Estos pasados días ya hemos recordado lo grande que fue Neal Adams como dibujante y como su llegada le rompió los esquemas a lectores y profesionales del medio, como se esforzó en mejorar las condiciones de trabajo de sus compañeros, en hacer justicia con aquellos perjudicados por las practicas editoriales poco honestas de las compañías para las que trabajaban y en intentar mejorar como reflejaban los cómics el mundo real. Pero hoy me quiero ir a lo personal, a mi mas antiguo recuerdo del trabajo de Neal Adams y de lo que supuso para mi. Por lo que una vez mas toca viajar hasta los años ochenta para irnos al momentos en el que Cómics Fórum comenzó la publicación de Clásicos Marvel con la Guerra Kree-Skrull.
Los lectores mas jóvenes estarán acostumbrados a que los cómics clásicos se reediten en formatos lujosos de cientos de paginas y tapa dura de los que quedan muy bonitos en la estantería. Pero en los años ochenta la simple idea de que se reeditasen cómic clásicos parecía una utopía inalcanzable, o lo fue hasta que en 1988 Cómics Fórum decidió comenzar la publicación de Clásicos Marvel, una serie mensual de grapas de treinta y poco paginas en las que se irían rescatando pequeñas sagas clásicas o historias sueltas de material anterior a cuando Fórum comenzó a publicar Marvel. Allí pudimos descubrir o re-descubrir el Nick Furia de Steranko, el Caballero Luna de Moench y Sienkiewicz, las muertes del Capitán Stacy y su hija Gwen, la llegada de Galactus, el primer encuentro de los Héroes de Alquiler y muchas otras historias entre las que también se encontraba la famosa Guerra Kree-Skrull de Roy Thomas, John Buscema y Neal Adams.
En aquel momento creo que jamás había visto el trabajo de Neal Adams, aunque es posible que hubiese leído alguna historia suya de Batman en alguna de aquellas ediciones horribles de Bruguera anteriores a Zinco. Pero de lo que si estoy seguro es de que aquella historia con la que abrió Clásicos Marvel, “This Beachhead Earth” (Avengers 93 de 1971) fue el primer cómic suyo que recuerdo haber leído, y menuda forma mas espectacular de descubrir a un artistazo como Adams.
A estas alturas asumo que la mayoría conoce la historia. El Capitán América, Iron Man y Thor se ven sorprendidos por un Visión que irrumpe bruscamente en la mansión y se derrumba tras suplicar su ayuda, cayendo al suelo completamente inerte sin que sus compañeros sepan, por culpa de su naturaleza artificial, si ha muerto o si simplemente ha caído inconsciente. Momento en el que muy oportunamente aparece Hank Pym, en su vieja identidad de Hombre Hormiga, respondiendo a la llamada a todos los fundadores de los Vengadores y ofreciendo sus servicios para ayudar a Visión, ya que entre sus conocimientos científicos y sus poderes es el único indicado para averiguar que le ha sucedido a su camarada examinándole de la forma mas directa posible.
Pese a que el planteamiento es en esencia el mismo de Fantastic Voyage/Viaje Alucinante, la película de Harry Kleiner de 1966, Neal Adams siempre dijo que no vio la película hasta tiempo después de dibujar este cómic pese a que había oído hablar de ella y sabia de que trataba. Y la verdad es que conociendo ambas historias es bastante sencillo creer en la palabra de Adams, ya que visualmente no guardan grandes semejanzas, en su mayor parte debido a que en la película entran en el cuerpo de un ser humano y en el cómic en el de un androide tremendamente sofisticado. Algo que permitió a Neal Adams “volverse loco” y darlo todo en una serie en la que el planeaba quedarse una larga temporada (pero que tristemente no pudo ser).
Y para un niño de la época, ya fuese uno del 71 en Estados Unidos o del 88 en mi caso, encontrarme de frente con esta historia fue todo un impacto, ya que aquello no se parecía a nada que hubiese visto nunca en un cómic. El interior de Visión para el Hombre Hormiga se convertía prácticamente en un mundo nuevo, alienígena y hostil donde las defensas internas del sintozoide, similares al sistema inmune de un humano, reaccionaban ante su presencia como si se tratase de una enfermedad y trataban de acabar con el y sus hormigas a cualquier precio. En manos de Neal Adams el Hombre Hormiga no parecía un héroe ridículo, era algo épico que en pocas ocasiones ha lucido tan heroico o elegante como bajos los lápices de este genio (y las tintas de un Tom Palmer sobresaliente)
A medida que este se adentraba mas y mas en el cuerpo de su camarada el paisaje se volvía mas fantástico, rodeado de lo que para el eran gigantescas construcciones de arquitectura imposible y que no eran mas que el equivalente a sistemas nerviosos y órganos internos, pero que no hubiesen desentonado nada en el interior de la Rama de Arthur C. Clarke.
Cada pagina era mas fantástica e irreal que la anterior, y el peligro para el Hombre Hormiga acechaba en cada esquina de ese “mundo” surrealista e incomprensible en el que averiguar que camino seguir para salvar la vida de su compañero parecía una misión imposible. Algo complicado por el segundo asalto de las defensas internas, o anticuerpos, de Visión que seguían viéndole como un intruso al que erradicar.
Una misión que finalmente llevo al Hombre Hormiga al equivalente del cerebro de Visión, donde asumía que debía encontrarse el problema que mantenía a su camarada inconsciente y donde Pym tuvo que poner a prueba todo su genio para tratar de comprender lo que tenia ante si y que hacer para despertar a Visión. Un laberinto de tuberías, conductos y paneles de circuitos que parecían no tener sentido pero que transmitían a la perfección esa sensación de encontrarnos en otro mundo que sin duda buscaba Adams y vaya que si encontró.
Y en estos tiempos de “decompresive storytelling” en los que vivimos, quizás lo que mas pueda sorprender a los lectores actuales sea el encontrarse con que toda esta épica historia no es mas que una parte de este cómic, apenas trece paginas en la que un Neal Adams en estado de gracia volcó todo su talento para crear una historia inolvidable que sigue siendo tan espectacular hoy en día como lo fue hace cincuenta años.
Una historia que Neal Adams quiso revisitar décadas después, recontar en solitario la Guerra Kree-Skrull a su manera, pero que por culpa de una de esas decisiones estúpidas que se dan demasiado a menudo en el mundo editorial (Tom Brevoort le dijo que no) nunca se le dio luz verde al proyecto y nos quedamos sin saber que genialidad o locura tenia pensada Adams.
Decir que ya no se hacen cómics de superhéroes como los de antes suena a tópico y a lloriqueos de lector veterano, pero es que hay ocasiones en las que simplemente es así. En las décadas posteriores han surgido sin parar grandísimos dibujantes de lo mas espectaculares que han hecho autenticas maravillas, pero muy pocos han sido capaces de replicar la “magia” de esta pequeña historia que podría haber sido una simple anécdota dentro de la saga pero a la que Neal Adams convirtió en uno de los momentos mas épicos y memorables de la historia del cómic de superhéroes. Pero al menos nos queda el pequeño consuelo de que nos dejo innumerables historias dentro y fuera del genero superheroico de las que podremos disfrutar siempre que queramos y recordar todo lo que hizo grande a Neal Adams.