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TIE Fighter: Mis aventuras junto al vicealmirante Thrawn

Vamos a dejarlo claro, yo de crío era rebelde. Pero no rebelde de los de Supernanny, no, yo era de la Rebelión, de la Alianza para la Restauración de la República. Con los años sólo me ha quedado lo de querer una república, porque por el camino de la adolescencia me llegó una adhesión inquebrantable al Imperio Galáctico; y es que estamos hablando de cuando el Imperio era un Imperio de verdad, y no la mamarrachada de los Sith y todas esas giliflauteces. Eran los tiempos del Imperio Galáctico y el Vice Almirante Thrawn…

Enter your name, pilot.

¿Cómo? ¿Que no es Vice Almirante? ¿Que es Gran Almirante? Que no, leches, que yo no leía esas noveluchas de ysalamiris y demás bichejos, que yo de lo que estoy hablando es que pasé de jugar al X-Wing de LucasArts al TIE Fighter, el que probablemente sea el videojuego de mi vida. Porque TIE Fighter era un juego de 1994 en el que te ponías en la piel de uno de los honestos muchachos de negro, esos que sacrifican todo por la ley y el orden de la galaxia montados en un TIE Fighter, un caza que va sin escudos ni misiles o contramedidas pero que cuenta con un par de poderosos lásers que poco pueden hacer contra las virguerías de ciertos jedis metidos a pilotos estelares. Y a pesar de que empiezas el juego siendo un pelado más al servicio de un almirante corrupto y traidor, pronto entablas contacto con la Orden Secreta del Emperador y por fín puedes demostrar lo que vales a los mandos de naves como el TIE Interceptor, el TIE Bomber o el TIE Advanced/Avenger, la evolución del caza del mismísimo Darth Vader. Sin embargo, la mayor parte de la trama del juego principal llega a su culminación con el desarrollo del caza definitivo del Imperio, el TIE Defender:

Si te cruzas con uno de estos no volverás a reirte de los TIE Fighters… Ni de nada.

Así, las expansiones de TIE Fighter girarían en torno a lo poderoso que era este caza y lo peligrosísimo que resulta ser cuando el Almirante que lo estaba desarrollando para el Emperador se rebela y empieza a atacar todas las instalaciones de desarrollo del mismo. Es entonces cuando el jugador se pone a las órdenes del ya Almirante Thrawn, un tipo que va ascendiendo rápidamente en el escalafón imperial y al que la lucha contra el nuevo prototipo y los traidores que lo poseen le sirve para iniciar una de las campañas más difíciles de la historia del videojuego, llevándonos a una persecución que nos colocará en los confines de la galaxia para el final del juego.

Esto eran todas las teclas del TIE Fighter, y aquello era un simulador «sencillo».

Y durante años eso fue todo para mí, la bonita historia de una de las mayores obras maestras del videojuego, con lo que para cuando Thrawn apareció en Star Wars Rebels, todo el mundo pensó que en el Thrawn en el que estaban basándose era el de la trilogía de novelas de Timothy Zahn, y no en el del videojuego, mucho más desconocido porque después de todo no había mucha gente que jugara o se hubiera acabado aquel juego. Pero entonces, en el último capítulo de la serie, Thrawn revela el caza en el que estaba trabajando, y entonces se nos ponen de corbata…

Y ya como me cuenten que el proyecto lo lleva el Almirante Zaarin, me muero de la nostalgia.

Es el TIE Defender, esa mala bestia que es capaz de reventar Xwings a docenas. El TIE Defender tiene su propia unidad de hiperespacio, cuatro cañones láser y dos de iones, misiles de protones o de concusión y hasta su propio rayo tractor, además de ser condenadamente rápido y de poseer uno de los escudos más duros que pueda tener un caza. El TIE Defender era el god mode del juego, y la única forma de pararlo era echarle más misiles encima que a un Destructor Imperial.

Ojo al pedazo de homenaje al juego que hizo un fan hace unos años, ¡ésto es un juego de culto y no el puto Snatcher!

Pero lo más bonito de todo esto es que Dave Filoni había hecho canon mi parte favorita del universo expandido, aquel pequeño juego con el que disfruté tantas horas en su día. Y es que sí, a diferencia de lo que dice M’Rabo si tengo corazón y no estoy muerto por dentro, y tras años de escepticismo y sufrir el maltrato de precuelas y demás subproductos, REBELS me ha devuelto tanta ilusión por estas historias galácticas que hasta me ha dado lo que ya no esperaba ver, mi juego favorito convertido en parte del canon. Ya solo me falta que Rogue One sea la película de pilotos espaciales que siempre soñé para que tenga un colapso catártico y M’Rabo sea por fín libre…

¡Nada de jedis buscaglorias, los machacas de la galaxia arrimando el hombro!

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