Pedazo de serie, probablemente lo mejor que han parido los hijos de la gran bretaña, y no la cosa esa del alienígena tarao que viaja por el tiempo metido en un teseracto piojoso.
Creada por ese genio de la pantomima que es Rowan «Mr Bean» Atkinson, «Black Adder» es una comedia histórica que va contando las desventuras de diversos personajes pertenecientes a la dinastia de los BlackAdder (que en realidad son un «What If…?» de los Plantagenet, nada menos) a lo largo de la historia de Inglaterra.
Su primera encarnación, en la que nos vamos a centrar en el presente artículo, data de finales del siglo XV, durante el reinado de Ricardo IV. Un rey que no debería llamarnos especialmente la atención… Si no fuera porque nunca existió; según nos cuentan en la introducción del primer episodio el sucesor histórico de Ricardo, el malvado Enrique VII, le tenía tanta tirria que decidió hacerlo borrar de los libros de historia. Sin embargo, no juzguemos mal a Don Enrique. El monarca no se movía sólo por motivos bajos y mezquinos, si no que se veía en la obligación moral de eliminar de la historia de Inglaterra a la mayor lacra que ha osado vivir jamás en las islas y en el mundo entero, el tío más despreciable y estúpido de la historia de la humanidad: El Príncipe Edmund Plantagenet, el hijo de Ricardo IV. Edmund, La Víbora Negra.
Seré directo: Edmund es gilipollas. Es un tontaina recalcitrante, es codicioso y envidioso hasta la médula. Se pasa toda la serie conspirando junto a sus esbirros Percy Percy y Baldrick la forma en la que puede arrebatarle el trono a su padre y a su hermano, el legítimo heredero. Afortunadamente, cada uno de los planes del trío suele salir cada vez peor, y para colmo de males, Edmund es tan merluzo que su mejor consejero es el inclasificable Baldrick, el único tipo de la serie aún más lamentable que él y cuyos planes son tan inteligentes como hacerse un piercing genital con una mina mariposa.
No me gustaría contar mucho sobre la serie, porque es mejor descubrirla por uno mismo. Pero es toda una experiencia descubrir las frustraciones y ninguneos que va padeciendo el pobre Edmund, como acaba siendo Arzobispo de Canterbury para acabar rogando para que lo excomulguen, como reune al grupo más despreciable de bandidos de toda Inglaterra con el objetivo de usurpar el trono y acaban traicionandole a él mismo, o como acaba siendo la princesa de cuento de hadas que va a hacerle el dueño de media europa vía matrimonio de conveniencia… Es como meter a Sheldon Cooper en Los Tudor (de hecho, el personaje de Big Bang Theory le debe bastante a Rowan Atkinson), sabes que la va a liar sólo con respirar, y si a esto le añadimos una sátira inmisericorde de la Inglaterra de la Edad Media, creo que ya os podéis hacer una idea de lo que este Black Adder tiene que ofrecer…
La serie, creada en 1983 por Richard Curtis y Rowan Atkinson no intenta retratar fielmente el periodo histórico, si no que mezcla con bastantes licencias todos los temas de la época (peste, cruzadas, caza de brujas, puteo internobiliario) con el despreciable Edmund y sus tejemanejes como hilo conductor. Cada temporada, de sólo seis episodios, tuvo gran éxito en sus primeras emisiones de la BBC allá por el 83, pero no el suficiente como para justificar inmediatamente la firma de una segunda temporada; lo cara que resultaba la producción al usar localizaciones de castillos reales y bastantes exteriores, demasiadas para el gusto de una televisión ingles acostumbrada a grabar todo en sus propios estudios, sumado a todo el gasto de extras, vestuario y atrezzo necesario para recrear la época, provocó que la llegada de un Black Adder II tardará cosa de tres años en llegar a costa de rebajar sensiblemente el presupuesto. Pero de las desventuras de La Víbora Negra de los tiempos de Isabel I ya hablaremos otro día.
Continúa en Blackadder II, Blackadder III y Blackadder Goes Forth