La semana pasada, por fin llegó a nuestras pantallas la serie de animación de los Creature Commandos, la peculiar adaptación escrita por James Gunn del no especialmente famoso grupo y que, pese a tomarse unas libertades enormes con el cómic original, es al mismo tiempo tremendamente respetuosa con el espíritu del mismo. Una serie que, además, se podría decir que nos ofrece un Gunn a la enésima potencia, más bestia y gamberro de lo que había sido hasta ahora en sus trabajos para el MCU y el DCU, con todo lo que ello supone tanto para sus detractores como para sus admiradores. Y yo personalmente, encontrándome en el segundo grupo, me lo he pasado de miedo con esta serie y tengo cada vez más ganas de descubrir de qué más será capaz Gunn al frente de este universo de ficción.
Aunque antes de entrar en detalle con la serie toca un poco de historia, ya que no estamos precisamente ante uno de los grupos más populares de DC. Los Creature Commandos nacieron en las páginas del número 93 de Weird War Tales (1980) de la mano de J. M. DeMatteis y Pat Broderick, convirtiéndose en los personajes más grotescos de aquella superpoblada Segunda Guerra Mundial de DC, en la que coexistían el All-Star Squadron con el sargento Rock al frente de la compañía Easy, el Tanque Embrujado y el Soldado Desconocido.
Pero este puñado de “monstruos” creados por el gobierno estadounidense, que había experimentado con soldados heridos en combate o que escogieron esta alternativa antes que una pena de prisión, destacaban por méritos propios. Dirigidos en el campo de batalla por el teniente Matthew Shrieve, que solía ser más monstruoso que sus hombres, algo que tenía mérito teniendo que entre estos había un vampiro, un hombre lobo y un monstruo de Frankenstein. A sus filas acabaron uniéndose una medusa y el G.I. Robot. Con los años, el grupo siguió apareciendo ocasionalmente, tanto en la Segunda Guerra Mundial como en el presente, y aunque los cambios en la continuidad de DC han provocado algún pequeño cambio que otro, su historia básica se ha mantenido más o menos igual.
Pero a la hora de adaptar al grupo al DCU, James Gunn ha aprovechado que se trata de unos personajes bastante menores del Universo DC para ir en una dirección algo diferente, que entronca con lo que nos ha estado contando hasta ahora en su Escuadrón Suicida y El Pacificador. En esta nueva versión, el equipo es una división del A.R.G.U.S. de Amanda Waller, quien ha optado por reclutar a estos seres ya que el Congreso le ha prohibido seguir utilizando prisioneros humanos y ella no considera que estos lo sean. Una de las pocas conexiones con el equipo original la encontramos en el personaje de Nina Mazursky, hija del científico creador de los comandos originales en el cómic, grupo del que ella misma fue miembro e incluso la creadora del mismo en uno de los posteriores reseteos de DC. Y aparte de ella, claro está, tenemos al G.I. Robot, que aunque técnicamente no fue un miembro oficial del grupo, sí que les ayudó, tanto él como su sucesor (J.A.K.E. 1 y J.A.K.E. 2) en varias misiones.
Y para dirigirles en el campo de batalla, Waller ha recurrido a Rick Flag Sr., quien tras la muerte de su hijo ha aceptado seguir sus pasos dirigiendo un equipo de lo más disfuncional (justo a la inversa que en el cómic). Aquí Flag viene a ocupar el lugar que ocupaba Shrieve en el cómic original, y es una elección de lo más apropiada teniendo en cuenta que en el cómic Flag Sr. también luchó durante la Segunda Guerra Mundial y dirigió un equipo bastante más famoso, el Escuadrón Suicida original. Aunque las conexiones con el cómic no terminan ahí, ya que además de contar con miembros como Weasel, superviviente de la última misión del escuadrón, o el Doctor Fósforo, un viejo enemigo de Batman, encontramos al monstruo de Frankenstein (el original, no un soldado imitándole) y su Novia, basados en las versiones creadas por Grant Morrison y Doug Mahnke hace década y pico, pero con una dinámica entre ellos completamente diferente y mucho más interesante.
Y como decía antes, pese a que los cambios en el grupo en principio son numerosísimos, la esencia del mismo se ha mantenido intacta en prácticamente todos los aspectos. Estos siguen siendo un equipo disfuncional formado por carne de cañón a las órdenes de un gobierno que mira para otro lado mientras Waller hace su guerra sucia, sin importar a quién tenga que sacrificar para lograr sus objetivos. Y como sucedía tanto en el cómic original como en el Escuadrón Suicida de John Ostrander, cómics a los que el estilo de James Gunn parece deberles mucho, lo divertido de este grotesco grupo es ver cómo esta mezcla de gente relativamente decente con seres despreciables y otros algo más ambiguos, pero todos con graves problemas psicológicos o psiquiátricos, son obligados a trabajar juntos pese a lo traicioneros que son muchos de ellos.
Con todo esto, Gunn se ha desmadrado como ha querido, siendo aquí más salvaje, vulgar y violento de lo que había sido en mucho tiempo, con un sentido del humor a veces más cercano al de Archer o los Venture Bros. que a lo que le habíamos visto hacer en Guardianes de la Galaxia o Pacificador, pero yo no me quejo de ello en absoluto, sino todo lo contrario. Esto ha hecho de la serie, al menos de los dos episodios que he visto hasta ahora, un divertidísimo espectáculo en el que todo parece posible, y que es mucho más que un puñado de chistes de mal gusto y escenas gore, pese a que de ello hay en abundancia. En estos dos episodios Gunn y su equipo, a través del pasado de algunos de sus personajes, nos han regalado alguna que otra historia repleta de dramatismo que provoca que veamos a su protagonista bajo una luz muy diferente. Aunque eso no quita para que ver a ese G.I. Robot desquiciado que solo piensa en los nazis que ha matado y en los que le quedan por matar no me provoque una sonrisa tras otra.
En cuanto al casting de la serie, para mí, de momento destacan tres nombres por encima del resto. Alan Tudyk, con una más que amplia experiencia prestando su voz a personajes animados, da vida aquí a varios personajes, aunque el principal es el Doctor Fósforo. Un personaje rastrero y miserable al que da gusto despreciar, y que parece ocupar un lugar similar al que ocupaba el Capitán Boomerang en el escuadrón de Ostrander. Personaje que en manos (o cuerdas vocales, más bien) de Tudyk es más que un chiste con patas, ya que este consigue con su voz transmitir a la perfección el asco y desprecio que provoca alguien así.
Pero un poco por encima de este pondría a Indira Varma en su papel de La Novia, un personaje que en el cómic me había resultado un tanto indiferente, pero que aquí, y en buena medida gracias al trabajo de Varma, me ha conquistado. A través de una serie de flashbacks, inspirados tanto en la novela de Mary Shelley (de la que se toman prestados varios diálogos) como en la película de James Whale, conocemos la dramática historia de este personaje, creada para ser un objeto de deseo pero que luchó por ser ella misma pese a las trágicas consecuencias de esa independencia.
Un personaje que se complementa con el monstruo de Frankenstein, al que pone voz David Harbour, y que nos presenta aquí una criatura mucho más culta y locuaz, que me recuerda muchísimo a ratos a la versión de la añorada Penny Dreadful, y que mantiene una relación con “su novia” bastante diferente a la que mantenían en el cómic pero muy deudora de la mencionada película de Whale. Un giro que me tomó por sorpresa y me encantó al mismo tiempo, dejándome claro que de esta serie nos podemos esperar cualquier cosa.
Con todo esto, yo no podría estar más satisfecho con el comienzo de esta serie, y aunque entiendo que a aquellos a los que el humor de Gunn les tira para atrás, que no saben ver más allá de ello, estos Creature Commandos les van a provocar rechazo. Pero yo aun así animaría a darle una oportunidad a esta serie, a verla con la mente abierta, ya que no solo nos está ofreciendo un buen vistazo de lo que será este nuevo DCU, sino que por sí misma es una serie muy divertida y bastante más profunda de lo que parece a simple vista.