Habiendo superado el ecuador de la serie con la emisión de su quinto episodio esta semana, creo que ya toca hablar con un poco más de profundidad que la última vez de The Acolyte. Una serie que ha provocado una división entre el público como hacía tiempo que no veía, pero que a mí de momento me tiene más que encantado. Así que vamos a sumergirnos en el mundo de The Acolyte y viajar una vez más a esa galaxia muy muy lejana, mucho tiempo atrás de lo que estamos acostumbrados, y ver qué tiene que ofrecernos esta nueva entrega de la saga de Star Wars. Un vistazo en el que inevitablemente tendré que tocar algunos SPOILERS, así que cuidado con ellos.
The Acolyte nos ha llevado hacia el final de la era de la Alta República, un siglo antes de que Palpatine comenzase a crear su infame Imperio y la época en la que los Jedi estaban en lo más alto de su poder… y también en lo más alto de su soberbia. En esa era, el misterioso asesinato de un grupo de Jedis que trabajaron juntos en una misión de la que parecen no querer acordarse muestra los pies de barro de la Orden Jedi. Ese es uno de los aspectos con los que más estoy disfrutando de la serie, cómo esa perfección e infalibilidad de los Jedi es cuestionada y cómo su obcecación y cortedad de miras les estaba condenando a su destrucción a largo plazo.
Porque que nadie me entienda mal, no es que sea un fan del Lado Oscuro o uno de esos cínicos que disfruta viendo cómo el mal triunfa, pero la rigidez de los Jedi, su estancamiento en las tradiciones y normas de antaño, su incapacidad de evolucionar con los tiempos, su empeño en cerrarse a las emociones y el pretender ser los únicos con derecho a decidir cómo utilizar la fuerza, eran cosas que hacía que la Orden Jedi se mereciese una buena sacudida hasta los cimientos. Algo muy irónico teniendo en cuenta que la serie nos muestra una y otra vez cómo precisamente el dejarse llevar por lo peor de sus emociones es lo que les ha traído tanta desgracia. Unos temas que la showrunner de la serie, Leslye Headland, y su equipo han convertido en uno de los ejes principales de la serie.
Algo de lo que el mejor ejemplo nos lo encontramos en su cuarto episodio, ese que nos lleva al pasado de las protagonistas de la serie y su infancia dentro de un clan de brujas usuarias de la Fuerza. Unas brujas que en principio no son las Hermanas de la Noche de Dathomir, sino una orden diferente, otro añadido interesante y necesario ya que no tenía mucho sentido que en una galaxia en la que seres de cualquier especie pueden estar conectados a la Fuerza solo existiesen dos o tres “organizaciones” creadas en torno a esta. Un añadido que nos permite ver esa actitud soberbia de los Jedi, quienes no parecen ver con buenos ojos la existencia de ese clan y no quieren permitir que críen a esas niñas que no solo son miembros del clan, sino hijas de su líder.
Esto lleva a los Jedi no solo a entrometerse en los asuntos de un clan que por lo que hemos visto hasta ahora llevaban una existencia de lo más pacífica, sino a allanar su hogar. Una intromisión que por lo insinuado hasta ahora parece que llevaron hasta el extremo con trágicas consecuencias y trataron de echar tierra sobre todo ello, cargando con la culpabilidad y el secreto durante años hasta que ese pasado ha regresado para enfrentarles a las consecuencias de sus actos. De momento no está claro lo que sucedió allí realmente, pero si la serie va en la dirección que parece que está yendo, dejaría claro que en algunos aspectos Jedis y Siths no eran tan diferentes, al menos en lo de estar convencidos de que su forma de actuar era la única correcta. Algo que sé que sentará muy mal a muchos fans de la saga, pero es que para mí los Jedi de verdad son aquellos como Yoda y Obi-Wan que aprendieron lo equivocados que estaban o como Luke y Ahsoka que se forjaron su propio camino abrazando el futuro y sus emociones.
Porque los Jedi que nos han mostrado aquí son unos que más que respetados son temidos, que en cada encuentro que tienen las personas a las que se enfrentan temen que estos jueguen con sus mentes, que les laven el cerebro. Lo que sumado a esa advertencia que el Maestro Sol hace en el primer episodio a sus alumnos en el templo Jedi de que no crean todo lo que ven y las impresiones contradictorias que tienen las hermanas Osha y Mae sobre lo sucedido el nefasto día en el que cada una de ellas dio por muerta a la otra, parecen indicar que los Jedi, al menos los responsables de la misión que lo desencadenó todo, han utilizado sus habilidades de forma poco ética en algo que parece retrotraernos de esta Alta República a la Vieja República del KOTOR.
Pero los Jedi no son los únicos a los que vemos a través de una óptica diferente, ya que esta serie también nos ha presentado a un curioso personaje que sigue pareciendo ser más de lo que aparenta. Del misterioso maestro de Mae, la co-protagonista que ha estado liquidando a los Jedi a quienes culpa de la destrucción de su hogar y su familia, no sabemos demasiado de momento, solo que es un manipulador, que esgrime un original sable de hoja roja como todo usuario del Lado Oscuro que se precie y que domina un estilo de combate que resulta muy familiar a los Jedi, como si hubiese sido entrenado por uno de ellos.
Aunque lo más interesante nos lo encontramos en este último episodio, cuando al ser cuestionado por el Maestro Sol sobre quién o qué es, este responde que no tiene un nombre pero que los Jedi pueden llamarle Sith. Algo que parece indicar que este personaje no es exactamente un Sith, pero que los Jedi en su rigidez no serán capaces de considerarle otra cosa. Por lo que tengo muchas ganas de ver cómo evoluciona su historia y descubrir qué es exactamente, de dónde ha surgido y si él mismo es a su vez el discípulo de alguien más poderoso.
Dejando a un lado lo interesante de los temas que se están tocando en esta serie, y cómo de momento estos se están tratando muy bien, del resto de aspectos de la serie tampoco tengo ninguna queja. Me encanta por ejemplo que Headland haya optado por recurrir más a decorados “reales” y escenarios naturales que a rodar delante de una pantalla como en el Mandaloriano, ya que esto le otorga a la serie al mismo tiempo un aire de autenticidad y también casi de nostalgia retro.
El casting también me encanta, empezando por Amandla Stenberg en su doble papel de Osha y Mae y por cómo transmite esa dualidad de ambas mujeres, manipuladas con buenas y malas intenciones por sus respectivos maestros y su conflicto al darse cuenta poco a poco de esas manipulaciones. También quiero destacar a nuestra paisana Dafne Keen, a quien vemos aquí como la entusiasta y optimista Padawan Jecki Lon y que espero que pronto pueda cumplir su deseo de trabajar en España, que se ve que le hace ilusión. Aunque para mí el mejor sigue siendo Lee Jung-jae como el Maestro Sol, uno de los Jedi más humanos, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva, y quien a pesar de las limitaciones que ha sufrido por estar aprendiendo inglés mientras rodaba ha conseguido transmitir a la perfección toda esa humanidad y emoción de su personaje.
Y pensaba hablar de ese recibimiento tan dividido con el que ha contado cada episodio de la serie desde su estreno, con unos sectores del público cada vez más radicalizados hablando de la serie como si la vida les fuese en ello, ¿Pero para qué? Me he encontrado con que parece que estoy viendo una serie diferente a la que está viendo el resto y que toda esta situación me ha reafirmado en querer prescindir de webs de reseñas y similares, así que baste decir que a mí la serie me está encantando y a quienes duden en si darle una oportunidad o no que ignoren por completo las opiniones ajenas, que se vean el primer episodio y si les gusta que sigan con el resto, que al final no hay mejor opinión posible que la que se forma uno mismo.