Los ochenta en el mundo en general y EEUU en particular vinieron marcados por tres pandemias: el SIDA, el narcocapitalismo y Ronald Reagan. La filosofía Thatcherista cruzaba el atlántico para desregular absolutamente todo y declarar que a partir de aquí todo vale, desprotegiendo por completo ciertos sectores y dando rienda suelta a que cualquier juguetera pudiera hacer publicidad encubierta con cualquier serie de dibujos que se sacara de la manga.
¡Aquí hemos venido a vender juguetes!
El impacto de la «desregulación» fue mayor que el de las asociaciones de padres preocupados, provocando que Hanna Barbera perdiera su hegemonía y que Filmation se volcara de lleno en licencias de juguetes como He-Man y su spinoff She-Ra o BraveStarr, su última serie de animación antes de echar el cierre definitivo en 1989. Pero volviendo a Hanna Barbera, las cosas no le fueron tan mal; el fin de las regulaciones de los 70 provocó el regreso de Space Ghost y Los Herculoides dentro del contenedor «Space Stars», en el cual se estrenó una serie llamada Teen Force que vino a ampliar el universo espacial de Space Ghost con superhéroes con más influencia japonesa que occidental, siendo la última serie original del género creada por la productora durante cosa de diez años, hasta que en 1993 una Hanna Barbera ya en manos de Ted Turner produjera Swat Kats, gatos humanoides peludos expulsados del ejército por desobedecer una orden injusta que ahora combaten enmascarados las injusticias de la ciudad de MegaKat usando más cachivaches que el mismísmimo Batman.
Que no es que esté yo a favor de la censura, pero tendría que haber un término medio entre atontar a los niños y convertirlos en víctimas de la mercadotecnia.
Voy a reservarme la última producción superhéroica de Hanna Barbera -aunque seguramente sea una de las más famosas y mejores, si no la que más- porque apareció en 1998 y eso sería avanzar demasiado, así que volvamos a los 80 con la reciente fundación de Ruby Spears, productora fundada por los creadores de Scooby Doo que habían arrancado la nueva década con dos éxitos, siendo uno de ellos Heathcliff (alías Isidoro, ese gato que es genial, el rey de la ciudad) y el otro Thundarr the Barbarian, que creada entre otros por un tal Steve Gerber y un nombre más importante todavía, Jack Kirby. Sí, Jack Kirby.
Yo no sé si calificarlos como superhéroes, pero tenían el Jack Kirby subido.
Para 1984 y aprovechando el tirón de Knight Raider/El Coche Fantástico tenemos a Ruby Spears presentando Turbo Teen, una serie de infausto recuerdo en la que un niñato pijo estrella su deportivo rojo contra un laboratorio y acaba fusionándose con el coche, adquiriendo el poder de transformarse en él cada vez que es expuesto a una cantidad suficiente de calor. Las secuencias de transformación del muchacho en el coche son una de las cosas más perturbadoras a este lado de Junji Ito, así que lo mejor es decir lo mínimo posible (por no ofender a los que les gustara, que de todo hay) y pasar directamente 1986 y The Centurions, en la que Jack Kirby hace equipo esta vez con Gil Kane (toma ya) para traernos el lejano futuro del siglo XXI, en el que un grupo de aguerridos superhéroes llamados Centurions se enfrentan al malvado científico loco Doc Terror, que pretende conquistar la Tierra y convertir a toda la humanidad en ciborgs porque… Porque es malo, oye.
Es malo y gentuza.
A partir de aquí, Ruby Spears pasaría a centrarse en licencias como Chuck Norris, Megaman o Superman hasta el fin de su existencia, con lo que me temo que nos toca volver a otro de los grandes iconos superhéroicos de los 80, aunque este tenía origen francés… De aquella manera. Porque nos toca hablar de DIC entertainment, una productora francesa fundada a principios de los 70 y que logró su primer gran éxito en una coproducción con el estudio de animación japonés Tokyo Movie Shinsha en una epopeya de ciencia ficción -no sé hasta que punto son superhéroes, pero un día es un día- llamada Ulysses 31, reversionando el viaje del héroe griego pero adaptándolo al siglo XXXI con el pobre héroe buscando la Tierra en vez de Ítaca. Pero el verdadero superhéroe de DIC, el que realizarían ya en EEUU, llegaría poco después, en 1983 con Inspector Gadget, un ciborg inspector de ¿policía? bastante patazas que salva el día solo por la ayuda de su perro Sultán y su sobrina Sophie. Que vale, que en realidad es una parodia de James Bond, pero si a estas alturas no os habéis dado cuenta de que la lista es mía y me la escribo como quiero…
Y que narices, ¡me apetece meter la intro de Inspector Gadget!
También DIC, pero ya en 1990, estrenaría Captain Planet & The Planeteers, o lo que pasa cuando la humanidad descubre que hay un agujero en la capa de ozono, el planeta se está recalentando y Ted Turner piensa «joder, esto no me va a tocar a mí pero a los niños sí, más vale que se vayan concienciando» y decide encargar una serie sobre el tema a una productora de animación. La serie acabaría siendo la más famosa de todos los «ecocartoons» de la época -el mismo año salió Widget, un alienigena multiforme que combatía la polución y un año más tarde Toxic Crusaders, un spinoff del Vengador Tóxico- yes más simple que el asa de un cubo, a saber; un grupo de niños de todos los continentes del mundo (que todos no, hay dos de América para marginar a los australianos) son elegidos por Gaia, la Pachamama, para protegerla con unos anillos mágicos dignos del Mandarín -el de verdad, no el de la peli de Sanchís- que cuando se juntan invocan al Capitán Planeta, un superhéroe que era muy pesado con lo del reciclar y su aspecto es como el Capitán Atom pero con más colores y más greñas. Como curiosidad os diré que en las dos últimas temporadas la serie pasó a Hanna Barbera -Turner se lo compraba todo- y la voz de Gaia cambió de Whoopi Goldberg a Margot Kidder, la Lois Lane del Superman de Donner.
Ya, ya sé que esto no es el Captain Planet original, ¡pero no deja de ser lo mejor que se ha hecho con el personaje!
También a principios de los 80 Marvel Productions -sí, de ésa Marvel- se pone a hacer sus primeras series de televisión, pero como la productora está dirigida por auténticos cabestros que desprecian los cómics, se dedican a inventarse sus propias series o mamporrear las licencias de los demás como GIJoe, Dungeons & Dragons (¡un mundo infernal!) o Jem & the Holograms, pasando a la mínima oportunidad de versionar series de Marvel Comics y de los superheroes en general, excepto por casos contados como el que nos ocupa, Inhumanoids, en el que se juntaban con Sunbow Entertainment -una productora fundada por publicistas que prácticamente se limitaba a hacer series sobre muñequitos de Hasbro- para contar la historia de un grupo de científicos superhéroes, los Earth Corps, para luchar contra los susodichos Inhumanoids, monstruos subterráneos que ríete tú de los del Hombre Topo. Por lo demás, Marvel Productions destaca por el piloto fallido de Pryde of The X-Men y porque en los 90 Marvel lo petara en animación con Spiderman y X-Men y mientras tanto Marvel Productions estuviera muy ocupada haciendo Motorratones de Marte. Anda que…
¡Otra serie para vender juguetes que solo le gustó a M’Rabo!
Para 1987 y con el exitazo de las Tortugas Ninja -que fue todo un logro conseguir que un fanzine le plantara cara a los todopoderosos juguetes de la época, que pestazo- llega la era de los adefesios mutantes con la aparición de criaturitas como los susodichos Motorratones de Marte, Street Sharks, Cowboys of Moo Mesa, Battletoads y demás. Alguno los considerará superhéroes, pero yo desde luego no, y además algunas de ellos fueron antes juguetes o hasta videojuegos. Y así es como las series de animación de los 80 empezaron a agonizar en una mezcla de mercadotecnia juguetera, monstruitos mutantes y monstruosidades basadas en cualquier cosa -para ejemplo un botón, ProStars juntaba deportistas famosos de tres disciplinas distintas y los convertía en superhéroes- que dejarón la tele infantil completamente descontrolada, con lo que tuvo que llegar una tabla de salvación en la figura de quien menos necesitábamos que nos salvara: La Disney.
Es ver el documental de Michael Jordan y ya no poder ver esta serie de la misma forma.
Porque la Disney se había metido a hacer animación para televisión, quién nos lo iba a decir. A principios de los 80 la cosa les iba tan mal que tuvieron que bajarse del pedestal y hacer una serie sobre ositos de goma para la tele, porque desde luego no iban a usar al Pato Donald o a Mickey, nono, eso sería rebajarse muchísimo, pero estos primeros experimentos como Los Osos Gummi parecieron tener cierto éxito y atrajeron audiencia para su flamante canal de cable Disney Channel, por lo que se decidió adaptar un cómic de un tal Carl Barks sobre algunos patos marginales, nunca el mismísimo Donald -no, no, ¡faltaría más!- con lo que así nació la serie de televisión del Tio de Donald, con los sobrinos de Donald en la ciudad de Donald pero sin Donald. Patoaventuras fue un exitazo que hasta tuvo su propia película en el cine, como si fuera una producción de Disney de las de verdad. Lo que es más, dentro de Ducktales se creó un conductor torpe Launchpad McQuack que se pluriempleaba como superhéroe en la figura de Gizmoduck -Pato Aparato por estos lares-, un pato ciborg que combatía el crimen como buenamente podía y que se constituyó como el primer superhéroe televisivo de la Disney y el único… Hasta que llegaron los 90.
Por supuesto que este clip es de la serie nueva y no de la vieja, pero la mayor catástrofe de nuestro tiempo ha sido su cancelación. ¡Y mira que nos han pasado y nos están pasando cosas!