El año no podía terminar de mejor forma en cuanto a series de televisión. Por sorpresa y casi sin avisar nos ha llegado desde Gran Bretaña una serie con una propuesta de lo más original (dentro de lo que han sido los estrenos de las últimas temporadas) y de una gran calidad. Estoy hablando del último estreno de Channel4, la cadena que nos trajo Misfits y que ahora nos trae Black Mirror.
La serie es una creación de Charlie Brooker, periodista, guionista de comics y presentador de televisión y cuya carrera suele girar en torno a una feroz crítica al medio en el que trabaja y a los excesos de la tecnología. Lo que resulta algo sorprendente cuando descubrimos que trabaja para una filial de Endemol, los creadores de Gran Hermano.
La serie en cuestión podría definirse como una versión de “The Twilight Zone” pero cuyas historias giran siempre en torno a la tecnología que nos rodea y en cómo afecta nuestras vidas hasta el punto de depender de ella como si de una droga se tratase. Son historias independientes y auto conclusivas cuyo único nexo de unión es la adicción del ser humano a la tecnología y a los “beneficios” que esta nos reporta.
«The National Anthem»: Este es sin duda el episodio con la propuesta más sorprendente y grotesca de los tres. En Gran Bretaña alguien ha secuestrado a la Princesa Susannah, el miembro más querido de la familia real británica. Pero en esta ocasión los secuestradores no piden un rescate económico ni satisfacer sus reivindicaciones políticas, exigen que el Primer Ministro mantenga relaciones sexuales con una cerda y que esto sea retransmitido en directo a todo el país. Pese a lo absurdo que pueda sonar esta premisa, estamos ante uno de los mejores episodios de la serie, con una crítica a como los seres humanos nos estamos convirtiendo en espectadores antes que en personas.
«15 Million Merits»: Este es el episodio más flojo de los tres emitidos, pero pese a ello mantiene el nivel aunque un poco por debajo. La historia nos sitúa en un futuro quizás no demasiado lejano en el que el ser humano se ha convertido en algo así como usuarios esclavizados de un Facebook que domina el mundo. Aparentemente hay una forma de librarse de esa vida, pero no es fácil acceder a ella y las consecuencias pueden acabar siendo peores de lo esperado. Aquí no solo encontramos una crítica brutal a la adicción a las redes sociales, sino también a los excesos de la publicidad y los reality shows que no deja en muy buen lugar al ser humano.
«The Entire History of You»: Es el episodio que mayor desasosiego me ha provocado. En un futuro demasiado cercano se ha inventado una tecnología que mediante un pequeño implante permite grabar todo lo la gente ve y oye durante las 24 horas del día. El Aparato en cuestión utiliza como cámaras y micrófono los propios ojos y oídos del usuario. Esto que en principio casi parece un invento de lo más útil acaba creando una sociedad enfermiza que convierte a quienes lo usan en poco más que inseguros yonkis de sus propios recuerdos.
La pena como siempre es la escasa duración de estas series británicas. Ya sé que se suele decir que lo bueno si breve es dos veces bueno, ¡pero es que esto es demasiado breve! Confiemos en que el año que viene Channel4 vuelva con una segunda entrega de esta serie, y con un poco de suerte será algo más extensa que su primera temporada. Hasta entonces solo nos queda esperar con inquietud mirando la tecnología que nos rodea esperando no acabar como en alguno de estos episodios.