Lo admitimos, somos unos miedicas. Nos da miedo hasta la película más chorra, hasta la basuraslasher más lamentable nos acojona demasiado, con lo que somos una mierda si nos metes en un cine en 3D, aunque si el 3D es chapucero lo mismo el dolor de cabeza que nos de nos rescata del más horrendo de los pavores…
Por eso aquí no hay huevos de hablar de joyas como Amnesia: The Dark Descent, o de basuras como Paranormal Activity. Puede que los hayamos visto/jugado, puede que hasta podamos llegar a acabarnoslos, pero es que somos unos cagaos, y nuestra aterrorizada mente hace que los efectos especiales nos parezcan más terribles de lo que realmente son, los planos acojonen más y los diálogos hasta tengan sentido (porque ya ni podemos descifrarlos, nos suenan todos a «¡AAAAAAAAAAH! ¡UN MONSTRUO!»). Esto, que en principio es un alivio porque hace buenas las películas malas, nos jode sobremanera cuando vemos cosas como El Resplandor, porque la jodía película es demasiado buena como para verla acojonado. Asi que nos toca sacar una caja de tila, hacernos 80 infusiones y… Admitir que eso no funciona. Que o vemos la película borrachos, o no hay nada que hacer.
Con lo bien que se duerme con 2001, ¿cómo pudo Stanley Kubrick hacernos esto?
No estoy haciendo apología del alcohol, en absoluto, ni del uso de las drogas en general. Bien es cierto que ciertas películas sólo tienen sentido si las ves en un estado de intoxicación aguda, pero no merece la pena tener resaca o engancharse al peyote sólo por hacerse fan de Kiarostami o, como en este caso, poder ver El Resplandor. Pero claro, si estamos mamaos, lo único que haremos será jalear a Jack Nicholson para que liquide de una vez a la tía esa con voz de Veronica Forqué (porque de verla en inglés ni de coña, el idioma del alcohol es el castellano y hasta los guiris borrachos acaban gritando «¡puta madre!» cuando se maman en nuestras playas). Eso sí, estando mamado, olvídate de apreciar realmente la maestría de Kubrick, porque para tí el mundo entero viene ya de serie con el gran angular puesto.
De todas formas, admito que algunas veces en las que me he dejado atrapar por Baco y no he hecho lo normal (que no suele ser ver películas o jugar a videojuegos «no sociales») alguna que otra vez he acabado jugando a grandes esperpentos como Resident Evil 4 y disfrutando de ellos, aunque no pasara del principio del juego. Lo cierto es que no se como sería el juego en Gamecube o PS2, pero la versión PC era atroz y la única forma de hacerlo tolerable era jugarlo mamao mientras gritabas «¡LA BENEMÉRITA EN MÉXICO!» o «¡UN ZOMBIE ESPAÑOL TE PEGA CON EL HUESO DE LA PATA DEL JAMÓN, COJONES YA!». Para que negarlo, recuerdo habérmelo pasado bien…
Con las películas pasa lo mismo, cosas que te acojonan lo más grande como la primera Bruja de Blair se convirtieron en gritos desaforados quejándose de lo mal que grababan los hijosdeputa, que por mucho que esto sea un «falsumental» eso no tiene excusa, y todo eso. Todavía hoy en día me pregunto si la película me hubiera acojonado realmente, porque la jodía no tenía monstruo ni tenía nada y el personal aparecía muerto y punto.
Por otro lado, hay un cineasta que detesto terriblemente y al que sí soy capaz de criticar, porque la risa supera con creces al terror que pueda provocarme. Ese «artesano del berrido» es Rob Zombie, un tipo nefasto cuyas películas harían sonrojarse a ratos al mismísimo Uwe Boll. Es ver su Halloween y darse cuenta de que es aún peor que casi todas las secuelas de la original (que, se pongan como se pongan, eran todas un desastre), con lo que no cuesta nada no acojonarse de su abominable Michael Myers (algo así como un avatar del propio Zombie, no hay más que ver que ha elegido al Dientes de Sable de la X-men original, Tyler Mane, y que no tiene absolutamente nada que ver con la irracional maldad del original de Carpenter).
Lo de los videojuegos ya no es terror, es mal rollo. Amnesia es capaz de acojonar a cualquiera, sí, pero lo que realmente jode en los juegos es el rollo «Silent Hill»; no te acojonan tanto como te embajonan y te angustian. Es también la sensación de impotencia de los primeros minutos de Ecstatica, el que te persiga un bicho invencible al que no puedes derrotar. En realidad, es una cuestión muy masculina el que la palabra impotencia nos de pavor, pero esto es lo que hay. Sin embargo, si nos asusta un bicho al que podemos destrozar vaciándole el cargador encima, ya no tenemos tanto problema; la cosa se convierte en un matamata y no hay problema. Pero si nos toca un Amnesia, en el cual un descuido se puede cargar todo lo que has avanzado el último rato del juego, pues…
Algunos os habréis dado cuenta de que no hemos hablado de libros y cómics, pero es que esos no nos acojonan tanto. Es cierto que algunos escritores son capaces de provocarte más de un escalofrío, pero el rollo ya no es el mismo, tu controlas el libro, la película se desarrolla al margen de tí y los comics pues… Desde luego la Tumba de Drácula no era terror, era un cómic de aventuras, y las historias de la EC no llegaban a acojonar, solo dar mal rollo. Y mejor no hablar del terror manga de gente como Junji Ito, porque el compañero M’Rabo ya ha dejado claro que eso es más pitorreo que otra cosa.
Conclusión, que no nos lleves al cine a ver una de miedo si no quieres que nos echen a patadas…