Hay series que ves porque te atrae su reparto, otras porque te interesa su argumento, o quizás porque pertenece a un género que siempre te ha gustado. Pero hay otras series que simplemente ves para que se calle de una vez el pesado que siempre te la está recomendando. Esto último es lo que me ha motivado a decidirme a ver It’s Always Sunny in Philadelphia/Colgados en Filadelfia. ¿Qué es lo que me he encontrado? Que no era tan mala como me temía.
El punto de partida de la serie no me atraía demasiado. Tres amigos compran un bar, la hermana de uno de ellos es la camarera y son todos unos fracasados. Ellos son Mac (Rob McElhenney), el hijo de un camello y que solo fue popular en el instituto debido a que vendía marihuana. Charlie (Charlie Day) es su amigo de la infancia, hijo de una madre soltera, tiene graves problemas emocionales y es aficionado a esnifar pegamento. Dennis (Glenn Howerton) es un viejo compañero de instituto de Mac, narcisista, egocéntrico pero con una personalidad de lo más frágil que le hace buscar siempre la aprobación de los demás para sentirse bien consigo mismo. Dee (Kaitlin Olson) es la hermana melliza de Dennis, es una actriz sin talento que se considera a sí misma como liberal y tolerante, pese a que en el fondo es tan egoísta y rastrera como los demás.
Visto así, esta serie podría ser algún dramón insufrible de esos que te dan ganas de llorar en cuanto escuchas la sintonía. Por suerte, hay algo que hace que esta serie no vaya por esos derroteros. Sus protagonistas son todos unos hijos de puta egoístas sin conciencia ni moral y que harán, literalmente, lo que sea, no importa lo absurdo o peligroso de la idea, para conseguir cumplir sus planes.
Y es que la serie es cafre a más no poder, sus protagonistas son capaces de robar, estafar, agredir, vender alcohol a menores, etc. Nada es sagrado para ellos, pasaran por encima de todo y de todos para cumplir sus objetivos, incluso cuando estos son tan absurdos como ganar una apuesta o demostrar que son mejores que el resto de sus amigos, sin importarles poner sus propia seguridad o la de los demás en peligro. A esta banda se unirá mas tarde Frank (Danny DeVito) el padre de Dennis y Dee y que encajara perfectamente en el grupo al ser tan despreciable y nauseabundo como ellos.
Los tres propietarios del bar además son en la vida real los creadores, productores y guionistas de la serie. Estos consiguieron la atención del la cadena FX rodando un episodio piloto que según se cuenta les costó solo 85$. Una pequeña inversión para una serie que ha estrenado esta semana en Estados Unidos su séptima temporada y que ha sido renovada por dos temporadas más con opción a una tercera. No les ha ido mal el negocio.
La serie además no se sigue nada mal, episodios autoconclusivos de veinte minutos que van al grano, sin rellenos ni paja y temporadas bastante más cortas de lo normal. Un sistema de trabajo que en España deberían imitar un poco más y abandonar esas comedias de una hora de duración con tramas estiradísimas.