Esta semana ha tocado un episodio jugosísimo en cuanto a los misterios de Agatha All Along, ya que aparentemente (yo ya no me fío del todo de nada hasta que acabe la serie) ya se ha desvelado una incógnita que no lo era tanto. Pero aunque aún nos queda algún episodio que otro para descubrir cómo ha sido posible lo que hemos visto en este quinto episodio, lo que sí podemos hacer de momento es especular y teorizar como locos con lo que nos han contado aquí. Así que, como no podía ser de otra forma, después del aviso de SPOILER, comienza lo bueno.
Tras escapar por los pelos de estos Siete de Salem descafeinados, y a bordo de escobas voladoras nada menos, Agatha y compañía llegan a la siguiente prueba de la Senda de las Brujas. Una prueba que, en esta ocasión, toma la forma de una cabaña que de nuevo transforma las apariencias de sus visitantes (incluyendo para «Teen» una camiseta roja y una cinta azul en la frente que no sé a quién me recuerda), quienes en esta ocasión parece que han salido de cualquiera de los múltiples slasher que asolaron los cines y videoclubes de los ochenta, y que de la Senda de las Brujas han viajado a Crystal Lake. De nuevo nos encontramos con la misma fórmula de los episodios anteriores: buscar la pista que les indique qué tipo de prueba pasar, la puesta en marcha de la cuenta atrás y alguna revelación que otra.
En este caso, la prueba en cuestión vuelve a ser descubierta por Teen, de quien uno podría sospechar que está manipulando las cosas de no ser porque en este episodio vemos claramente cómo algo hace saltar literalmente la pista delante de él, como si algo o alguien se estuviese asegurando de que su camino a través de la Senda no se vea retrasado por nada. Una prueba que, fiel a la ambientación del episodio de fiesta de pijamas, consiste en una sesión de ouija, y seguro que no pasará nada malo con ello… Una sesión que no podría empezar de forma más reveladora que cuando, tras preguntar al espíritu que mueve el puntero quién se encuentra allí, este responde que la muerte, lo que provoca una muy sospechosa carcajada en Río Vidal…
Tras este momento, que parece ir confirmando lo que teorizaba el otro día sobre el personaje de Aubrey Plaza, y una broma de mal gusto por parte de Agatha, surgida de su miedo a quién pueda responder, y que permite a Kathryn Hahn dar rienda suelta a su vis cómica, los espíritus responden de verdad y de qué forma. La ouija les pide que castiguen a Agatha, por lo que queda claro que esta tenía razón al temer lo que pudiese salir de ahí. Una propuesta que no parece disgustar a buena parte de sus compañeras de aquelarre, siendo Teen el único que se opone a la idea. Pero antes de que puedan poner en práctica algún castigo, Agatha es poseída por algo que la convierte en una criatura que parece escapada de Evil Dead y ataca a sus acompañantes.
Un ataque que desemboca en una nueva revelación cuando el espíritu que ha poseído a Agatha se muestra como Evanora Harkness, su propia madre (o una convincente copia creada por la Senda de las Brujas), quien quiere castigarla por haber acabado con su aquelarre y llega a asegurar que siempre fue malvada y que ojalá la hubiese matado cuando dio a luz, algo que provoca uno de esos escasos momentos en los que vemos asomar a la auténtica Agatha, cuando esta no puede evitar soltar una lágrima al escuchar las durísimas palabras de su madre.
Pero antes de que el fantasma de Evanora pueda castigar a Agatha ella misma, Alice, fiel a su naturaleza de bruja protectora, siente cómo su magia se activa por primera vez en su vida y desata su poder sobre la poseída Agatha, liberándola de la posesión. Una buena acción que es recompensada de la peor manera posible, cuando Agatha, ya liberada del espíritu de su madre, al sentir la magia de Alice recorrer su cuerpo, comienza a absorberla, como ha hecho incontables veces en el pasado con tantísimas brujas, robándole no solo su poder, sino también su vida.
Mientras nadie sabe qué hacer para detener a Agatha y salvar a Alice, Teen se da cuenta de que el puntero del tablero de ouija está girando como loco sobre este, y cuando este le pregunta quién es, el espíritu afirma ser… Nicholas Scratch. Teen grita su nombre y esto rompe la concentración de Agatha, quien se muestra desolada cuando se escucha la voz de un niño, que no puede ser otro que el propio Nicholas, llamándola mamá y pidiéndole que se detenga. Pero para Alice ya es demasiado tarde y esta yace sin vida en el suelo, mientras un destrozado Teen se niega a aceptar lo sucedido.
Habiendo aparentemente superado la prueba (¿Agatha debía enfrentarse a su madre? ¿Mostrar que realmente no ha cambiado?), la salida se les muestra y regresan a la Senda, donde un Teen muy cabreado, que hasta ahora siempre había defendido a Agatha, se enfrenta a ella por haber matado a Alice. Esta se defiende diciendo que no pudo controlarse, y aunque él la acusa de mentir, esta parece sincera, pero con ella es difícil saberlo. Teen no se detiene ahí y redobla su ataque, acusando a Agatha de no importarle más que recuperar el poder, que si ser una bruja significa matar a quien haga falta por sus propios intereses, y que eso es algo en lo que él no va a caer.
Y esa afirmación tan tajante parece provocar una revelación en Agatha, quien comienza a sonreír de una forma muy siniestra y, acercándose al oído de Teen, le pregunta que si está seguro de ello. Le hace levantar la cara con dos dedos y, mirándole a los ojos, le dice que se parece muchísimo a su madre. ¿¿Su madre?? ¿¿Quién es la madre de Teen?? ¿¿Cómo sabe Agatha de pronto quién es la madre de Teen?? ¡¿Por qué en este momento comienza a sonar el tema de la Bruja Escarlata de la banda sonora de WandaVision?!
Agatha se aleja de él metida de nuevo en su personaje, el de la bruja fría y malvada que no necesita a nadie, esa máscara que había abandonado poco a poco y que, tras el rechazo de Teen, ha vuelto a abrazar con fuerza. Pero cuando le dice a este que la siga y le llama «mascota», algo parece despertar en él, y haciendo unos gestos muy familiares con sus dedos, una energía azul brilla entre estos y, de pronto, Jennifer y Lilia, con esa misma energía en sus ojos, se encuentran bajo su control mental, y lanzan a Agatha a unas arenas movedizas que se la tragan en segundos. Y gritando de rabia y con un simple gesto de sus manos, “Teen” lanza por los aires a Jennifer y Lilia a las mismas arenas movedizas.
Y mientras suena el “You should see me in a crown” (Deberías verme con una corona) de Billie Eilish, vemos cómo sobre la frente de quien ya no queda ninguna duda de que no es otro que Billy Maximoff/Kaplan ha aparecido una diadema de color azul, no muy diferente de la que manifestó su madre, Wanda, cuando se convirtió de verdad en la Bruja Escarlata, señalando sin duda su transformación en Wiccan. Que no es que sea una revelación muy sorprendente (aunque ha debido ser una liberación para Joe Locke, quien ha comentado en su Instagram cómo ha estado dos años guardando ese secreto), pero aun así me ha emocionado tener por fin la confirmación de su identidad.
Pero como en los créditos del episodio Locke sigue apareciendo como Teen y en los agradecimientos no aparecen por ningún lado los nombres de Allan Heinberg y Jim Cheung, supongo que no será oficial del todo hasta que el jueves que viene le nombren por fin, pero eso ya será un mero trámite. Un próximo episodio que espero que esté dedicado a explicar buena parte de las incógnitas que aún están en el aire, como lo de que Billy sigue existiendo, cómo ha crecido tanto, cuanto sabe de su existencia previa y de su familia, qué busca realmente en la Senda de las Brujas y quién ha estado echándole una mano de forma discreta. ¿El espíritu de Wanda? ¿El de Nicholas? Aunque especialmente quiero saber por que ha reaccionado de esta forma tan violenta tratando de matar a Agatha y las demás, si es que esta poseído por algo o alguien o si en el MCU me van a joder y le van a convertir en un villano. Sea lo que sea lo que nos cuenten, tocará esperar una semana más, que a mí personalmente se me va a hacer muy larga.