Hay personajes que no soporto especialmente, y uno de ellos es Gambito. Creado en la etapa del Claremont crepuscular y con uno de los trajes más espantosos que uno se pueda imaginar a este lado de los 90, Gambito nacio como una triquiñuela del guionista para infiltrar un clon renegado de Mister Siniestro en la Patrulla X, pero las cosas no salieron bien y al salir Claremont de la serie, Jim Lee y Harras decidieron que Gambito molaba mogollón y le inventaron un trasfondo que no tenía absolutamente nada que ver. Y casi treinta años después, se casó con Pícara y los dos tienen ahora serie propia.
Y claro, si a mi me preguntas por Pícara la imagen mental que me viene a la cabeza es la de aquella chavala vestida de verde y negro de los pies a la cabeza, pero por lo visto hay una inmensa mayoría que piensa más en el rediseño de Jim Lee y en una relación tortuosa con Gambito que en realidad siempre fue más sosa que un día sin pan, una parejita que en el fondo era hasta peor que el triángulo amoroso entre Dazzler, Longshot y la propia Pícara, un culebrón insulso que nunca acabó de cuajar. Sin embargo, Kelly Thompson es de la generación de la serie de animación aquella de los 90 y cree a pies juntillas que Pícara y Gambito son la mejor pareja del mundo y blablabla, con lo que saltó a la primera oportunidad de guionizar la serie y puede que esta fuera una de las razones principales de que la guionista firmara un contrato de exclusividad con Marvel (aunque tan exclusivo no es, porque sigue haciendo cómics de Nancy Drew). Mr & Mrs X es una serie que debería odiar porque contradice mis pilares de fe mutante, pero supongo que si no soy un tarao de esos que se gasta cinco euros en una edición «facsimil» del número 137 de Uncanny X-Men, tampoco debe de ser tan raro que cuando un cómic es bueno tenga que reconocerlo. Y Mr & Mrs X es un buen tebeo.
Empezando por la primera historia, que empieza directamente con la boda de la pareja y los mete en una bronca intergaláctica entre los Shi’ar, Masacre, los Starjammers y hasta la Tecnorred, Thompson mantiene a la pareja en un estado de amor odio constante que los hace soportables y hasta disfrutables, introduciendo elementos externos constantemente en la ecuación que ponen de relieve los contrastes entre ambos personajes. Que claro, luego se hacen arrumacos y cosas de esas de mayores, pero después de haber leído La Visión y la Bruja Escarlata de Englehart uno tiene bien clara la diferencia entre un cómic de aventuras, uno romántico y uno directamente ridículo hasta el esperpento. Una vez acabada esta primera historia espacial -que de acabar nada, porque tiene pinta que traerá cola- la serie se toma una pausa con un número de David López a los lápices para empezar la siguiente historia en el número siguiente, cosa que como lector agradezco tremendamente porque como aquellos tebeos de la Patrulla X jugando al béisbol, sirven para recolocar a los personajes en su contexto y para darle el ritmo adecuado a la historia sin necesidad de hacer un numero de relleno de gente hablando en el tejado ni mamarrachadas parecidas, una historia corta, en la que se rompen algunas cosas, los personajes hablan y dejan claras sus posiciones antes de introducir la siguiente historia; probablemente lo más grande de Kelly Thompson está precisamente ahí, en que nunca te hace perder el tiempo con conversaciones vacías o peleítas intrascendentes, todo sirve un propósito y funciona.
En el apartado gráfico tenemos a un Oscar Bazaldua escondido detrás de las portadas de Terry Dodson, portadas que tienen poco o nada que ver con la historia que se cuenta en el interior y que, honestamente, dan una imagen que me parece poco apropiada para lo que se cuenta dentro. Que sí, que Dodson hace portadas muy bonitas y lo que quieras, pero en la mayor parte de los casos sigue la tendencia de conocer la historia de cada cómic de oidas y no son precisamente un reclamo para comprar el cómic. Pero éste es el mundo en el que vivimos ahora, en el que hay «portadistas» y «dibujantes», con los portadistas cobrando más que los dibujantes y hasta manteniendo mejor su salud mental, con lo que ya no sé ni de que me sorprendo…
Lo importante es que Thompson ha conseguido entre esta serie y la miniserie anterior de Pícara y Gambito que trague a este último, con una mezcla de humor y aventuras con cliffhangers descontrolados que consigue que te acuerdes de un mes para otro de lo que se estaba contando en el número anterior. Que no si es cosa de que me hago viejo o de que los tebeos de ahora son como son, pero cada vez me encuentro más series que cuentan tan poco en cada número que hasta se me olvida por completo que estaban contando. Thompson y Bazaldua consiguen meterte ciertas imágenes en la cabeza que se te quedan grabadas, con lo que sumado a la capacidad de «jugar con el universo» de Thompson -porque, oh milagro, se hace referencia a los Uncanny Avengers de Duggan y a la relación entre Pícara y Masacre, sacándole jugo a ello- y a unos diálogos bastante buenos, la serie hace que leer mutantes sea algo disfrutable y que Mr & Mrs X, a pesar de su horrible nombre, sea ahora mismo la mejor serie de la franquicia. Y repito, la Uncanny de hoy en día me gusta.