«Blackadder The Third», pese a que existe un pequeño episodio de 15 minutos contando la historia del Blackadder de los tiempos de la guerra civil inglesa, es la tercera parte de la saga de los Blackadder. Situada a caballo entre el siglo XVIII y el XIX, esta serie tiene como trasfondo la revolución francesa y las guerras napoleónicas.
El nuevo Blackadder ya no es príncipe, ni noble ni nada parecido a rico. Es el mayordomo del príncipe George, un perfecto imbécil cuya estupidez llega a alcanzar lo inverosimil y que es todo lo contrario al papel que Hugh Laurie interpreta en la serie que le dió más exito posteriormente, «House». Aquí, Laurie interpreta al príncipe regente, que le toca desempeñar el papel de rey ya que su padre está demasiado sonado para gobernar. En realidad su trabajo se reduce a no hacer nada y a gastar todo el dinero posible mientras el pueblo se muere de hambre y Napoleón llama a cañonazos a las puertas de Inglaterra.
Mister Blackadder mantendrá su personalidad renacentista, mientras que perderá a su esbirro Percy (el actor que lo interpretaba, Tim McInnerny, no quería encasillarse en papeles cómicos) y tendrá un Baldrick más degradado y de planes más absurdos todavía. Baldrick ya no es el criado de un noble, es el un pobre desgraciado que duerme en una tubería y que, dentro de su estupidez, esta bien entrenado para enterarse de todos los cotilleos de la corte. Aunque eso no le sirva de gran cosa, porque palos se acaba llevando más que nunca…
Veremos también pasar personajes como La Pimpinela Escarlata, el Duque de Wellington (interpretado por Stephen Fry) o bandoleros como la Sombra, personajes tópicos de la época que ayudarán a retratar temas como la creación de los primeros diccionarios, los matrimonios de conveniencia, la literatura de la regencia, el absolutismo… Sin embargo, fue una pena que la serie no se acercara un poco más a las guerras napoleónicas, y sólo se tratara levemente a la revolución francesa.
Aun así, lo grande de esta tercera parte reside en la interacción entre Blackadder, Baldrick y el príncipe George, un hombre tan idiota que es incapaz hasta de ponerse sus propios pantalones, y por momentos hace posible que nos olvidemos de ese gran personaje que dejamos atrás en la segunda parte, Queenie.
