Un día mas seguimos de confinamiento esperando a que llegue esa luz al final del túnel que llegará cuando abran el bar de la esquina y Diógenes vuelva a pasarse los días allí jugando al domino y contándole batallitas a unos camareros con ganas de morirse. Pero mientras llega ese día hoy toca hablar de otra de esas grandes epidemias de la ficción, las que dan menos miedo que las del mundo real ¿Y que epidemia mayor que el vampirismo? (bueno, quizás los zombis, pero esos suelen ser muy aburridos) Así que ahora es el momento mas apropiado (aunque llegue con algo de retraso) para ver que nos ofrece la adaptación televisiva de What we do in the Shadows.
Nadja (Natasia Demetriou), Lazlo (Matt Berry) y Nandor (Kayvan Novak)son tres vampiros que viven juntos en una gran casa de Staten Island junto con Guillermo (Harvey Guillén), el humano sirviente de Nandor y Collin Robinson (Mark Proksch), un vampiro de energía que a diferencia de sus camaradas puede moverse libremente bajo la luz del sol. Juntos tienen que navegar las complejidades del mundo moderno mientras buscan su mortal sustento al tiempo que ocultan su existencia al mundo, algo que no siempre es fácil cuando buena parte de ellos se han quedado anclados un par de siglos atrás.
Pese a que la película de What we do in the Shadows que dirigió Taika Waititi y coprotagonizaron el y Jemaine Clement entre otros me había encantado, me daba algo de miedo ponerme a ver la serie y que esta no estuviese a la altura de mis expectativas. Un miedo algo irracional ya que la serie había sido desarrollada por el propio Clement y tanto el como Waititi habían guionizado y dirigido varios de sus episodios. Finalmente las recomendaciones de varios amigos me hicieron ceder esa pequeña resistencia y tras haberme visto toda la primera temporada y los cinco episodios de la segunda emitidos hasta ahora, tengo que reconocer que no podría haber estado mas equivocado, ya que la serie no es que este a la altura de la película, es que es muchísimo mejor.
Partiendo de un esquema similar, documental sobre un grupo de vampiros anacrónicos que viven en una pequeña ciudad (aunque cambiando la localización de Wellington/Nueva Zelanda a Staten Island/Estados Unidos, y con un grupo de personajes nuevos pero que recuerdan algo a los de la película, los creadores de la serie han expandido las ideas presentadas en esta y añadido algunas nuevas que no han hecho sino mejorar el concepto original de la historia.
La mayor baza de esta serie, al igual que sucedía en la película, es lo absolutamente desconectados que se encuentran sus protagonistas del mundo en el que viven. Y es que pese a llevar siglos dando vueltas por el mundo parecen haberse quedado anclados en algún punto del pasado y no haber evolucionado desde entonces, empeñándose en vestir como si fuesen extras de una película de la Hammer y con un rechazo muy selectivo hacia los avances del mundo moderno. Algo que resulta aun mas grotesco e hilarante cuando se encuentran con otros congéneres tan viejos como ellos o mas y que se han adaptado a la perfección al presente, dejándonos claro que el problema esta en sus personalidades y no en su condición vampirica.
Aunque la serie va mas allá de lo mostrado en la película, y si allí nos encontrábamos con tres amigos que vivían juntos aquí nos encontramos con que de sus tres protagonistas dos son el matrimonio formado por Nadja y Lazlo, quienes llevan siglos juntos (desde que ella le mordió a el transformándole) y pese al larguísimo tiempo que llevan juntos aun siguen adorándose pese a que a menudo saltan las chispas por lo fuerte de sus personalidades y que lo abierto de su relación hace que tengan un pasado realmente complicado.
Pero para mi los mejores añadidos a esta secuela de la película son los personajes de Guillermo y Collin Robinson. El primero es el “familiar” de Nandor, un humano que hace las tareas de sirviente para su amo vampiro con la esperanza de algún día ser transformado por este, algo que ha deseado desde que vio a Antonio Banderas interpretar a Armand en Entrevista con el Vampiro y que guarda algún secreto que otro de lo mas sorprendente. Collin Robinson por su parte es el personaje mas peculiar de esta serie, completamente adaptado al presente, este vampiro de energía de origen y edad inciertos, capaz de absorber la energía vital de sus victimas a base de aburrimiento, no deja de mostrar su vena sádica allá por donde pasa disfrutando como un niño con un juguete nuevo cada vez que se sacia con alguna de sus victimas.
Y ese es precisamente otro de los grandes aciertos de la serie, que pese a que es difícil no simpatizar en algún momento con ellos (llegan a resultar casi enternecedores cuando les vemos tan desubicados o en esos escasos momentos en los que muestran leves rastros de humanidad) en ningún momento nos dejan olvidar que estamos frente a un grupo de monstruos sin ningún tipo de empatia con sus victimas y que no tienen reparos en matar a quien haga falta para saciar su sed de sangre. Algo de lo que no se libra ni el mortal Guillermo quien con tal de conseguir su propósito de convertirse algún día el mismo en un vampiro no tiene ningún problema en suministrarle a sus amos cuantas victimas inocentes necesiten o en trocear los cadáveres secos para no dejar rastro de sus crímenes.
Así que tanto para quienes en su día disfrutaron con la película como para quienes no conozcan nada de este peculiar universo vampirico creado por ese par de Neozelandeses locos, este es un momento tan bueno como cualquier otro para descubrir una de las series mas divertidas de la actualidad, disfrutar con el nivel de los cameos con los que cuenta (unos mas reconocibles que otros) y de nuevo alegrarnos de que esta pandemia del vampirismo no sea mas que ficción.