Es curioso leer el punto de vista de O’Neil del Batman entre películas de Tim Burton, con el ya en aquel momento veterano editor hablándonos de la necesidad de un equilibrio entre ese Batman oscuro y el culebroneo casi spidermaniano que querían darle otros autores. Porque quieras que no, el Batman de aquel momento es uno de contradicciones, por un lado tenemos el aventurero, el de las historias de serie negra y hasta el del espionaje disparatado de Starlin; así O’Neil quiere devolver al personaje a las mismas raíces de serie negra que trató de recuperar veinte años antes junto a Neal Adams, aun a riesgo de centrarse solo en su faceta superhéroica y dejar de lado a Bruce Wayne.
Cuenta O’Neil que su sistema de trabajo con Alan Grant y Peter Milligan funciona a través de la creación de un argumento anual, una hoja de ruta del personaje sobre la que se establecen una serie de hechos principales que influirán a todos los demás. Así, si Gordon tiene un infarto, los guionistas tienen libertad para decidir que harán sus personajes al respecto y que consecuencias tendrá esto, «por que la audiencia demanda ese tipo de continuidad». Sí, ésto leído hoy en día suena hasta caduco, porque vivimos en una época en la que hay reuniones de guión constantes y los editores casi establecen las comas de los guiones y, a pesar de todo ello, la continuidad se la trae al pairo, pero O’Neil insistía mucho en que daba libertad a sus guionistas aun a costa de que él dictase en esas reuniones las líneas maestras de las series que editaba. De hecho, la única restricción real que cita es la de evitar algunos de los tipos de historias, poniendo como ejemplo las que se hacían en los 50, nada de ciencia ficción pura, poca fantasía pero mucho «ocultismo», pero nada de elfos o duendes de otra dimensión (vamos, Batmito). Reconoce, pues, que con esto les está poniendo más restricciones al tipo de historias que podían hacer que las que él tuvo en su día.
Más allá de esto, la entrevista pasa a centrarse en la naturaleza de la ficción serializada, del hecho de que los superhéroes no dejan de ser herederos de los pulp y que funcionan a través del continuará, de cómo hay modas como la de aquel momento por los héroes oscuros y hasta asesinos. Para O’Neil esto último era un reflejo de los tiempos, de las inquietudes de los lectores, cosa que visto desde estos días en los que tercera guerra mundial es trending topic cada dos por tres da hasta risa. O’Neil busca que sus personajes sean héroes, y cree que tanta matanza crea una inflación de violencia que devalúa su valor dramático; es lo que decía Stalin, la muerte de un hombre es una tragedia, la muerte de mil es pura estadística, y en la ficción pasa exactamente lo mismo. Para O’Neil el uso ideal de la violencia en la ficción, es una liberación de la tensión dentro de la estructura del drama; cualquier otro uso es pornografía, es morbo, sensacionalismo por el sensacionalismo. La violencia puede servir para que explote y sublime así el conflicto, pero si la historia empieza y acaba con una ensalada de tiros… Tenemos más de lo mismo todo el rato hasta resultar indigesto. Y éso exactamente iban a ser los 90.
Pasando ya a otras cosas, tenemos un artículo sobre la película del Capitán América de la Canon que, aunque ya se había editado en video en Europa -yo ni llegué a verla- ni siqueira se había estrenado en EEUU más que en unos pocos «cines españoles», que no sé exactamente qué es eso; ¿se refiere a que solo se había estrenado en español o a que esos cines eran un tipo de sala especial «a la española»? El cuerpo del artículo en sí no tiene mucho interés, ya que se limita a resumir el argumento de la película para acabar haciendo una reflexión más que curiosa; «En un país en el que los derechos civiles y la libertad de expresión y prensa están siendo pisoteadas por las botas de clavos de los oficiales gubernamentales, este Capitán América parece más fuera de lugar que nunca. Puede que por eso siga siendo una fantasía». Toma ya, y ésto lo decía la jodida Wizard en 1991, para que luego digan que antes no se hablaba de política.
Y tras un pequeño artículo sobre la historia de Batman, tenemos una entrevista a Fabián Nicieza sobre X-Force, esa serie que según Rob Liefeld la hacía él y solo él, con Nicieza firmando una página y poco más. Empieza Nicieza diciendo que ha estado leyendo varios artículos sobre niños soldado y trata de aplicar eso a los personajes de X-Force, haciendo que tengan menos diálogo que sus personajes de New Warriors, que disfrutan hablando entre ellos. Es una buena justificación para tener tranquilo a Liefeld y no «taparle los dibujos», pero personalmente no creo que colara. Nicieza sigue defendiendo su trabajo en la serie afirmando que no es parte de una moda violenta y oscura en los cómics, que él ni siquiera lo llamaría a una moda si no un «acercamiento más visceral a los personajes, que ya no pretenden ser héroes ni lo predican» pero aun así acaba reconociendo que X-Force tal vez si que caiga en esa moda porque su líder «va por ahí llevando una pistola que no-se-que-cojones-hace y están dispuestos a hacer saltar por los aires al personal».
Dice que aceptó el encargo porque le dejaba explorar una cara distinta de los héroes adolescentes que no se veía en New Warriors, y que es un buen ejercicio como guionista el trabajar sobre los argumentos de otro. Que el dinero y atención que recibe son estupendos, pero que «hay más que eso» y «es un honor estar en este club, porque las series de mutantes son las más vendidas de la industria». Que sí, que el dinero tiene bastante que ver, sobre todo cuando vienes de editar Barbie y Alf. Que nadie se engañe, no me estoy inventando nada, Nicieza con los años lo ha más que reconocido, que la niña de sus ojos era New Warriors y que los mutantes los hacía por dinero, pero que llegó un momento en el que ni todo el dinero del mundo justificaba los mareos y presiones editoriales que recibía constantemente. Éso y que, para cuando dejó los mutantes la burbuja ya había reventado y los cheques ya no eran tan gordos como antes…