Ayer me desperté con la lamentable noticia de que Disney había cancelado la serie de The Acolyte y que no podríamos disfrutar de una segunda temporada, algo que personalmente me ha jodido bastante y me consta que también a Diógenes, que de vez en cuando teníamos que estar de acuerdo en algo. Y aunque es una cancelación que fríamente puedo llegar a comprender desde un punto de vista puramente empresarial, además de servir para amargarme la semana, esta cancelación ha puesto también el foco en unos cuantos problemas que convendría abordar porque desde un lado y otro están consiguiendo que ser un mero espectador se convierta en algo bastante incómodo. Y aunque trato de no contar demasiado de la serie, aunque no se para que, aviso que hay algún otro SPOILER que otro.
Yo ya lo dije por aquí en más de una ocasión cuando se estrenó The Acolyte, yo disfruté bastante con la serie, me lo pasaba bien, y aunque no era una serie perfecta ni mucho menos, sus puntos fuertes superaban en mucho los pequeños problemas de los que adolecía. Pero la realidad es la que es, las audiencias no fueron lo bastante elevadas y le llegó el hachazo como a tantas otras series a lo largo de la historia de la televisión. Un escollo que ha sido exacerbado por la situación en la que se encuentra ahora la televisión en Estados Unidos por culpa de las plataformas de streaming. Porque se está viendo eso de que el que cada gran productora quisiese crear su propia plataforma para tratar de comerle un poco el negocio a Netflix o HBO no ha sido tan buena idea como parecían creer, y mucho menos el lanzarse a gastarse cientos de millones en crear series y películas de altísimos presupuestos como reclamo para atraer al público.
Y ahí se plantean dos problemas. Por un lado, el presupuesto del público no es tan extenso como el de estas compañías, y ante la proliferación de multitud de plataformas, que a veces parecían salir de debajo de las piedras todas con unas ofertas muy atractivas, la única solución ha sido la de siempre, seleccionar mucho, picar aquí y allá y no comprometerse demasiado con ninguna. Porque el mercado es el que es, en pocos hogares se van a suscribir a todas y cada una de las plataformas existentes y estaba claro que ninguna iba a obtener todos los resultados que esperaba, y que las “soluciones” de muchas de estas empresas para tratar de mejorar sus resultados hayan consistido en prohibir compartir contraseñas, subir las cuotas a cada rato y colar publicidad, como que han ayudado poco a fidelizar al público.
Esto entronca con el otro problema, que estas compañías se han gastado cantidades obscenas de dinero y parecían esperar un rendimiento inmediato, para lo cual, como decía más arriba, se gastaron aún más dinero para tratar de ofrecer un producto irresistible. El resultado de todo esto es que nos hemos encontrado con un buen puñado de series de presupuestos altísimos, con un nivel de producción me atrevería a decir que más propio del cine que de la televisión (aunque sea por streaming) y que, como era de esperar, la estrategia les ha estallado en las manos. El gastarse tantísimo dinero en crear estas series ha provocado que los niveles de exigencia para recuperar lo invertido se hayan extremado, ya no se puede hacer lo de darles una oportunidad para ver si estas van limando sus imperfecciones y afianzan su audiencia, que son incontables los ejemplos a lo largo de la historia de series que tuvieron unos comienzos toscos, cuando no mediocres, y que acabaron convirtiéndose en algo memorable.
Y justo ahí se ha encontrado The Acolyte, con un presupuesto de unos ciento ochenta millones de dólares, veintidós y medio por episodio, casi lo mismo que pesos pesados del momento como House of The Dragon. Y claro, costando tantísimo dinero, The Acolyte tenía que justificar aún más su existencia que una serie que hubiese costado la mitad, ya que pese a que tuvo un estreno medianamente potente, las audiencias a partir de ese punto comenzaron a bajar y no remontaron mínimamente hasta el final, sin generar el suficiente éxito como para compensar lo mucho que había costado hacerla.
Algo que deja claro que les toca ajustar sus estrategias, si se van a gastar tanto dinero que lo hagan con algo más “seguro” (todo lo seguro que pueda ser este negocio en lo que nunca se sabe qué va a triunfar) con personajes reconocibles o conectado de forma más directa a franquicias potentes. Porque pese a ser esta una serie de Star Wars y estar repleta de Jedis, al ambientarse en una época muy alejada del resto de Star Wars, sin ningún personaje popular paseándose por ahí (cameos fugaces aparte) ni tener un gancho potente como lo fue en su día Bebé Yoda para The Mandalorian, no atraía al público de la misma forma que lo hicieron, por ejemplo, series como Wandavision o Loki también en Disney+.
Y con esto no quiero pretender que The Acolyte no tenía problemas, ya he dicho que no era ni de lejos una serie perfecta, pero era una serie muchísimo mejor de lo que mucha gente decía por ahí, y tenía muchísimo potencial a explotar. Nos permitió adentrarnos en una era de Star Wars que hasta ahora solo se había tocado en cómics y novelas, nos ofrecía un punto de vista diferente a los diferentes lados de la Fuerza, como incluso Jedis con las mejores de las intenciones podían cegarse y cometer actos atroces, o justificarlos y ocultarlos por el bien mayor, usuarios del lado oscuro que demasiado a menudo hablaban con mucho sentido, y gente que no se afiliaba con un bando u otro y nos mostraban que no todo era tan claro como luz y oscuridad, que había muchos grises. También pudimos contar con un casting muy potente en el que para mí destacaron Lee Jung-jae y Manny Jacinto, unas coreografías espectaculares y una puesta en escena impresionante que ahora sabemos que fue muy cara. ¿Qué tenía problemas? Por supuesto, pero nada que no se hubiera podido corregir en una segunda temporada y no mayores que otras series con las que no se han cebado de la forma con la que se han cebado con esta.
Y aquí entramos en el otro problema sobre el que ha puesto el foco esta serie y su cancelación. Los niveles de odio que he visto con The Acolyte en internet me han sorprendido incluso a mí, que llevo demasiado tiempo por aquí y con tendencia a asomarme a abismos a los que no debería asomarme. Ya antes de su estreno, cuando aparecieron los primeros tráilers y se supo de qué trataba, un sector de la opinión pública reaccionó como si esto fuese lo peor que se había hecho nunca no solo con Star Wars, sino en general, algo que obviamente empeoró cuando se estrenó y de una forma a menudo muy irracional.
Parecía que la serie se miraba con lupa a la búsqueda de cualquier cosa que se pudiese criticar, no se le perdonaba nada, se atacaban convenciones que han formado parte de la franquicia desde sus comienzos (que esto nunca ha sido Hard Sci-Fi) se criticaba que momentos en los que estaba claro que solo nos estaban dando información parcial no tenían sentido, que contradecía el canon en puntos que al final de la serie quedó claro que no lo contradecía, incluso surgieron puristas de la condición de “Elegido” de Anakin Skywalker indignadísimos porque de alguna forma él ya no era especial… Si contaban una cosa se cabreaban, si se hacía lo contrario también, parecía que ese sector ruidoso había decidido atacar la serie y punto.
¿Las motivaciones detrás de todo esto? Tocaría hacer un estudio sociológico en profundidad, pero está claro que toda esa gente acomplejada ante cualquier cosa que sienten que amenaza su “hegemonía”, y una serie con este casting y showrunner se los debía parecer, más quienes han encontrado un nicho de negocio bastante desagradable en esparcir odio, deben formar el grueso de ese sector. Un aspecto este último por el que cada vez siento más desprecio, no solo porque tristemente con el blog hemos podido comprobar como demasiado a menudo un contenido negativo siempre genera más visitas y comentarios que uno positivo, sino por los efectos que está provocando, uno de los motivos por los que ya solo quiero hablar de cosas que me han gustado.
Por culpa de esa gentuza para quienes esto no es más que un trabajo (uno degradante debo añadir) existe una parte cada vez mayor de público que no parece perdonarle absolutamente nada a una obra de ficción, que buscan una perfección imposible, y un efecto especial que se note más de la cuenta, un diálogo que no les suene “natural” o una trama que les recuerde a otra cosa o que consideren un agujero de guion (o que directamente no entienden) ya es motivo suficiente para querer hundir lo que sea que esté en su punto de mira ese día. Algo a lo que debemos añadir que generan un ambiente tan tóxico en torno a las obras que atacan que demasiadas personas, ante una oferta audiovisual cada vez mayor, deciden alejarse para ir a ver algo más “seguro” sin molestarse en darle siquiera una oportunidad, porque esa obra es mala, que si lo dice tanta gente debe ser verdad…
Y por todo ello me cago muchísimo en la cancelación de The Acolyte, no solo porque me han quitado una serie de la que tenía muchas ganas de ver cómo continuaba (me tocará conformarme con esperar a ver si sacan un cómic o novela) sino por todo lo que ha rodeado esta cancelación, por ese modelo de negocio que necesita una revisión en profundidad y por esa cultura del odio que ha pasado de ser algo que hacía complicado el poder compartir con calma las opiniones sobre algo en comunidad, como sucedía en muchos foros hace una década, a ser algo que está convirtiendo en irrespirable el ambiente online tanto para espectadores como para quienes hacen estas series y películas, y a eso no le veo una solución fácil precisamente.