Hoy voy a intentar hacer algo que hace M’Rabo constantemente, especular como loco sobre un trailer en vez de esperar pacientemente a que salga la película. De paso voy a repasar también algunas ideas que se me han ocurrido sobre la Star Wars Celebration esa, que no deja de ser un evento publicitario con el que Disney se saca una pasta y con el que de paso trata de vendernos una atracción de disneylandia, otra película de tantas y su servicio de streaming. Ah, y videojuegos:
Hace diez años habría sido otro The Force Unleashed, pero el hambre hace que nos volvamos locos.
Sí, es un videojuego realizado por los creadores de Call of Duty y el Joker de Gotham haciendo de jedi. A algunos de vosotros por la ambientación os recordará lejanamente a The Force Unleashed, otro de esos juegos de acción de ser un jedi/sith/manejador de palitos de colores que salió a medidados de la década pasada durante la cuesta abajo de LucasArts. Hay que reconocer que tenemos hambre de juegos de Star Wars, con lo que a pesar de que es un trailer «de historia» y no nos enseña nada del juego en sí, como que consigue picarnos bastante el interés aunque sea otro clónico del Dark Souls o algo parecido -que es lo que se rumorea que es, pero ya veremos-. Pero con lo poco que se sabe del juego, y teniendo en cuenta que del Mandaloriano y Clone Wars será mejor extendernos en otra ocasión, igual mejor nos vamos a lo que todo el mundo está esperando, al Episodio IX:
Pues a mi me ha gustado.
Vale, de entrada sabemos que los títulos de La Guerra de las Galaxias suelen ser un tanto «pulp» por no decir otra cosa, con lo que estamos curados de espanto -ya nada puede superar Attack of the Clones- y podemos centrarnos en lo importante, que el Emperador Palpatine parece que ha resucitado. O vuelto, que igual no estaba muerto y estaba de parranda. Sabemos por el UE postdisney que el pobre Palpa andaba bastante preocupado durante su administración por la existencia de un enemigo terrible que se dirigía lentamente hacia su galaxia, y que hasta el mismísimo Thrawn decidía unirse al imperio para contrarrestar esa amenaza. Una resurrección del Emperador podría significar que esta trilogía puede que acabe con la historia de los Skywalker, pero que abra la puerta a una obvia continuación -recordemos que no hay ni una sola película anunciada para después del Episodio IX- en la que se trate a fondo la situación.
Por lo demás y para horror de todos aquellos que no disfrutaron de las dos anteriores entregas, vuelven Rey, Finn y Poe, y aunque Rose Tico no asoma por ningún lado, sabemos que también estará. Tenemos también el regreso de Lando Calrissian, que después de que se hayan cargado a todo el reparto original, la muerte de Carrie Fisher y el retiro de Peter Mayhew, Billy Dee Williams se va a encontrar con una película en la que no va a compartir plano con casi ninguno de sus antiguos compañeros de reparto, cosa que ha acabado siendo un tanto lamentable teniendo en cuenta que han tenido tres películas para machacar nuestros corazoncitos nostálgicos con bonitos reencuentros. No voy a entrar ya a especular sobre si la película girará en torno a una posible alianza entre la First Order y la Resistencia contra un Imperio Galáctico renacido -¡ojalá, y que gane el Imperio!- o que al final todo sea de mentirijilla y el Emperador sea su fantasma embrujando los restos de la segunda Estrella de la Muerte y los destructores simples naves recicladas por la Resistencia para mantener el tipo contra la gente de Kylo Ren; sin embargo, el hecho de que aparezca Ben Solo pegándose contra unos tipos que parecen los Caballeros de Ren y que alguien de manos peludas -¿un ewok satánico, tal vez?- esté reparando el casco de Kylo Ren, nos hace pensar más en la teoría de que hay una guerra civil dentro de la First Order liderada por alguien que se dice el Emperador. A saber, la cuestión es que esto de que haya vuelto el Emperador me ha puesto nostálgico, y como veo a mucha gente encabronada porque el trailer este tampoco les gusta, me veo en la necesidad de hacer un paseo por la memoria hasta el lejano año 2004:
Ugh.
Igual era ya 2005, vete a saber. Como podéis ver, eran los tiempos en los que estábamos esperando el teaser de La Venganza de los Sith, película que muchos reivindican ahora sobre el contenido actual y que a mi me horrorizó tremendamente. Tras seis o siete años de precueleo, por fin ese Anakin insoportable al que nunca tragamos se convertía en Darth Vader, y la primera imágen que veíamos de el era con una postura ridícula y atado a una mesa del laboratorio de Frankenstein. Lucas -para no variar- estaba homenajeando el cine de sus años mozos y al Frankenstein de la Universal en particular (o más bien a su novia), y por eso para la creación de Vader había elegido esta curiosa imagen. La postura antinatural le chocó tanto al personal que Lucas acabó cambiándola para la versión final, pero para entonces ya daba igual, estábamos tan cabreados ya con Padmé Amidala, el Emperador con sable láser, Yoda con su cortauñas láser y demás que íbamos a llegar a la película un tanto quemados. Estábamos quemadísimos con George Lucas, sentíamos que el proyecto le quedaba grande y como el adolescente que descubre que su padre ya no es perfecto -y que le está dando unas películas horrendas- minimizábamos sus virtudes maximizando sus defectos. Y maldita sea, lo peor es que teníamos razón.
Yo valoraba el homenaje, pero sonaba tan vacío, tan obvio…
Tampoco ayudaba el que nos hubiéramos pasado casi todos los 90 teniendo unos videojuegos tremendos de la mano de LucasArts y en el momento en el que se estrenaron las precuelas la calidad de todo lo que salía se hundio en barrena; Star Wars Racer era divertidísimo, pero Phantom Menace era mediocre y con excesivos bugs, Starfighter era un matamarcianos bonito pero aburrido y Battle for Naboo parecía un mod soso de Rogue Squadron. La cosa no fue a mejor con el estreno del Ataque de los Clones, ya que aunque todavía salieron los exclusivos Rogue Squadron 2 y 3, la serie de simuladores X-Wing desapareció por completo, y LucasArts se dedicaba a hacer mods de Age of the Empires y llamarlos Star Wars Battlegrounds o lo que era peor todavía, aquel RTS infecto llamado Force Commander en el que metían una horrenda versión techno de la Marche Imperial. Si sumamos a todo esto Jedi Power Battles, Star Wars Demolition, Super Bombad Racing y demás horrores, nuestra única esperanza residía en desarrollos externos como el Jedi Outcast de Raven Software y su continuación o en experimentos exitosos multijugador como Star Wars Battlefront y el que para bastantes es el mejor juego de la franquicia, el Knights of the Old Republic de Bioware.
También salió por aquellos tiempos el X-Wing Alliance, que no era tan bueno como el TIE Fighter pero nos daba esperanzas para una secuela llamada TIE Fighter Empire. Veinte años llevo esperando…
El problema es que cuando los juegos eran malos solían venir directamente de Lucasfilm, mientras que los pocos buenos que nos llegaban eran de desarrolladoras externas, con lo que no acabábamos de fiarnos de ellos. Para cuando estaba a punto de estrenarse La Venganza de los Sith apareció Republic Commando, que si bien era un juego tremendamente corto y precuelero, sí era de LucasArts y nos dió algo de esperanza de ver la luz al final del tunel, pero aun así para cuando se estrenó la Venganza de los Sith ya estábamos pensando que era una buena noticia que esto se acabara ya y que Lucas dejara de violar nuestra infancia. Con los años nos reconciliamos con George Lucas y hasta llegamos a pensar que estábamos pidiendo peras al olmo, pero la serie de animación de Clone Wars y su secuela Star Wars Rebels nos demostraron que las precuelas podían haber sido mucho mejores, y que no estábamos tan equivocados. Y supongo que algo parecido le está pasando a mucha gente con The Rise of Skywalker.
¡Me vais a comparar el Vader de Rogue One con esto!
Claro que, repito, hay desconsiderados que creen que las precuelas son mejores que esto. Para ellos, sinceramente, no tengo nada más que decir que -y sabéis que soy un tipo con una tolerancia tremenda, pero esto es lo que me saca al maestro Sith que llevo dentro- que se metan las precuelas por el culo, que se coman los chistes de pedos, que los sodomice un gungan borracho mientras meten la lengua dentro del motor de un podracer, que son como animales y los odio. Ninguno de los personajes del nuevo canon es tan repelente como el personaje que le dieron al pobre Jake Lloyd, ninguno de los villanos es tan vacio como lo que le dieron al mismísimo Christopher Lee, ninguna humillación tan grande como ver a Yoda, el paradigma del sabio maestro Jedi, brincar y saltar y encima Lucas luego nos dijera que «los fans querían verlo luchar». Que luche como le de la gana, maldita sea, ¡PERO NO LO CONVIERTAS EN UNA PULGA SALTARINA! Los diálogos de Lucas son insoportables, su sentido del humor está completamente forzado, el desarrollo de los personajes es nulo y las únicas virtudes de las tres películas vienen en su práctica totalidad de la trilogía original y de la cultura cinematográfica de Lucas -que sigue siendo un gran creador de imágenes y que ojalá hubiera hecho su película sobre Napoleón en vez de esto.
Para todos los demás, los que simplemente no toleráis ni las precuelas ni lo que está haciendo Disney ahora mismo, mis respetos. Mis respetos por seguir aguantando y viendo estas películas a pesar de haber perdido toda esperanza -yo ya habría dejado de verlas- pero que entiendan lo afortunado que me siento por poder disfrutar con Rogue One, con The Last Jedi y demás. Tal vez la diferencia está en que para mí Star Wars ya no es una cuestión de estado, que nunca me cayeron mal los pobres Ahmed Best o Jake Lloyd y que siempre intenté entender por qué algo que me debería gustar ya no me gustaba. La cuestión es que, aun a sabiendas de que el regreso del Emperador Palpatine es repetirse, me alegra tremendamente su regreso, porque al final sé que en la naturaleza del universo compartido está la repetición, que los personajes resuciten y que como decía Nolan, mueres o vives lo suficiente para convertirte en un villano.