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Decir que los años noventa fueron duros para el cómic es quedarse muy corto. No es que resultase imposible encontrar buenos cómics, los había, pero eran una excepción a la norma, y Los Vengadores no se escaparon de esa tendencia. De esa tendencia formó parte el que, tras el baile de guionistas que siguió a Roger Stern, consiguió afianzarse en el puesto de escritor de los Vengadores, Bob Harras. No es difícil imaginar que ser uno de los editores de Marvel le ayudó a mantenerse al frente de la serie en una etapa que muy siendo generosos podemos calificar de irregular. Pero hacia el final de su etapa la calidad “regulera” de Harras cayó en picado y quienes vinieron después, Terry Kavanagh y Rob Liefeld, acabaron por matar todo atisbo de calidad en la serie. Cuando la década de los noventa ya estaba tocando a su fin y todo parecía perdido llegaron Kurt Busiek y George Pérez y consiguieron salvar la serie y devolverle la gloria del pasado.
Es cierto que la etapa de Bob Harras, aunque no puede decirse que sea una etapa memorable del grupo, tiene algún punto bueno que otro. Pero los principales problemas de estos años de los Vengadores son dos. Primero, que daba la impresión de que Harras solo tuvo una idea (la Saga de Proctor) y una vez liquidada esta no supo que mas contar. Y segundo, que visualmente sus Vengadores se quedaron desfasadísimos en muy poco tiempo. Estos Vengadores parecían querer imitar la estela de Image, con sus héroes violentos de dientes apretados, barbas de tres días y cazadoras de cuero. El problema es que pretender tener una estética noventera dibujada por un Steve Epting entintado por Tom Palmer no funcionaba. Y es que el tándem Epting/Palmer tenían una estética demasiado “clásica” como para que funcionase esa absurda idea de la editorial, como ha quedado demostrado con el paso de los años al ver lo mal que ha envejecido el aspecto de estos Vengadores mientras que etapas de décadas pasadas siguen siendo perfectamente validas estéticamente.
Pero como se suele decir, no hay mal que cien años dure, y la era de Harras, los Vengadores de “La Encrucijada” e incluso aquella horrenda idea de “Heroes Reborn” llegaron a su fin. Walter Simonson se ocupo de rematar esta última tras el despido de Liefeld arreglando como pudo aquel desaguisado (su forma de reintroducir al autentico Thor fue genial) y lo dejo todo listo para el regreso triunfal del grupo en “Heroes Return”. A la década de los noventa aún le quedaban un par de años de vida, pero se podría decir que al menos “ideológicamente” hablando, los noventa terminaron en el momento en el que apareció en el mercado el primer número de la etapa de Kurt Busiek y George Pérez.
Busiek venía de triunfar con sus Thunderbolts, una serie que era el polo opuesto de lo que se estaba haciendo en “Heroes Reborn”, y ese estilo clásico suyo era lo que los Vengadores necesitaban con urgencia. Y por si eso no dejaba claro que Marvel quería alejarse todo lo posible de lo que había sido el estilo de la editorial durante los últimos años, George Pérez fue el dibujante encargado de acompañar a Busiek en los primeros años de su etapa. Estaba claro que con Pérez los Vengadores iban a abandonar definitivamente esa estética “dark & gritty” noventera y volvían a abrazar con fuerza el “clasicismo” de los superhéroes, con sus héroes de colores brillantes, moral intachable y que se afeitaban regularmente.
El tono de la serie quedo perfectamente establecido con la saga que abrió su etapa. Los Vengadores aún estaban aclimatándose al regreso a su hogar tras volver del Universo de “Heroes Reborn”, cuando todos sufrieron ataques de criaturas Asgardianas que desaparecieron tan misteriosa y repentinamente como aparecieron. Mientras el núcleo del grupo (El Capi, Iron Man, La Avispa y Pym) estaba investigando a que podían deberse estos ataques Thor regreso por fin a Midgard. Éste se había separado de sus compañeros cuando todos regresaban a su auténtico Universo y en lugar de materializarse en la tierra junto a ellos apareció en una Asgard destruida y abandonada. Thor advertía a sus compañeros de que una terrible amenaza se cernía sobre el grupo y sobre la Tierra. Vamos, que había llegado uno de esos días como ningún otro, en el que los héroes más poderosos de la tierra debían unirse para hacer frente a un enemigo común…
El enemigo en cuestión era Morgana LeFay, la hechicera hermana de Arturo Pendragon, quien había aprovechado la ausencia de los dioses Asgardianos (explicado en aquel horror de “Los Dioses Perdidos” de Tom Defalco) para robar la espada de Surtur y que combinando la magia de esta con los poderes de la Bruja Escarlata se disponía a rehacer el mundo a su imagen y semejanza. El mundo resultante fue una era pseudo-medieval en la que los Vengadores habían sido transformados en la guardia personal de Morgana para su disfrute personal. Pero ni todo el poder de Morgana combinado con la magia de Surtur y los poderes de Wanda fueron capaces de doblegar al Capitán América, quien supero el control mental de la hechicera y fue rescatando a aquellos compañeros que mas sentían el “espíritu Vengador” (si, igual un poco ñoño, pero que bien quedaba) lo que provoco alguna divertida reacción.
Liderados por el Capitán América, un pequeño grupo de Vengadores consiguió hacer frente a Morgana, la Bruja Escarlata también se libero del yugo de la hechicera y tuvo tiempo incluso de devolver a la vida a Simon Williams, el Hombre Maravilla. Finalmente todos los Vengadores se liberaron del control mental al que estaban sometidos y unieron sus energías al más puro estilo «Son Goku» para derrotar a Morgana y devolver a la Tierra a la Normalidad. Como ya digo esto puede quedar algo ñoño, pero tras la pasada década sufrida por el grupo era necesario algo así para dejar claro que los noventa habían muerto.
Pero aunque esta primera saga sirvió para definir el estilo de la nueva era de los Vengadores y romper con el pasado reciente, el que probablemente sea el momento más recordado de la era de Busiek fue la saga de “Ultron Ilimitado”. Que Busiek sea un escritor “clasicote” no significa que sea un blandengue cuyos cómics parezcan sacados de la DC de Mort Weisinger, y el regreso de Ultron a las páginas del comic que le vio nacer fue buena prueba de ello. El robot creado por Hank Pym llevaba unos cuantos años desaparecido, pero por su naturaleza artificial era cuestión de tiempo que reapareciera. Lo que nadie esperaba es que reapareciese de una forma tan brutal y despiadada, arrasando un país entero y exterminando a todos y cada uno de sus habitantes…
Ultron arraso el pequeño país imaginario de Eslorenia con precisión quirúrgica, destruyendo todas las vías de entrada y salida del país, aeropuertos, carreteras, etc para a continuación exterminar a todos los Eslorenios a placer. En el pasado Ultron siempre había hablado de sus planes de acabar con la humanidad y dominar el mundo, pero hasta este momento sus planes siempre se habían limitado a destruir propiedad privada y pegarse con los Vengadores, pero tras esta historia quedo claro que Ultron era un autentico monstruo que no podía ser subestimado.
Los Vengadores y las fuerzas de las Naciones Unidas atacaron Eslorenia solo para encontrarse con que Ultron, por si no había cometido aun suficientes atrocidades, había convertido los cadáveres de los Eslorenios en cyborgs a sus órdenes. Pero esta saga no sirvió solo para redefinir al personaje como a una amenaza a la que tener muy en cuenta, más peligroso de lo que había sido jamás. Más de uno, y sí, estoy pensando en Brian Bendis, debería aprender cómo se debe utilizar a Ultron para que sea una amenaza terrorífica y no usarle como mera excusa para contar pajas metales de viajes en el tiempo…
Busiek también utilizo esta saga para recontar en parte el origen de Ultron y tratar de justificar los problemas mentales de Hank Pym (la de vueltas que le han dado a esto que hasta Kavanagh en la Encrucijada tocaba el tema) En esta saga fue cuando descubrimos que del mismo modo que la mente de la Visión estaba basada en las pautas cerebrales de Simon Williams, las de Jocasta en las de la Avispa y las de Alkhema en Pájaro Burlón, la mente de Ultron no había surgido de la nada y estaba igualmente basada en la de un ser humano… la de su creador Hank Pym. El sentirse responsable de cada una de las acciones de Ultron era lo que había desequilibrado emocionalmente a Pym y le había llevado a sufrir sus crisis nerviosas, al menos hasta que el siguiente guionista quisiera “retconear” eso…
Finalmente y a pesar de todos los obstáculos los Vengadores consiguieron derrotar a Ultron y a su ejército y Hank Pym una vez más se sintió redimido y en paz con su pasado… otra vez. Si, aunque la etapa de Busiek estuvo en general bastante bien, y fue un soplo de aire fresco tras los años anteriores no estuvo exenta de puntos flacos. El querer justificar de nuevo los problemas mentales de Pym fue en parte uno de ellos, aunque una vez leída la historia uno no podía evitar pensar en cómo no se le había ocurrido antes a nadie esa idea. La creación de nuevos personajes era otra cosa que a Busiek no se le dio precisamente bien. Fueron dos los nuevos Vengadores, de creación propia, que Busiek introdujo en el grupo. Silverclaw, una ahijada de Jarvis con poderes místicos similares a los de Ave Nevada de Alpha Flight y Triatlón, un ex atleta Olímpico a quien una secta le había dado los poderes del 3D-Man y ambos pasaron con más pena que gloria por las páginas de la serie.
Pero fueron más los aciertos que los errores en la era de Busiek, y aunque si saga final, “La Dinastía de Kang” fue un tanto farragosa y no estuvo a la altura del resto, fueron muchos los grandes momentos que nos dejo, como lo de “recrear” a la Visión y devolverle a su antiguo ser, pero afrontando todos los cambios sufridos durante la pasada década. Por no hablar de algo que aunque estrictamente hablando no forma parte de la serie de los Vengadores, fue importante para la serie y los lectores, el crossover que Busiek y Perez realizaron junto con DC, el JLA/Avengers (que se merecerá un articulo propio en otro momento). Así que en general el balance de su etapa es más que positivo tanto en el apartado literario como en el gráfico. En este último apartado Pérez no le acompaño en toda su etapa, pero con sustitutos como Jerry Ordway, Kieron Dwyer o Alan Davis no creo que nadie tuviese ninguna queja.
Pero lo bueno nunca dura y tras el final algo flojo de la etapa de Busiek llego un Geoff Johns a medio gas (Diógenes dirá que estaba a su nivel de siempre) en una etapa que como detalle curioso contó en algunos números con Rick Remender como entintador de la misma. Tras la floja etapa de Johns tuvimos la de Chuck Austen, que daba más vergüenza ajena que otra cosa. Y cuando parecía que la serie se había estancado de nuevo, llegó un tal Brian Michael Bendis con su “Disassemble” para poner a los Vengadores patas arriba. Y otra cosa no, pero en los diez años que estuvo al frente de la serie, Bendis supo no dejar indiferente a nadie….