Este verano se estreno una serie de televisión por la que en un principio no apostaba demasiado y que con tan solo un episodio se convirtió no solo en una de mis favoritas del año sino en una de las series con las que mas he disfrutado en mucho tiempo, Lovecraft Country. Una serie que, combinando algunos de los episodios mas oscuros de la historia de los Estados Unidos con los clásicos de la literatura fantástica y de terror en incluso con el cómic de superhéroes, nos llevó durante unos meses a lo largo y ancho de la historia secreta de ese país en un viaje apasionante y casi perfecto de esos que dejan al espectador pegado al sillón. Así que aunque con algo de retraso vamos a darle a esta serie el pequeño homenaje que se merece. Y aunque voy a tratar de mantener los SPOILERS al mínimo, sera inevitable que alguno se me escape.
Tras alistarse en el ejercito para escapar de su hogar y de su padre y de su servicio en la guerra de Corea, Atticus Freeman por fin ha regresado a casa, pero a su llegada se encuentra con que su padre ha desaparecido en misteriosas circunstancias mientras investigaba un misterio relacionado con la familia de su difunta esposa. Y aunque la relación entre ambos no es la mejor precisamente, una mezcla entre deber familiar y el querer saber mas sobre la rama materna de sus antepasados hacen que Atticus se embarque en un viaje repleto de amenazas que cambiara su vida y la de su familia para siempre…
Como decía al comienzo, antes de ver la serie tenia ciertas reticencias por culpa de ideas preconcebidas que me había formado sobre la misma, creyendo que seria simplemente un molondra sobre los problemas raciales en Estados Unidos salpicado con algún detallito aquí y allá surgido de los relatos de Lovecraft. Pero no podría haber estado mas equivocado. Ya desde la escena que abre el primer episodio me quedo claro que Lovecraft Country era una serie que iba a superar con creces todas mis expectativas, en un espectacular despliegue que rendía homenaje no solo a Lovecraft sino a buena parte de los autores que pusieron los cimientos de lo que acabo siendo la literatura de terror, fantástica y de ciencia ficción y que es necesario ver mas de una vez para poder captar todos los detalles y homenajes que en ella se incluyen.
Ese comienzo fue además toda una declaración de intenciones, ya que lo que yo esperaba que fuese una serie de ritmo lento en la que todos los elementos sobrenaturales se irían dejando ver de forma insoportablemente lenta, jugando con la idea de si lo que se nos mostraba era real o no (demasiadas malas experiencias con series que se lo toman todo con demasiada calma) se convirtió enseguida en una montaña rusa a reacción en la que todo era posible y en la que las ambigüedades se abandonaban por completo para dar paso a una realidad aterradora en la que Atticus y su familia iban a descubrir que el mundo era mas complejo y diabólico de lo que creían. Y todo ello envuelto en una serie en la que parece que no han escatimado en medios ya que a nivel de producción, efectos visuales, ambientación, etc, poco o nada tiene que envidiar a muchas superproducciones.
Porque a pesar del titulo de la serie los homenajes no se quedaron en Lovecraft ni muchísimo menos, a lo largo de los diez episodios de los que consistió la serie pudimos disfrutar de homenajes a H.G. Wells, Julio Verne, Bram Stoker, Robert Louis Stevenson, Edgar Rice Burroughs, Mary Shelley, los pulps clásicos de ciencia ficción, el cine de terror asiático, al contemporáneo de occidente (incluido algún guiño al cine de Jordan Peele, uno de los productores de la serie) o incluso los cómics de superhéroes (esas madre e hija llamadas Hippolyta y Diana o la participación nada sutil de la autora Afua Richardson no dejaban lugar a dudas de eso ultimo). Unos homenajes que lejos de ser “pegotes” a modo de simple guiños se encontraban perfectamente integrados en la historia, se notaba a cada paso el cariño y el respeto por ellos y que no desentonaron en lo mas mínimo con el otro gran tema sobre el que giraba la serie.
Y es que además de adentrarse de lleno en el horror de la literatura clásica, Lovecraft Country también entro de lleno en un horror tristemente mucho mas real y trágico, el del racismo en los Estados Unidos. Resulta un tanto aterrador ver lo bien que se complementan todos esos elementos de ficción extraídos de la literatura clásica con episodios tan horribles de la historia del país que iban desde el racismo mas cotidiano del día a día a momentos mucho mas trágicos como el brutal asesinato de Emmett Till, la Masacre de Tulsa o las leyes Jim Crow entre otros. Momentos que en muchas ocasiones resultan muchísimo mas terribles que todo lo anterior ya que sabemos que no solo todo eso fue real, sino que ni tan siquiera es algo del pasado ya que situaciones similares se siguen dando hoy en día, dando un giro muy dramático a ese viejo dicho de que la realidad supera a la ficción.
Pero a pesar de tocar todos estos temas tan peliagudos, en ningún momento sentí nada de eso como un lastre en la historia, como algo añadido solo para generar polémica y forzado en la historia, sino que ha funcionado como un hilo narrativo mas, perfectamente integrado en el resto de la trama y en el que no se han quedado simplemente en la discriminación que parte de la población blanca del país ha ejercido y ejerce contra la población negra, sino que se han atrevido a mostrar también el que estos últimos han ejercido contra otros por el mismo motivo de ser diferentes.
Un cuidado y mimo a la hora de tratar todos estos temas tan complejos y volátiles que se lo debemos a Misha Green, showrunner de la serie. Alguien de quien se nota en la serie que sus pasados trabajos como guionista de series tan dispares como Heroes o Sons of Anarchy, productora de la añorada y enajenadisima Helix y co-creadora de Underground, un drama ambientado durante la era de la esclavitud en Estados Unidos, le han permitido equilibrar e integrar a la perfección unos temas que a priori parecía complicado que pudiesen dar lugar a algo no solo coherente sino apasionante.
También ha ayudado a que todo esto funcione tan bien un casting espectacular en el que no me sobra nadie y en el que todos han estado perfectos en sus papeles llegando a “eclipsarse” unos a otros en el mejor de los sentidos ya que a todos ellos se les ha dado su espacio para brillar. Desde Jonathan Majors como ese héroe a su pesar atormentado por su pasado, a Jurnee Smollett como Letitia “fucking” Lewis que es casi una fuerza de la naturaleza ante la que es mejor no interponerse, un impresionante Michael K. Williams/Montrose, el padre de Atticus atormentado por sus demonios interiores y por esa doble discriminación que sufre y que tiene muchísimo mas en común con su hijo de lo que ambos quieren reconocer, Aunjanue Ellis/Hippolyta y protagonista de uno de mis episodios favoritos de toda la serie, Wunmi Mosaku/Ruby, hermana de Leti y uno de los personajes mas trágicos de la serie y eso sin olvidar a Abbey Lee/Christina y a Jordan Patrick Smith/William como dos villanos auténticamente siniestros y aterradores.
Pero como apuntaba al comienzo, pese a que he disfrutado enormemente con esta serie y me han quedado muchas ganas de verla de nuevo, no ha sido todo lo perfecta que debería haber sido. Y es que tras nueve grandes episodios que funcionaron casi como mini películas mas o menos autoconclusivas que contaban su propia historia y formaban parte al mismo tiempo de la trama principal, sin dar ninguno la sensación de ser un simple relleno, en el décimo y ultimo se torció todo. El buen ritmo que había llevado la serie a lo largo de toda la temporada se fue al traste en un final tremendamente apresurado en el que se quisieron contar demasiadas cosas a la vez, al que la hora de duración de la que constaba se hizo excesivamente corta y que no permitió “respirar” a la historia (que falta le hubiese hecho ser un final en dos episodios), dejándonos con una sensación agridulce que ha ensombrecido algo lo que podría haber sido mucho mas grande.
Pero pese a no haber terminado de la mejor de las maneras, Lovecraft Country es una serie que vale muchísimo la pena ver tanto por lo que cuenta por como lo cuenta y de la que uno sale con ganas de descubrir mas acerca de todo lo que nos han mostrado. Y aunque de momento el futuro de esta serie es aun incierto, Misha Green se encontraba en negociaciones con la HBO para continuarla pero con todo lo de la pandemia imagino que se estarán tomando estas cosas con calma, si tras ver esta serie nos quedamos con ganas de mas siempre podemos leer el libro de Matt Ruff del mismo nombre y en el que se basa la serie para saciar un poco el ansia. Un libro que en un ejercicio genial de narrativa autorreferencial forma parte de la trama de la serie e incluso se juega con la idea de los cambios sufridos en la historia tras su adaptación a televisión, otro elemento mas que deja claro todo el respeto y cariño que ha guiado esta serie y al que ni siquiera ese pequeño bajón del final puede enturbiar.