James Bond es un personaje que nació casi como un alter ego de su creador, Ian Fleming. Ambos compartían gustos y aficiones, actitudes ante la vida e incluso el rango militar, por lo que muchos nos habremos preguntado alguna vez que cuanto de las aventuras del personaje estarían basadas también en la vida de Ian Fleming. Uno podría esperar que estas preguntas se viesen respondidas en “Fleming: The Man Who Would Be Bond”, la nueva mini-serie de la BBC, pero que nadie espere ver en esta serie una fiel biografía de la vida del escritor, sino una historia de ficción, acción y espionaje basada muy levemente en la vida del famoso escritor. Y es que como ha dicho en una entrevista Dominic Cooper, quien interpreta a Fleming en esta serie, están las cosas que Fleming dijo que hizo durante la guerra, las que sus biógrafos dicen que hizo y las que ellos (la BBC) dicen que hizo…
A finales de los años 30 los Nazis avanzaban casi sin oposición por toda Europa y aunque Gran Bretaña aun no había entrado oficialmente en la Segunda Guerra Mundial todo apuntaba a que ello sería inevitable (spoiler, lo fue). En ese ambiente vivía Ian Fleming (Dominic Cooper) un joven agente de bolsa mujeriego y bebedor que no tenía claro que hacer con su vida y que vivía a la sombra de su exitoso hermano el héroe de guerra y escritor y de su padre el político. Fleming parecía condenado al fracaso y lo único que tenía claro es que, tras ver lo que habían empezado a hacer los nazis por toda Europa, necesitaba hacer algo.
Esta oportunidad se le presento cuando el mismísimo Director de la Inteligencia Naval Británica le ofreció un trabajo como su ayudante para colaborar a que su país no perdiese la inminente guerra. En su nuevo cargo como Comandante, Fleming comenzó ayudando a organizar planes de contingencia para evitar que la información de sus hombres en la Europa continental cayesen en manos de los nazis, pero no tardo en acabar pasando a un plano más activo trabajando directamente sobre el terreno tratando de evitar que la flota Francesa fuese entregada a los Nazis o tras las líneas enemigas al frente de un comando de agentes secretos. Todo ello mientras en casa su vida sentimental era casi tan agitada como la profesional, sobresaliendo por encima de todas su tormentosa relación con Lady Ann O’Neill (Lara Pullver).
Como ya dije más arriba, parece que la serie de biográfica tiene lo justo, aunque no soy un experto en la vida de Fleming precisamente y no sé donde termina la realidad y comienza la buena labor de los guionistas. Pero lo que parece clarísimo es que la BBC ha utilizado el nombre de Fleming para contarnos un apócrifo “James Bond: Año Uno”. La estética de la serie, el tono de la historia, la relación de Fleming con Monday, la secretaria de su jefe, la música, todo nos recuerda al Bond clásico, y pese a estar ambientada un par de décadas antes que las aventuras del famoso espía, la serie nos recuerda también que las aventuras de este tipo de personajes funcionan muchísimo mejor ambientadas en el pasado que en el presente. Y es que todas estas moderneces con Bond imitando a Jason Bourne, y tantos teléfonos móviles, GPS conectados a satélites ni demás ayudas tecnológicas le han quitado todo el glamour al personaje y es un poco “triste” tener que recuperar esta esencia en un producto como este.
Vamos, que esta serie de espías de las de antes es muy divertida y la música ayuda muchísimo a sumergirse en la historia, ya que es difícil pensar que no es la banda sonora de alguna de las películas clásicas de Bond. Quizás el mayor fallo que se le puede encontrar es que en ocasiones la transición entre escenas es algo brusca, como si fuese obra de un montador inexperto, pero si podemos perdonar ese fallo, estamos ante una serie muy disfrutable.