Icono del sitio BRAINSTOMPING

«Aguanta, que luego mejora»: Planteamientos soporíferos

A ver, ésto nos pasa mucho. Sobre todo con series de TV, que es más escandaloso y hasta molesto, peron también con cómics. Que narices, pasa hasta con videojuegos, que la cosa es más clamorosa si cabe, porque quieras que no estás aprendiendo a jugar y es el momento en el que decides si devolver el juego y que se vayan a tomar viento a la farola (gran expresión que se usa hoy en día bien poco, porque nos hemos vuelto mucho más malhablados). ¿Qué de qué estoy hablando? Maldita sea, lo he puesto en el título, sobre eso del «aguanta, que luego mejora».

¿Alguien ha revisitado esto? El showrunner no es lo único rancio en la primera temporada…

A mi me lo dijeron en un trabajo de esos de mierda que te pillas cuando estás estudiando y no tienes dinero para tus necesidades básicas (comprar tebeos, pagar la matrícula ya era más secundario), «los primeros días limpiando debajo de los fogones de un restaurante en los que todavía hay restos de grasa del día que vino a comer aquí Fernando VII son duros, pero luego te acostumbras y la cosa mejora». No, no mejora. Que tú tuvieras un síndrome de Estocolmo horroroso y te hubieras acostumbrado a la mierda no quita que el trabajo sea una soberana mierda más grande que el miembro hipertrofiado del peor monarca de la historia del mundo mundial. Y yo, por supuesto, no me acostumbré y corrí a buscarme otra cosa que, afortunadamente, no me costó encontrar. Porque en aquellos tiempos eso de encontrar trabajo todavía no era un empeño digno de tener tu propio cantar de gesta. Y creo que pasa algo parecido cuando te encuentras un videojuego que te dicen «luego mejora», pero en el caso del videojuego de las narices suele ser porque te cuesta la vida aprender a jugar, cuando no es directamente que el juego es un Deadly Premonition de la vida y acabas con el cerebro lavado y aceptando fallos de programación realmente graves solo porque te gusta su mala imitación de David Lynch. Y luego está la tele, vaya con la tele.

Babylon 5, seriaza. Pero vaya primera temporada…

El caso más claro de «aguanta, que luego mejora» creo que es Babylon 5. Babylon 5 es una serie de televisión que, revisionada años después, te das cuenta de que tiene varios fallos de planteamiento. Que por muy enamorado de su historia que estuviese Joseph Michael Straczynski, es una serie de ciencia ficción startrekiana -estaba planteada originalmente como tal, solo que los de Paramount la rechazaron para luego plagiarla- tiene personajes sosos, planos y hasta tontorrones, y que el protagonista elegido originalmente no tenía suficiente interés como para aguantar la serie… Básicamente porque todo lo importante que iba a hacer en ella lo hacía en las siguientes temporadas. Entendámonos y sin querer reventarle a nadie una serie de hace treinta años, Babylon 5 era una estación espacial que quería servir como una especie de Naciones Unidas galáctica, pero que para la segunda temporada fracasaba y acababa metida en una guerra del requetecopón; la trama necesitaba construir las relaciones entre personajes para el largo plazo, y el resultado de todo ese trabajo se veía en la segunda o la tercera temporada, provocando que el revisionado de los episodios de la primera cobrara otra dimensión. La serie sobrevivió a su primera temporada y se convirtió en un fenómeno de culto, hasta el punto de que a día de hoy el propio Strazcynski está desarrollando un remake (que mucho me temo que pueda estar cancelado, porque él mismo pidió hace un tiempo el apoyo de los fans y no se ha vuelto a saber nada del tema). Pero no es de Babylon 5 de lo que yo quería hablar…

El momento en el que te enamoras del personaje de Peter Parker.

Porque hay multitud de cómics que empiezan por historias pequeñas que van creciendo y alcanzan la grandiosidad. El caso más claro es el Spiderman de Lee y Ditko, que aunque en un principio no creo que fuera premeditado, se va desarrollando desde los inicios titubeantes iracundos del protagonista hasta que asume el papel que le ha tocado jugar en la vida y se convierte en el personaje que todos conocemos… Treinta y tres números después. Con esto no estoy diciendo que el Peter Parker de los números anteriores no fuera Spiderman, si no que «estaba aprendiendo», y lo que hemos dicho unas cuantas veces, que la escena cumbre de dicha etapa con Spidey levantando toda aquella maquinaria funciona simplemente porque te has pasado meses leyendo sus miserias y ves como por fin se sobrepone a ellas y se perdona a si mismo por la muerte del Tío Ben. La creación de Spiderman como personaje se nos antojó como algo natural, como una evolución constante, hasta el punto de que después de esta escena la serie se empieza a sentir otra -sobre todo con la espantada de Ditko- y hasta se intenta repetir ese sentimiento de culpa de Peter con la muerte de George Stacy. Y aun así, esa muerte no será tan definitoria como la de Gwen, que aunque superficialmente es devastadora para Peter, al personaje que más hace evolucionar es a Mary Jane, comenzando el proceso de transformación de la serie a las aventuras de Peter y MJ.

Individualmente es una escena que no vale nada, pero tras 70 números de la moza fiestera vale el mundo.

Sin embargo, repito, ésto no fue premeditado como en el caso de Babylon 5, y parte de su naturalidad se debe precisamente a eso. Es una historia bastante más orgánica que la serie de Straczynski, cuyo principal defecto en ese primer tramo estriba precisamente en lo fría que es, porque la práctica totalidad de la misma está escrita por JMS y se nota su empeño por plasmar sus planes a largo plazo, que se guarda cosas de cara a un futuro. Chris Claremont -ya tardaba en asomar- no empezó su etapa en Uncanny X-Men con grandes planes a largo plazo, sobre todo porque su etapa inicial era mucho más coral, con las contribuciones de Dave Cockrum y John Byrne teniendo bastante más peso dentro de la misma, pero aun así ya se planeaba a un sorprendente largo plazo para la época porque se establecían hojas de ruta para los siguientes dos años, aunque no se respetaran en exceso. Su éxito en el título acaba provocando que Claremont se vea más cómodo en su puesto y empiece a elaborar planes para cien números vista, y para cuando publica el número 200 ya tiene una ligera idea de lo que quiere contar en el 300 (al que no llegará). Esto para los lectores de hoy en día es algo completamente inconcebible, porque el que un autor esté dos años en un título ya parece una etapa larguísima, pero varios de los personajes que presenta Claremont en los 10 números posteriores al 200 han sido creados para un desarrollo posterior.

Aquí los planes -de puño y letra de Byrne- cuando Claremont y él se llevaban maravillosamente bien.

El caso más claro es Mister Siniestro, personaje concebido por Claremont como un fantoche ridículo que parece más un enemigo de los Power Rangers que de la Patrulla X y cuya historia nunca pudo llegar a contar a pesar de que se pasaría unos cinco años más en la serie más allá de su primera aparición. Siniestro era un tipo que vivía en las sombras y contar su historia completa desde un principio habría sido destripar el misterio y toda su gracia, con lo que Claremont optó por hacerlo villano recurrente mientras los protagonistas iban cayendo en una espiral autodestructiva provocada en parte por él mismo. Que no nos engañemos, dicha espiral autodestructiva se correspondía con los tiempos de Watchmen y Born Again, pero alienando un poco a los lectores con un cambio de alineación radical y llevándose «la alegría y la diversión» a Excalibur. Ya he hecho un repaso exhaustivo de esta «etapa oscura» en su día y me reafirmo en que es una buena etapa, pero entiendo que el cambio de estilo de la serie hiciera que más de uno le cogiera tirria, porque todos los estados de transición son difíciles de escribir.

Personajes como Gambito o Mariposa Mental cambiaron por completo por caprichos ajenos al plan original.

Puedes caer en el error de aburrir al lector, de contarle una historia que no le interesa cuando te está demandando volver «a lo de antes, a lo de siempre». Porque el lector es como el niño pequeño que te viene con su cuento debajo del brazo y te pide que se lo vuelvas a contar, porque es lo que le gusta y no se cansa de que le cuentes lo mismo… Hasta que de repente se hace mayor y deja de querer el mismo cuento, y por eso hay que ir contándoselo pero con los cambios suficientes como para que siga enganchado. Babylon 5 partía de cero, no tenía una historia que recontarte mientras te contaba otra cosa, y lo mismo le pasaba a Spiderman. Pero Spiderman impactó con sus primeros números y los chavales volvían pidiendo más de eso, igual que el Uncanny de Claremont nos enamoró con su etapa inicial y con ello consiguió crédito para hacer variaciones y construcciones totalmente distintas, a pesar de que algunos claudicaran y renegaran de todo lo posterior a Byrne.

¿Merece la pena tragarse las precuelas para ver la tercera temporada de Clone Wars?

No recuerdo ahora mismo quién era el escritor que, en caso de duda de cara a hacer un buen principio, que tiraras el primer capítulo a la basura. Que los principios son planteamientos, y que lo que necesita el lector es trama, que haya un progreso desde un principio. Empezar por un terremoto y luego ir subiendo, que ya conoceras las localizaciones y personajes a lo largo de esa misma trama. Crear historias «de juguete» para que vayan presentándote a los personajes es legítimo y a veces hasta conmovedor, pero en muchos casos te dan una idea equivocada de la historia que estás contando y acabas repudiando esa segunda temporada, esa en la que «llega lo bueno». Asi que, la próxima vez que alguien te diga que «esperes a la segunda temporada» pasa de todo y empieza por la segunda temporada. Si la serie es buena, aguantará en su segunda temporada y luego ya podrás leer el principio con otros ojos…

Salir de la versión móvil