¿Echabais de menos al Diógenes cabreado? ¿Sí? Pues estáis de enhorabuena, he visto Obi-Wan Kenobi. Y lo que puedo decir es que… Estoy demasiado viejo para esta mierda, ya lo dijo George Lucas en 1999 cuando yo no estaba tan viejo para esta mierda. Y ahora soy lo suficiemente nostálgico para que -por los pelos- haya nostalgia de aquellas precuelas innecesarias y horrendas que acabaron provocando que George Lucas no consiguiera colocar su serie de TV de Star Wars de un millón de dólares por episodio a nadie y se viera forzado a vender su productora a Disney para que hiciera… Una serie de TV de Star Wars de diez millones por episodio. Y ahora, la nostalgia por las precuelas fracasadas nos trae a Obi-Wan Kenobi, la secuelapostprecuela.
Es cierto que los años han hecho que las precuelas sean vistas con otra luz, que sus virtudes y su trasfondo político -que en su día parecía una visión pueril del 11S y la guerra de Irak que oportunamente ocurrió entre la primera y la segunda precuela- se destaquen mientras los memes hacen creer que las frases que en su día nos hacían echarnos las manos a la cabeza ahora parezcan hasta ingeniosas, cuando en realidad nunca lo fueron. Huelga decir que no soy, ni seré nunca, un devoto de las precuelas. A día de hoy las entiendo mucho mejor y se puede decir que hasta simpatizo con Lucas de una forma que nunca hice en su día, y gracias a su trabajo junto a Dave Filoni aquel erial de desarrollo de personajes tiene algo de sentido, pero siguen siendo películas fallidas, con algún destello por aquí y por allí, que hubieran necesitado a un buen productor y no a Rick McCallum. Pero a lo hecho pecho, ya no podemos hacer nada por ellas -más que un remake digital, tu dale tiempo a Disney- ni lamentarnos por lo que podrían haber sido, con lo que la serie de TV de Obi-Wan Kenobi se antojaba como otra oportunidad para enmendar los errores del pasado, aunque esta vez contando con Ewan McGregor como Kenobi y el chaval este que no es David Prowse haciendo de Darth Vader. Os juro que lo tengo en la punta de la lengua, joder, ¿cómo era? ¡Ah sí, Hayden Christensen! ¡Eso! Hayden, el pobre actor al que los atroces diálogos de George Lucas le hicieron parecer mucho peor actor de lo que era.
Sigh. Este post podría haber sido más positivo, en serio. Podría haber hecho como hago normalmente y no hablar de lo que no me gusta, ¿para qué voy a amargarme? Pero la sensación de vacío, de desolación que he sentido al ver los dos primeros episodios de Obi-Wan Kenobi ha sido tal, que aquí me tenéis sacando el sable de luz rojo y con enormes problemas para respirar. Seriamente, esto es un desastre tan grande como El Ataque de los Clones, bordeando El Ascenso de Skywalker. Estamos hablando de una hora de televisión que ha conseguido recordarme por qué no soportaba las precuelas, todos los años de soportar a apologistas de las precuelas jurando y perjurando que las precuelas eran tan buenas o más que la trilogía original y que en unos veinte años las apreciaríamos tanto como las originales. No señores, no, ni en cien años me parecería bien el supuesto esclavo que está mejor alimentado que yo a su edad que se dedica a entrarle a las chicas con frases como «¿Eres un ángel?» y demás maravillas. Pero Obi-Wan lo ha conseguido, vaya que sí, ha conseguido lo que logró en su día el propio George Lucas cuando transformó a Darth Vader de figura cuasimitológica en hazmerréir generacional.
Ya, ya sé lo que estáis pensando algunas. «Es que Kathleen Kennedy», «es que ya lo decía yo, después de…», «que inocente eres Diógenes», «es que cosanazi reaccionaria completamente absurda»… Y no, no tienes ni puta idea de lo que estás hablando. No lo entiendes, no alcanzas a concebir la magnitud de lo que estoy hablando. Las palabras se quedan pequeñas y, te lo aseguro, ahora mismo me liaría a puñetazos con todos vosotros, mis muy estimados lectores; hasta ese punto llega mi cabreo, mi ira, mi lado oscuro. En 1999 George Lucas rompió a Darth Vader y me enseñó que debía pasar página, dejar morir el pasado. Que la vida me iba a traer esta mierda, y que tenía que mirar hacia delante. Y de verdad, a la larga creo que hasta me hizo mejor persona, más tolerante, abandonando fanatismos irracionales como querer que las adaptaciones de cómics sean literales y cosas así. Empatizar con los directores a los que les salen malas películas, los guionistas y dibujantes que meten la pata, no sentirme estafado por cualquier chapuza. Que narices, me gustaron las dos primeras secuelas, a pesar de que se empeñaran en matar a todos los protagonistas de las películas originales y hasta estuve y estoy firmemente en el bando de que el Luke Skywalker de The Last Jedi es un desarrollo lógico del personaje, y que la encerrona creativa del Luke «desencantado» en realidad ya la puso JJ Abrams en la película anterior aunque luego se pusiera de morros en el Episodio IX y qusiera enmendarle la plana a Rian Johnson. Todo eso me pareció bien, repito, si a mi me justificas algo, pues vale. Y bueno, vale, el Episodio IX fue un desastre absoluto, una especie de prólogo de lo que iba a ser el año 2020, pero ya no me lo tomé como algo personal. Tengo otras cosas en que pensar.
Y ya lo veis, estamos en 2022 y una secuela de las precuelas me da toda una lección de humildad. No es que Obi-Wan Kenobi sea una mala serie, que lo es, simplemente es que se esfuerza en ser innecesaria. Estamos ante dos capítulos de media hora de una serie de seis horas en la que se pierde todo el tiempo posible en que no pase absolutamente nada y a la vez que todo lo que se cuente en ella sea absolutamente superfluo. Tal ejercicio de vacuidad solo se lo he visto a auténticos genios del despropósito como cierto innombrable al que juro que en su día le leí afirmar que Generación X era el Watchmen de los 90, y la rabia que me da no haber vuelto a encontrar esa declaración y no poder hacerme una camiseta con ello. Y aun así, éso no es lo peor de esta historia, lo peor es lo que sí que nos cuenta; desde ese Obi-Wan que trabaja en una cadena de montaje cortando carne -sisando un filete todos los días- y usa su ridículo sueldo en comprar juguetes de segunda mano a un jawa chatarrero que le regala a Luke -y sí, precisamente le regala la maqueta del T-16 con la que Luke juega en la escena en la que C3PO se da un baño de aceite en La Guerra de las Galaxias, porque necesitábamos explicar hasta de dónde sale ese juguete- mientras la serie se dedica a mostrarnos la peor versión de los Inquisidores, personajes creados para Star Wars Rebels y que aparecieron de forma bastante honrosa en otros materiales relacionados como el videojuego Jedi Fallen Order.
Aquí los inquisidores, supuestamente más desarrollados que en el videojuego pero todavía no tanto como en Rebels, muestran su versión más lamentable. De entrada el Gran Inquisidor tiene una apariencia un tanto distinta a la que tenía un personaje de su misma especie en La Venganza de los Sith y a la que mostraba en Rebels, con lo que no se acaba uno de entender que clase de chapuza han cometido para mermar de tal forma al personaje. Que sí, que pueden decir que han mostrado un personaje con tatuajes parecidos y de una raza muy parecida, pero como que la cosa no acaba de colar. Pero en fin, detalles, lo peor de los inquisidores no es eso, lo peor es que simplemente se pasan el día dando palos de ciego mientras una de ellas, la Third Sister, vive obsesionada con encontrar a Obi-Wan Kenobi… Y es la única que hace algo por encontrarlo, mientras que los demás pues oye, como que pasan de todo. Le tiende trampas, recurre a cazarrecompensas, lo que sea, mientras sus compañeros pues oye, solo se apuntan a buscarlo cuando aparece y ni por esas, que se limitan a darse paseos para buscarlo mientras ella hace lo propio, ofrecer una recompensa por un pastizal y hacer que su cara aparezca por todas partes. Y sí, ésto es lo que menos me ha molestado de la serie; si solo fuera esto, pues oye, la habría dejado pasar.
Porque la Third Sister parece escrita por George Lucas, con unos diálogos de lo más básicos que ni de lejos están a la altura del material relacionado que ha salido en los últimos años; reto a cualquiera a encontrar una sola línea decente del personaje en los dos primeros episodios, todo son berridos que parecen sacados de una crítica de Star Wars. Que tal vez sea a propósito, una involución a los tiempos de las precuelas, pero en absoluto es bienvenida. Que narices, hasta entiendo al Obi-Wan muerto por dentro, que no ayuda a absolutamente a nadie y vive en una cueva porque no sabe que lo mejor es esconderse en un sitio más normal, uno que no llame tanto la atención. Pero entonces, en ese momento, es cuando aparece el gran pecado. El momento definitorio que me hizo saltar todas las alarmas, ése que podía haber ocurrido con Bad Batch y no pasó, pero aquí vaya si pasa y lo hace de la peor forma posible: Volvemos a contar la infancia de los personajes. Sí. El mismo error que tuvo Lucas con El Joven Indiana Jones y el Joven Darth Vader, en La Amenaza Fantasma, lo repiten sus sucesores aquí, te cuentan la infancia de la Princesa Leia. Y en ese momento tu subconsciente empieza directamente a llorar. A decir «no, basta. Por favor. Que estoy mayor, que ya no puedo más. No me hagas odiar a Leia, por favor. Te lo ruego, no podría aguantarlo…» Pero no hay piedad, no hay misericordia. La nueva Leia corretea por el bosque, mira naves espaciales junto a un robot como su hermano Luke en la escena eliminada de la película original, y es super rebelde, hasta tiene piezas de sabiduría que va lanzando por aquí y por allí, una niña muy lista, sí, pero a la que atrapan los malos.
La escena en la que la capturan no es que sea sonrojante, es que me recuerda a clásicos del cine español como «Buenas noches Señor Monstruo», con la diferencia de que la niña que escapa corriendo de los mercenarios que la raptan es bastante más joven que los miembros del grupo Regaliz, y que la película de los monstruos procuraba que los personajes estuvieran rodeados de trampas y cachivaches, pero aquí pues oye, son como cinco notas que no son capaces de correr a la velocidad de una niña que no supera el metro, que vacilan antes de empezar a perseguirla, que procuran tropezarse con todo lo posible mientras la niña tarda tres zancadas en recorrer lo que ellos andan en una… Y la cosa se pone peor todavía en el segundo episodio, cuando el propio Obi-Wan la rescata en mitad de una ciudad y ella, desconfiada, escapa de él entre la multitud… Con resultados desastrosos. No contentos con todo esto, se les ocurre que una niña con piernas que no llegan al medio metro se ponga a saltar por los tejados, que haga parkour, de la forma más torpona jamás vista, mientras todo un caballero jedi la persigue y a ratos hasta la alcanza -os lo juro, hay planos en los que directamente la va a tocar pero aparta la mano- hasta llegar al máximo delirio cuando la niña intenta saltar entre dos edificios un espacio que ni aun siendo el mismísimo Spiderman habría podido cruzar con esas patas. Y lo peor es que oye, ves toda la secuencia y te das cuenta de que podrían haberlo hecho bien.
Porque he visto persecuciones a enanos más pequeñajos que la niña que quedaban bien, pero aquí es que no han tenido gusto; usan planos largos, encuadres que ralentizan la persecución, que denuncian lo lenta que es la niña y lo mucho que se refrena Ewan McGregor para no alcanzarla. Con un poco de ojo en la dirección y el montaje esta catástrofe de un gordo borracho persiguiendo gallinas no habría cantado tanto, pero han pasado de todo y así tenemos un resultado tan decepcionante. Para colmo de males, durante casi toda la escena de los tejados vemos a la Tercera Hermana viéndolos en la distancia, corriendo a por ellos a toda velocidad usando sus poderes de la fuerza mientras aguantan un asedio de cazarrecompensas, pero ni por esas la hermana de marras llega a alcanzarlos, a pesar de que se la ve corriendo mucho más rápido; simplemente Ben salva a la niña de morir espachurrada en el asfalto, baja abajo, se la lleva, se encuentra a un notas, se pasa un rato hablando con él y se larga sin que la Hermana haga acto de aparición hasta que se meten en una nave industrial que está muchísimo más allá y hacia la que van no precisamente corriendo. Yo no entiendo nada.
Que bueno, si es por no entender no podemos olvidarnos uno de los problemas que empezaron en las precuelas al hacer que el hábito de Ben Kenobi fuera la indumentaria oficial de los jedi y que vuelve a resurgir aquí, porque en esta historia Obi-Wan supuestamente está tratando de esconderse, pero aun así va a todas partes con la cabeza cubierta en plan monje y los brazos entrecruzados como en sus tiempos precueleros. No ha buscado disfrazarse ni nada parecido, en su búsqueda de Leia se pone un chubasquero hortera por un rato sí, pero luego corre otra vez a llevar ese hábito que le denunciaría como un jedi o como un jawa demasiado alto. Y con el sable al cinto, sí, sable que no usa -no sea que descubran que es un jedi- pero lo lleva al cinto para que la gente lo vea y diga «ah, es un jedi» pero para que no lo digan muy alto. Yo que sé, en Rebels Kanan por lo menos lo llevaba desmontado, Ben como lo tenía enterrado en el desierto no tiene constumbre y claro, pasa lo que pasa. Sí, será eso.
Y luego está, claro que sí, la estupidez más gorda con la que se corona el segundo capítulo, lo de Anakin.
A ver. Según acaba el Episodio III, se puede decir que Obi-Wan Kenobi ha dado por muerto a Anakin, y que Palpatine lo resucita como Darth Vader. Y aunque es cierto que Palpatine lo llama Vader antes de que acabe teniendo que vivir constantemente en un pulmón de acero, uno podría entender que el hecho de que Darth Vader y Anakin Skywalker son la misma persona fuera algo que no fuera de dominio público, ni siquiera para Obi-Wan Kenobi; por lo menos en Rebels Ahsoka no lo sabía y no lo supo hasta encontrarse cara a cara con Anakin. Fue una jugada inteligente por parte de Filoni, durante toda la serie Vader era el jefe de los Inquisidores y la mano derecha del Emperador, pero en el momento en el que Ahsoka se encuentra con él, acaba dándose cuenta de delante de quién se encuentra, y es una de las escenas más espeluznantes de la serie y de todo Star Wars, todo un «yo soy tu padre». Pero aquí no, aquí tenemos una escena parecida a la de Vader descubriendo que Luke tiene una hermana pero a la inversa, con Ben Kenobi escondiéndose de la Tercera Hermana y ella diciéndole que… Que Darth Vader está vivo, dejando claro que Ben sabe que Anakin es Darth Vader; no hablamos de que se entere en ese momento de que Anakin es Vader, no, dió por muerto a Anakin/Vader y tras diez años escondido se entera de que está vivo. Como si Darth Vader no estuviera vivo al final de La Venganza de los Sith y se hubiera pasado diez años siendo el «poster boy» del Imperio Galáctico, paseándose con su Destructor Imperial por media galaxia y asfixiando con la fuerza todo lo que pilla. Hay tebeos, novelas y hasta videojuegos del «nuevo canon» mostrando a Darth Vader dando vueltas en los años posteriores a la Venganza de los Sith, ¿cómo no iba Obi-Wan a saber que Darth Vader estaba vivo? Lo suyo sería que no supiera que Vader era Anakin, ¡no que no supiera que Vader seguía vivo! Y si en el «nuevo canon» el que Anakin es Vader es algo tan de dominio público, ¿quiere eso decir que Vader le va diciendo a sus inquisidores que él era Anakin Skywalker, cuando ni siquiera Ahsoka manejando toda la red de inteligencia de la Alianza Rebelde lo sabía?
En el próximo episodio pueden darme mil excusas. Que lo dicho, que no se enteró porque estaba metido en su cueva y que Darth Vader no es tan famoso, yo que sé; La Venganza de los Sith podía acabar con el Emperador y Vader en el puente de un Destructor Imperial, pero lo mismo Vader solo podía aguantar fuera del tanque de bacta cinco minutos y todos esos tebeos de Marvel y su aparición en algún videojuego no es «canónica», pese a estar supervisada por el dichoso Lucasfilm Story Group que es tan férreo para unas cosas y tan laxo para otras. Yo que sé. Tras dos episodios Obi-Wan Kenobi ha conseguido hacerme sentir veinte años más joven, pero no precisamente de la forma en que a mí me hubiera gustado…