Me vais a perdonar que no siga con mi repaso a la historia del Arrowverso esta semana, pero es que no sé si os habéis dado cuenta, porque el Arrowverso se terminó la semana pasada. Se terminó de forma triste y lamentable, pero qué le vamos a hacer, cuando algo ya ha cumplido su ciclo lo que toca es retirarse con dignidad… Cosa que no ha pasado con Flash. Y sí, se vienen spoilers, aunque el episodio final ha sido tan lamentable que si lo véis lo mismo preferíais estar avisados…
Como somos lectores de tebeos y nos hemos pasado décadas leyendo historias de los mismos personajes, creemos que son incombustibles. ¿Quién podría decir que Superman se puede gastar, si casi lleva cien años saliendo todos los meses en los kioskos? ¿Hay algún personaje que haya sufrido semejante sobreexposición continuada y no haya pasado de moda por completo? Los precedentes directos del cómic, los Pulp, los Penny Dreadful y los folletines tenían un principio y un final. Sherlock Holmes tiene cincuenta años más que Superman y ni de broma hay tantas historias de Sherlock Holmes como de Superman. Y Superman, Batman, Wonder Woman y demás aguantan, ¿por qué no iban a aguantar Barry Allen u Oliver Queen? Probablemente porque ninguno de los dos tengan tantos cómics a sus espaldas. Barry ha tenido su propia serie regular con una larga pausa de unos veinte años -no quiero asustaros, pero dentro de poco Barry ya habrá vuelto tanto tiempo como Wally West estuvo «sustituyéndolo»- pero la mayor parte de su material no era gran cosa. Al igual que los cómics actuales, su adaptación a la TV ha tenido que canibalizar la etapa de Wally. Y la etapa de Wally nunca fue precisamente perfecta, aunque en el conjunto sea mucho más brillante que la de Barry. Pero estábamos hablando del final del Arrowverso…
Allí donde Arrow consiguió retirarse con relativa dignidad con Crisis en Tierras Infinitas, Flash no ha tenido ese privilegio. Tras Crisis y el COVID, la serie era un muerto viviente en toda regla que se iba desprendiendo de sus personajes (actores) originales y sustituyéndolos por otros completamente nuevos y a cuál más mediocre. De repente era como si el Arrowverso hubiera sido construído en su totalidad con la meta de Crisis en mente pero después de aquello no se les ocurriera absolutamente nada que hacer, pese a que contaban con multitud de cómics en los que basarse. Versiones de personajes del cómic como Chunk eran completamente irreconocibles, y otros que se acercaban más como Chillblaine o Allegra García habría sido mejor que no estuvieran en la serie. Especialmente sangrante es el caso de esta última, que en principio estaba convencido de que era un personaje completamente original de la serie pero que en realidad fue creado por el propio el showrunner de estas últimas temporadas de decadencia, Eric Wallace, en un número de los Titanes que escribió allá por 2010 y del que no se acuerda nadie (no digamos ya del personaje). Pero mucho peor es lo que pasó con otros personajes…
Clásicos de la serie como Cisco desaparecieron, mientras Caitlin Snow/Killer Frost fue sustituida por un ente extraño llamado Khione, en una jugada parecida a la realizada por Joss Whedon en Angel al sustituir al personaje de Amy Acker por un demonio primigenio interpretado por la misma actriz. Khione se arrastró por la serie sin pena ni gloria mientras Iris West o Cecille intentaban convencernos constantemente que sus subtramas eran interesantes, a pesar de que las del propio Barry ya hacía mucho tiempo que ya no tenían la más mínima sustancia. Lejos estaban ya los tiempos en los que las distintas encarnaciones del Harrison Wells de Tom Kavanagh animaban la serie constantemente o se nos prometía un futuro con Ralph y Sue Dibny, porque la serie llevaba años viviendo de las glorias pasadas y siendo incapaz de conseguir un personaje que funcionara. Y aunque es cierto que la importancia de los audímetros ya no es ni la mitad de importante que cuando Flash arrancó en 2014, las cifras no acompañaban y las nuevas políticas de DC ya empezaban a ser completamente incompatibles con la supervivencia no ya solo de Flash, si no de todo el Arrowverso.
Pero si ha hecho algo el final de Flash es justificar su cierre, porque en su supuestamente apoteósico final la serie ha terminado enfrentando al velocista escarlata a todos sus villanos velocistas, reincidiendo en uno de los defectos que se le solían achacar a la serie en sus mejores tiempos y a la vez sumándole los defectos de las últimas temporadas, porque los diálogos cada vez eran más atroces y vacíos, hasta el punto de que ni siquiera se molestaron en usar clichés, que de lo malo malo si se han convertido en clichés es porque en algún momento llegaron a funcionar. Aquí nos encontramos con un argumento que establece que tienen que pasar ciertos sucesos en cada escena, pero las situaciones se resuelven de forma atropellada y cuando un personaje convence a otro de actuar de otra forma lo hace en base a insistir mucho sin llegar a darle ninguna razón de peso.
Flash ha terminado sí, y ha conseguido que no la vayamos a echar de menos. Arrow tuvo sus altibajos -esa temporada con el tal Díaz, que horror-, Supergirl también se arrastró en su última temporada y hasta Legends of Tomorrow arrancó fatal mientras Black Lighting nunca estuvo a la altura y Batwoman tuvo sus momentos, pero hay que decir que con todos los grandes momentos televisivos que nos regaló y aunque en más de una ocasión alguno los podría calificar de fanservice sin despeinarse, lo cierto es que el Arrowverso consiguió establecer un universo de superhéroes en la televisión como nunca se había visto jamás en la pequeña pantalla desde los tiempos de Batman, Superman y La Liga de la Justicia de Bruce Timm. Y aunque sabíamos que ésto no podía durar, no deja de ser lamentable que el final sea tan indigno y que nos hagan desear que Barry Allen no hubiera desaparecido realmente en Crisis. Qué le vamos a hacer.