Vamos a dejar las cosas claras, porque para cuatro que leen este weblog, parece que no se enteran: No soy un personaje de ficción, soy la única esperanza de que el mundo vaya a alguna parte.
Porque en el mundo hay hambre, guerra, enfermedades y banqueros, y no podemos estar preocupándonos de lo malos que son los juegos; lo dice todo el mundo, «esta generación de consolas apesta», «es la primera generación en la que las novedades no me atraen», «hace años que el E3 es una decepción» y todo eso. Porque los juegos de esas monstruosidades modernas llenas de triangulitos no dejan de ser versiones travestidas del Yoshi Safari (que mira que era malo el hijodeputa) o DateSims camuflados como RPGs llenos de testosterona (MassEffect, te miro a tí).
El veneno empezó en los 90, cuando Sony abandonó llorando el proyecto del CD de Supernintendo y en Nintendo se pasaron con el sake; sólo así se entiende que sacaran casi a la vez las dos peores consolas de la historia de la compañía: La VirtualBoy y la Nintendo 64.
La VirtualBoy, una monstruosidad en rojo y negro, se suponía que acercaba la realidad virtual a la gente, cuando en realidad lo único que hacía era dejarte ciego y desnucarte de lo mucho que pesaba el trasto. Constaba de unas gafas rojas pesadísimas que constaban de dos pantallas LCD (una para cada ojo) y un mando a medio camino entre el de Gamecube, Playstation y Jorge Javier Vázquez (por lo lamentable). Conclusión; VirtualBoy era como la Nintendo 3DS pero con dolores de cuello y en monocromo. Un horror.
Nintendo 64 fue la consola del «yo con triangulitos lo hago todo», y así le fue a Nintendo. Si el chip SuperFX había hecho maravillas con StuntRaceFX y StarWing, había sido porque se programaron con cabeza, sabiendo cuando poner pixel y cuando poner triangulito. Con la Ultra se les fue la cabeza y, sin haber aprendido la lección del CD de Supernintendo o la hecatombe del MegaCD, en Nintendo sacaron la consola a la venta dando por supuesto que en poco tiempo sacarían un lector de disquetes que compensara la falta de memoria de la consola, tanto RAM como ROM. Y la disquetera de la N64 salió, sí, pero salió sólo en Japón y fue un fracaso más grande que el de la consola en sí.
Playstation fue la que triunfó, lamentablemente. Y digo que lamentablemente porque el modelo de consola que proponía no era tal, era un modelo de negocio y punto. Una consola creada por fabricantes de radiocassettes, que reproducía juegos como podía reproducir cds de Conchita Piquer. Y el «gran público» se la comió con patatas, dejando que Sega se comprara un billete de ida a la quiebra (que no digo yo que no se lo buscaran ellos solos, ¿eh?). Asi que la consola del fabricante de televisores acabó comiendose el mercado por incomparecencia de sus competidores y usando un hardware basado en (ay) la Supernintendo.
Y así empezó el horror de hoy en día, con una consola bastardizada del Cerebro de la Bestia que movía montones de triángulos y escenas de video horribles de niños emo enamorados de princesas de cuento cabezahueca. Con juegos que se publicitaban por ser «como una película» y la mayor parte del tiempo se olvidaban de que eran juegos, y pariendo una generación que no ha conocido lo que vimos en las 16bits, con una compañía que creaba juegos y a eso se dedicaba, no al marketing.
¿Alguien se acuerda del horrible catálogo de Playstation cuando salió al mercado? Porque yo sí. Mortal Kombat 3, Destruction Derby, Rayman, Mickey Mania, TohShinDen, Lemmings 3D… Muchos de ellos eran versiones de juegos de 16bits «en CD», con intros de dibujos animados y esas mierdas, mientras el resto eran juegos de PC «exclusivizados a última hora». Juegos sin mucha personalidad, sin nervio y sin alma, como suele pasar en PC. ¿Verdaderas exclusivas? Los de Namco, Tekken y Ridge Racer. El primero era malísimo, una beta del Tekken II, mientras el segundo era el típico juego de coches de recreativa que había por aquellos tiempos, pocos circuitos, pocos coches, mucho coñazo, sobre todo porque los tiempos de carga eran tan largos que te metían el Galaga para que no te aburrieras demasiado mientras tanto y mandaras a la consola a donde se merece.
Y en ese catálogo inicial vemos ya el horror que se nos vino encima, porque a partir de ahi todo ha sido repetir eso una y otra vez, con más potencia, más gráficos, más dinero y más mierdas. Mientras, los caminos que abrió Supernintendo con Chrono Trigger o Yoshi’s Island se quedaron por ahi tirados, inexplorados, y pocos programadores se pararon un momento a pensar que, en realidad, su trabajo es hacer juegos.