La segunda aparición de Son Goku en el Torneo de Artes Marciales se publicaría entre finales del 87 y principios del 88 y, como decía en el post anterior, supone un paso más hacia la parte «seria» de Dragon Ball, que, dejando de lado que tiene un epílogo la mar de dramático, destaca por otra razón: Son Goku crece. Algo que sería normal en cualquier crío, en el protagonista de un cómic resulta algo raro, pero es que a Akira Toriyama le estaba costando dar dinamismo a sus cada vez más abundantes escenas de lucha si el protagonista tenía más cabeza que cuerpo. Toriyama estilizará así un poco más la figura del personaje, pero con ello la serie pegará un giro del que ya nunca volvería.
1988 significó en Japón la aparición de mangas como Bastard!, que tenía como protagonista a un mago de escasa moral que lanzaba bolas de energía más grandes que las de Son Goku. Hasta ese momento, los combates de Dragon Ball han sido básicamente físicos -cuando no directamente cómicos- y las bolas de energía no han tenido mayor protagonismo en ellos, exceptuando el DoDonPa de Tao Pai Pai. Los combates en Bastard! muestran un estilo de combate lleno de excesos y espectacularidad, y Toriyama empezará a tomar buena nota de ello a medida que sus propios lectores reclaman mayor intensidad en las batallas a las que se enfrenta su protagonista. Por otro lado, la influencia de la obra de Toriyama se empieza a notar en los demás y Gosho Aoyama -el creador de Detective Conan- estrena en Shogakukan una nueva serie de samurais llamada Yaiba que recuerda demasiado a las aventuras de Goku y el mundo absurdo que lo rodea. Dragon Ball tiene una media del 21% de share en la televisión japonesa, la serie empieza a emitirse en Francia y España y su popularidad sólo estaba empezando a crecer…
Pero a finales del 87 Son Goku se reencontraba con sus viejos amigos, comenzaba otra vez la fase de clasificación para el torneo y tenía su primer encuentro con su gran rival en esta historia, Ten Shin Han. El personaje de Ten Shin Han no dejaba de ser otro más fusilado de Viaje al Oeste, la novela china de la Edad Media en la que se inspiró originalmente Dragon Ball. Lo único que destaca en él es que tiene un ojo en la frente, por lo demás sólo es un alumno de la versión malvada del Duente Tortuga, el Duende Grulla.
Respecto a la trama en sí, poco hay que destacar. Son Goku, Krilin, Yamcha y compañía se enfrentan a versiones de André el Gigante, luchadores de sumo y demás mientras deja de ser excepcional en los combates el ver ataques de energía como el Kamehameha o el DoDonPa, además de mostrar a personajes levitando o técnicas realmente exóticas. La resolución de algunos enfrentamientos sigue siendo cómica, pero ya sólo en el caso de los combates más secundarios. Esto, unido a que el estilo de dibujo de Toriyama se esta volviendo más anguloso, hace que la serie sea cada vez más agresiva y el guión esté mucho menos cuidado, relegándolo a la espectacularidad de los porrazos.
Y a partir de aquí es cuando Dragon Ball empieza a ser la Dragon Ball de Dragon Ball Z, cuando tras finalizar el torneo de las artes marciales, Toriyama mete a Krilin en la nevera y la serie se vuelve muchísimo más oscura con la saga de Picolo Daimao. El nuevo villano principal de la serie va a hacer estragos con los protagonistas, y el humor que caracterizaba a la serie empezará a pasar a un segundo plano, aunque personajes como Yajirobe mantendrán todavía algo del cachondeo original.