista se come al villano» es algo habitual en el universo cinematográfico de Marvel, y esto se cumple a rajatabla en Wonder Woman con unos villanos tremendamente desdibujados y que probablemente no han querido hacer más profundos en pro de hacer que te quedes embelesado con Diana, porque a fin de cuentas ése es el objetivo principal de la película y el que parece haber cumplido sobradamente a juzgar por los resultados en taquilla y redes sociales. Supongo que esa Wonder Woman resplandeciente también eclipsa el hecho de que las amazonas de esta película no tienen precisamente una sociedad utópica, y que disparan a matar en cuanto ven a gente del exterior acercarse a su isla. Gracias a New52 parece que debemos olvidarnos de los tiempos de la utopía de la versión de Pérez, y es totalmente contradictorio el usar la Themyscira de Azarello para una historia sobre una Diana que cree en la verdad, la paz y el amor mientras lleva su espada asesina de dioses en la mano. Lo que es peor, su solución para el conflicto principal de la película es matar al villano -de forma totalmente premeditada, que para algo se cruza media Europa para ello- y liderando ejércitos en el campo de batalla con un escudo en la mano. Un escudo redondo que desvía las balas para que avancen sus muchachos.
Porque esa es otra, una de las escenas más emblemáticas de la película -si no la que más- es la de Diana saliendo de la trinchera hacia tierra de nadie -recordemos que estamos hablando de la Primera Guerra Mundial, en algunos puntos el frente estuvo parado durante años- y llamando toda la atención del fuego enemigo con su escudo, inspirando así a los soldados a avanzar por el frente y… Un momento, eso me suena. ¿Un personaje que lleva escudo y lidera ejércitos en combate? ¿Y por qué carajo no desvía las balas Diana con sus brazaletes, que sería lo propio? ¿Cómo han podido hacer que una de las escenas más icónicas de la película sea una del Capitán América y no de Wonder Woman? Que alguno me dirá que se están reservando los brazaletes para la pelea con Ares -que es exactamente lo que hacen- pero eso no justifica que lo que veamos sea esto:
Iconográficamente, el Capitán América tiene una forma de pelear, de moverse, de actuar. La caracterización de un personaje -tanto en el cine como en el cómic- conlleva que Spiderman no se puede mover ni pelear como Superman, con lo que el estilo de combate de un superhéroe acaba siendo tan definitorio como su propio traje. Por eso se nos hacía raro el Batman de Tim Burton, por eso se nos hacía raro el Spiderman de Nicholas Hammond. Wonder Woman, con su lazo y sus brazaletes, tiene un estilo de combate único y diferente a todo lo que hemos visto hasta ahora en una película de superhéroes. Las escenas en las que Diana se apoya en su lazo y en sus brazaletes, moviéndose de un lado a otro son las más espectaculares de la película y las que realmente destacan con diferencia; y precisamente por eso es un error el cascarle el escudo del Capitán América, porque al final Wonder Woman tiene su propia identidad y debe de marcarla bien fuerte. Ésa escena habría funcionado muchísimo mejor con sus brazaletes, pero supongo que salía más barato -el presupuesto no dejaba de ser el más bajo de todas las películas del DCCU- y que, ya que la sacaban con el escudo de marras, tendría que usarlo para algo.
Quién a hierro mata, a brazaletazo muere. Supongo.
Por lo demás y teniendo en cuenta que esto es el Snyderverso que nos amarga la existencia hay que decir que sí, que Diana mata. Pero supongo que no es raro que mate, al fin y al cabo si hemos permitido que el Capitán América coja un M16 en Vengadores o que tire al vacio a tres o cuatro agentes de Hydra en alguna que otra peli, no podemos ser hipócritas y habrá que dejarlo pasar -aunque no nos guste- porque al fin y al cabo no hay ensañamiento o asesinatos a sangre fría. Porque claro, Diana mata a Ares pero eso son cosas de dioses -porque ella también es una diosa, agárrate- y ellos sabrán lo que hacen. Que al final lo mata entre Sonic Booms a lo Guile y un Final Flash a lo Vegeta, y como hay muchas luces eso no es matar, no. Porque Wonder Woman debería terminar con un mensaje de paz, y no con un «creo en el amor»… De un Final Flash en toda la jeta. Pero más allá de todo esto y que no sea una gran película de Wonder Woman -de lo que debería ser Wonder Woman- es la primera película decente de DC desde El Caballero Oscuro.
Porque tanto en puesta en escena como en montaje la película funciona, fluye como pocas hemos visto últimamente y se nota que no ha sufrido un desarrollo atropellado. Que la han tenido en el horno el tiempo adecuado y Patty Jenkins ha podido dejar trabajar a Gal Gadot y Chris Pine, con lo que han tenido el suministro de oxígeno suficiente como para poder desarrollar sus personajes y hacerlos creíbles, humanos, tridimensionales. Y sí, Wonder Woman es creíble y eso parece todo un milagro, porque no olvidemos que lo difícil no era hacer a Batman o Superman -eso ya se hizo- lo complicado realmente era sacar adelante un personaje que la mayor parte del tiempo DC Comics ni lo ha entendido ni le ha preocupado en lo más mínimo, sumergiéndolo en tópicos y en las estupideces de las modas según les diera el viento. Jenkins coge el manual de Donner y lo aplica con precisión quirúrgica, y si bien la ejecución no es todo lo perfecta que debiera, el resultado es tan bueno que ha conseguido abrir una columna de luz en medio de la nube de antimateria que tapaba el sol del universo cinematográfico de DC. Me pregunto si en último término la idea de Patty Jenkins es la de que Diana siga un aprendizaje a lo largo de sus próximas películas, que aprenda a ser la heroína que estamos esperando a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, de Vietnam y de lo que sea para poder llegar a nuestros días y darles un par de lecciones de humanidad a los amargados que gritan «Martha». Quién sabe, igual con el tiempo vemos como Diana empieza a predicar la paz hasta a las mismísimas amazonas…