Tengo que admitir que si me decidí a ver “The Thick of It” (otra serie más de la BBC) fue solo porque quería ver a Peter Capaldi, el nuevo Doctor, en un registro diferente. Tras el anuncio de la elección de este actor me encontré con innumerables fans británicos que estaban extasiados ante la idea de que el nuevo Doctor fuese “Malcolm Tucker” (el personaje de Capaldi en Thick of It) y que deseaban que su interpretación del Timelord fuese lo más parecida posible a su otro personaje, al que llegaban a llamar “The Fucking Doctor”. La curiosidad me pudo y me dispuse a ver The Thick of It, encontrándome con una de las series más divertidas que me he encontrado en una buena temporada.
Esta sátira política sobre el gobierno británico está centrada en el Departamento de Asuntos Sociales y Ciudadanía (Mas o menos equivalente a un ministerio), un departamento al que el gobierno considera de tercera división y que tiene unas funciones poco claras, ya que el resto de secretarias de estado y ministerios descargan sobre este todas aquellas tareas de las que no quieren encargarse, viéndose obligados a supervisar temas de educación, sanidad, inmigración… Al frente de este ministerio (al menos en las dos primeras temporadas) nos encontramos con Hugh Abbot (Chris Langham), un recién llegado al cargo tras la dimisión forzada del anterior ministro. Abbot es un funcionario gris y aburrido, un hombre soso, sin carisma, sin tacto, sin ideas novedosas y cuyos únicos merito para el cargo es ser una persona del partido y no tener ningún escándalo a sus espaldas. Junto a él se encuentra también su equipo, formado por Glenn Cullen (James Smith) y Oliver «Ollie» Reeder (Chris Addison) sus dos consejeros y Terri Coverley (Joanna Scanlan) su directora de comunicación, todos con bastante más talento y habilidad que el pobre Hugh, y sus sucesores no serán una mejora precisamente.
Pero quien brilla con luz propia en esta serie es Malcolm Tucker (Peter Capaldi) el Director de Comunicaciones del gobierno y una persona borde, malhablada, violenta y manipuladora. Su trabajo consiste básicamente en actuar como “brazo ejecutor” del Primer Ministro para asegurarse de que todos los miembros del gobierno sigan las directrices del partido y arreglar todos los desastres de relaciones publicas de la forma que sea necesaria. Todos en el gobierno le temen y una visita suya a tu oficina normalmente significa que las has cagado a lo grande y que tendrás suerte si no acabas obligado a dimitir para tapar las meteduras de pata de algún miembro del gobierno más importante. La habilidad de Capaldi para pasar de la calma aparente a la furia casi homicida, su forma de manipular a la gente como si fuesen sus marionetas y su capacidad para enlazar una retahíla de insultos detrás de otro como una “metralleta de obscenidades” le convierten por derecho propio en la autentica estrella de la serie.
A lo largo de esta serie, que muchos consideran el “Yes Minister” del Siglo XXI (y cuyo visionado tengo aun pendiente) presenciaremos las miserias del mundo de la política en toda su gloria. Veremos cómo los políticos anteponen el bienestar de su partido a los ciudadanos, a como se presentan como novedosas políticas que llevan años aplicándose, a que importa más el aparentar que estás haciendo algo que hacerlo de verdad o a como la principal preocupación de los políticos es darse a conocer a la ciudadanía con el único objetivo de ser ascendidos a una posición de mayor poder. Vamos, que uno no acaba cogiéndole cariño a los políticos precisamente.
The Thick of It Se emitió por la BBC1 y BBC2 entre el 2005 y el 2012 y consto de 24 episodios, especiales incluidos. Ademas se estreno una película, “In The Loop“ que no era exactamente una secuela, sino una especie de remake en la que muchos actores de la serie aparecían también aquí pero interpretando papeles diferentes, aunque Peter Capaldi se mantenía como el soez Malcolm Tucker. Una vida algo corta a la que ya nos tiene acostumbrado la televisión Británica, pero que confirma una y otra vez aquel viejo refrán que decía “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. La serie es divertida, engancha y en ocasiones dan casi ganas de llorar al ver el funcionamiento interno del gobierno. Eso sí, aviso que incluso con subtítulos en ocasiones cuesta seguir el hilo de los diálogos, que se podría decir que combinan lo mejor de Aaron Sorkin y Garth Ennis.