Psychonauts es un juego complicado. O más bien, es un juego sencillo, pero de desarrollo extraño. Para entendernos, Psychonauts es el matrimonio entre una aventura gráfica y un juego de plataformas 3d que sea primohermano de un action RPG.
Creado por Tim Schaffer después de dejar LucasArts (Grim Fandango fue su último juego allí, no se si os sonará), Psychonauts es el primer hijo de su nuevo estudio, Double Fine. En un principio iba a ser exclusivo de Xbox (la Xbox antigua, aquella que parecía un video VHS con un botón verde fosforito enorme) pero a última hora Microsoft les retiró el «apoyo» y Double Fine tuvo que arreglárselas para acabar de financiar el proyecto, lo cual fue bueno para nosotros porque significó que habría versión de PC. Pero vamos a dejarnos de contar las penas de su creación y vamos al meollo del asunto…
Psychonauts cuenta la historia de Rasputín, un chaval con poderes psíquicos que sueña con llegar a ser un Psiconauta, un defensor del pensamiento libre. Los psiconautas, telépatas como él, se introducen en las mentes ajenas y tratan de solucionar sus traumas personales, aligerar su equipaje emocional y enfrentarse a todo lo que puedan estar reprimiendo. Así, reviven la vida de los pacientes y los hechos que vivieron tal y como los percibieron ellos, y acaban curándolos sin usar prozac ni nada parecido.
El juego se desarrolla como un plataformas normal, ganando poderes y niveles a medida que vamos avanzando, pero lo grande del juego está en su guión. Una vez consigues acostumbrarte al surrealismo y al peculiar grafismo del juego, te encuentras que no ha envejecido en absoluto pese a ser un juego de hace más de 6 años, y que su guión y diseño consigue hacer de Psychonauts un juego estupendo.
Hay niveles que en si mismos son una auténtica obra maestra, como Milkman Conspiracy (en el que tratamos de curar a un lechero traumatizado que vive perseguido por el FBI en los años 50) o mi favorito, en el que te metes en el cerebro de un pez y eres percibido por él como un monstruo al más puro estilo Godzilla.
Sin embargo, no llegó a tener mucho éxito. No parecía un juego muy atractivo, y desde fuera parecía un juego infantil (al fin y al cabo, se desarrolla en un campamento de verano infantil y está protagonizado por un niño) con lo que en un mercado como el de 2005 lleno de Call of Dutys y GTAs (vamos, como hoy en día) no acabó de encontrar su hueco. Sin embargo, la crítica que sí lo jugó lo puso por las nubes, y todavía se sigue vendiendo hoy en día en PC.
Es un juego tremendamente divertido, con bastantes secretos y elementos desbloqueables y que en absoluto insulta a la inteligencia del jugador, si no todo lo contrario, ¿qué más se puede pedir?