Ayer hablábamos de como allá por mediados de los 80 a Steve Englehart se le ocurrió contar una historia en la que Los Vengadores Costa Oeste acababan desperdigados por el espaciotiempo, tejiendo así un tapiz de autorreferencias al Universo Marvel, casualidades muy locas y escenas humorísticas que marcaron a todos los lectores de la época para bien o para mal. Treinta años después, los guionistas Markus y McFeely colocaron a los Russo en la tesitura de hacer una adaptación espiritual de dicha historia en el centro de su capítulo final de los Vengadores, vamos con ello:
Porque es en esos vericuetos espaciotemporales donde la película aprovecha para autohomenajearse, para cerrar parte de la historia de estos personajes que siempre pensamos que quedaría abierta; nadie pensaba que Tony llegara a reconciliarse con Howard Stark, o que Steve Rogers llegara a tiempo a su baile con Peggy o con el traje que llevaba en la primera película de Vengadores. Y aun así, la idea que se da de que no se puede uno llevar las gemas de una línea temporal porque «la deja indefensa» es un tanto endeble, porque al final no dejamos de partir de la base de que en la línea temporal principal Thanos se ha cargado todas las gemas; ¿que amenazas son esas que vienen si no hay gemas que valgan? ¿Se refiere a Dormammu o algo peor? Supongo que todo eso es carne de especulación para las siguientes películas del MCU -como cierto maremoto que se menciona de pasada- a pesar de que tras ver Endgame nos quede la impresión de que ya está todo el pescado vendido.
Al final, como decíamos, el verdadero enemigo de la película es el tiempo, el no poder volver atrás y deshacer todo, vivir con las consecuencias de tus actos y los de los demás, de que cuando eres un héroe el único sacrificio válido es el propio y no el de los demás… Hasta que va Tony Stark y masacra todo el ejército de Thanos. Mira que se esforzó Whedon en hacer que los Vengadores no mataran a nadie durante la Batalla de Nueva York -los chitauri eran cadáveres andantes o no se qué- pero aquí tiene que venir Tony y cargarse a Thanos, a sus adefesios y al resto del ejército, sea zombi o no. Había un millón de opciones posibles -desde enviarlos de vuelta a su universo hasta desarmarlos, yo que sé- pero supongo que narrativamente era lo más conveniente, que la película ya era demasiado larga. Además, no podemos olvidar que justo después de hacer esto Tony muere -sí, otra vez el autosacrificio- con lo que en el pecado lleva la penitencia. Y que narices, después de Infinity War y demás ya estábamos acostumbrados a ver Vengadores empalando gente, ¿no?
Lo peor de todo es que el sacrificio de Tony no es por la Tierra, el Universo o los Vengadores, es por su hija. Podría haber echado el reloj para atrás cinco años, podría haber salvado montones de vidas de la gente que no supo asumir la desaparición de tanta gente y se acabó matando. Pero no, muere para que su niña siga viva, a pesar de que parece la menos triste de su funeral. Tony ha madurado -por eso tiene canas, anda que no es divertido fijarse en que personajes dejan de teñirse las canas con el salto de cinco años- y ahora lo que más le importa son los demás, mientras que Steve hace el viaje inverso y, aunque se asegura de no dejar al mundo sin su Capitán América, aprovecha para vivir su vida junto a Peggy y ser feliz. Luego ya que aparezca de señor mayor en un banco del parque como si se hubiera pasado los últimos 70 años en ese universo y no en otro alternativo vamos a dejarlo, que perfectamente puede ser que Steve volviera de estrangis después de morir Peggy o lo hizo un mago; lo cierto es que a los guionistas les pudieron las ganas de cerrar la historia de Steve y nos hemos encontrado un final que ni dentro de la lógica del relato acaba de funcionar ni entra dentro de lo que narrativamente nos escaban contando sobre el sacrificio y patatín y patatán. Pero bueno, el personal se fijó más en lo del Halcón…
Creo que sobre este tema le voy a sorprender a más de uno, y es que pesar de que me parece que Chris Evans hace un trabajo estupendo y me encantaría seguir viéndolo en el personaje muchos años más, entiendo que en Endgame han hecho un trabajo estupendo en el porqué de jubilarlo (del cómo ya hay más dudas), y de hecho se las han apañado muy bien en la escena final para dejar claro que Bucky no quería heredar el escudo; si nos fijamos justo antes de que Steve se suba en la plataforma, Bucky le dice que le echará de menos a pesar de que supuestamente volverá a verlo en cinco segundos; esto quiere decir que Steve le contó todo a Bucky y que probablemente también le ofreció heredar el cargo, pero seguramente fue él mismo el que le sugirió que se lo cediera a Sam. Una decisión la mar de coherente teniendo en cuenta que este Bucky casi acaba de salir de Civil War y seguramente no tenga la buena reputación que merece un cargo así; todo esto no hace más que cabrearme más todavía por la forma en la que se llevó a cabo una operación parecida en los cómics, aunque supongo que Markus y McFeely aprendieron de sus errores a la hora de escribir su versión.
En fin, poco más que contaros ahora mismo. Endgame es una de esas películas que seguirá dándonos de que hablar durante años y sobre la que acabaremos volviendo en un futuro, así que doy por hecho de que esto no es mi última palabra si no solo el principio, igual que los personajes desaparecidos en Endgame acabarán volviendo tarde o temprano porque al final y por mucho que intenten engañarnos, sabemos que en el género de superhéroes el cambio es solo una ilusión y al final todos los ríos vuelven a su cauce…